National Geographic se enamora de esta aldea cerca de Zaragoza: un paraíso para el fan de lo medieval

National Geographic se enamora de esta aldea cerca de Zaragoza: un paraíso para el fan de lo medieval

Un pintoresco pueblo que tiene “aspecto de capital”.

Valderrobres.Getty Images

Teruel, una de las grandes olvidadas de España, es una provincia llena de encanto que, a pesar de su bajo perfil, alberga tesoros únicos. Bajo el lema “Teruel existe”, esta región aragonesa ha luchado por reivindicar su riqueza cultural, histórica y natural. Cuenta con algunos de los municipios mejor valorados del país, reconocidos oficialmente en la lista de Los Pueblos Más Bonitos de España, auténticos paraísos para los amantes de lo medieval.

Entre todas sus localidades, hay una que rebosa tanto encanto que ha llamado la atención de la revista especializada National Geographic. Se trata de Valderrobres, un pueblo medieval ubicado en la comarca del Matarraña, que atrae a numerosos visitantes con su fascinante arquitectura y su atmósfera que te trasporta a una época pasada. Esta villa se ha consolidado como el destino perfecto para una escapada de turismo rural.

“Pese a no superar los 2.500 habitantes censados, Valderrobres tiene aspecto de capital”, asegura el medio especializado. Y es que este peculiar pueblo medieval cuenta con un skyline digno de una gran ciudad. Nada más entrar se puede divisar una ribera de casas señoriales a la puerta de San Roque y como telón de fondo se encuentran la Iglesia de Santa María la Mayor y el castillo gótico, creando una postal única que fascina a todo el que tiene la suerte de visitarlo. 

Un entorno natural privilegiado

National Geographic ha destacado a este pueblo no solo por su valor histórico, sino también por su entorno natural. La comarca del Matarraña es conocida como la "Toscana española" por sus paisajes de viñedos, olivos y pinares, lo que la convierte en un lugar ideal para hacer senderismo y disfrutar de la tranquilidad. Además, Valderrobres está construido sobre una pequeña montaña que parece vencer las leyes de la gravedad.

Una vista aérea de Valderrobres.Getty Images/iStockphoto

Debido a su ubicación, el municipio se compone de largas escalinatas cuya pendiente a veces requiere de alguna que otra parada para recuperar el aire. Para adentrarnos en sus pequeñas calles debemos cruzar primero un puente de piedra a la entrada del pueblo que fue construido para sortear el caudal del Matarraña sin mojarse. Este elemento fue concebido para dar acceso al recinto amurallado, llegando a formar parte así de la entrada.

Al otro lado de este puente se encuentra la majestuosa entrada que ha sido objeto de tantas fotografías. A este paso se le conoce como el Portal de San Roque, una fachada almenada que se encuentra en un ligero contrapicado que impone más de lo que parece. Lo más llamativo de esta entrada son los dos leones de piedra que la custodian, símbolos de protección y fortaleza, que reciben a los visitantes con su mirada solemne.

Finalmente, cabe destacar que desde inicios del siglo XIV Valderrobres se convirtió en un importante enclave para el clero aragonés, ya que varios obispos de Zaragoza eligieron este pintoresco pueblo como su residencia de veraneo. Por lo que este pueblo se consolida como un destino que combina historia, belleza y serenidad, un sitio perfecto para escapar del bullicio de la ciudad y sumergirse en su magia medieval.