Queridos Reyes Magos, este año no dejéis en casa más de 3 regalos
Regalar es un arte, eso lo saben bien Melchor, Gaspar y Baltasar. La emoción de recibir un regalo que no esperas. La cara de satisfacción de la persona que te lo da. Suelen ser momentos con cierta magia. Como la víspera del día de reyes. Solo vienen una vez al año, desde el lejano Oriente, pero por favor, papás, sed sensatos.
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¿Cómo de larga es la carta a los reyes magos de vuestros hijos? ¿Han tenido que hacer una selección? ¿Creéis que les traerán todo lo que piden? Recuerdo el refrán de contra el vicio de pedir, la virtud de no dar, pero tampoco me fío mucho del sentir popular que tiene frases para todo. Hay casas por las que solo pasa Papá Noel o los reyes magos, y otras reciben las dos visitas. A veces, van también a los domicilios de primos, abuelos, tíos y demás familia dejando al niño con buen número de paquetes. Sin contar con el quebradero de cabeza de donde meter tanto presente en casa. ¿Es necesario?
El cerebro del niño tiene una capacidad de atención limitada y 3 regalos es una buena cifra para que puedan prestar atención y "enterarse de lo que ven", asegura el neuropsicólogo Álvaro Bilbao, autor de El cerebro del niño explicado a los padres(Plataforma Editorial). Si tiene hermanos, hay que contar con que los otros paquetes también distraen la atención. Álvaro Bilbao dice que es normal que los abuelos quieran poner su granito de arena, pero recomienda a tíos y primos que no intervengan porque solo contribuyen a hacer que la emoción de los regalos se diluya.
Las características de un buen regalo de reyes
"Para mi lo que hace que el regalo sea bueno son varias cosas y todas importantes. En primer lugar que sea adecuado a la edad. En segundo lugar, que vaya a ser algo con lo que juegue más allá de la ilusión de los dos primeros días. En tercer lugar, que sea algo que conecte con el deseo", dice Álvaro Bilbao que aconseja fijarnos en las cosas que le llamaron la atención durante el año, en aquel juguete que pidió por su cumple o vio en casa de un amigo y del que todavía sigue hablando o de aquello que vio en la tienda y que hizo que se le iluminarán los ojos de una manera especial. "A veces las mejores opciones no están en la carta sino en la observación y los conocimientos que tenemos sobre lo que gusta a cada niño en particular", asegura.
Hay que poner límites a las peticiones a los reyes magos
Otro asunto peliagudo es si los reyes tienen que traer la lista completa de lo que les llega por carta. "Si fuera así, pedirán todo. Es bueno que haya un tope en el número de regalos y que entiendan que hay límites en la vida. Dentro de que es bueno que vean cumplidas las ilusiones, no es malo que haya algún juguete que no esté tan acertado. Las frustraciones también son parte de la vida", afirma Álvaro Bilbao.
Si hablamos de bebés o niños pequeños hay que tener en cuenta que su cerebro no aprecia las mismas cosas que los adultos o los niños mayores. "A veces les regalamos un jerseicito para verles guapos o un juguete que el niño va a chupetear. Sin embargo, quizá prefieran una mantita suave o un portabebés que les permita estar cerca de sus padres", dice Bilbao que recomienda que siempre haya algún regalo que fomente el ejercicio como una bicicleta, unos patines, una raqueta de tenis o unas botas de montaña.
Las consecuencias negativas para el cerebro de los niños
Que los reyes traigan muchos regalos tiene consecuencias negativas para el cerebro de nuestros hijos como no valorar los que tienen. Álvaro Bilbao recuerda que la frustración es parte de la vida y que comprarles todo para que no sufran o sean más felices es una estrategia poco eficaz. "Los adultos más felices no son los que tienen todo, sino aquellos que sienten que lo que tienen es suficiente, sabiendo a la vez que hay muchas cosas que no tienen", concluye.
Regalar es un arte, eso lo saben bien Melchor, Gaspar y Baltasar. La emoción de recibir un regalo que no esperas. La cara de satisfacción de la persona que te lo da. Suelen ser momentos con cierta magia. Como la víspera del día de reyes. En más de una casa con niños ya crecidos se mantiene la tradición de poner los zapatos cerca de una ventana o balcón, por si cae algo. Al fin y al cabo, solo vienen una vez al año del lejano Oriente. Pero, por favor, sed sensatos. Aunque cueste alguna rabieta.