La villa medieval francesa a las puertas de Cataluña con un señor castillo en lo alto de sus escaleras sin fin

La villa medieval francesa a las puertas de Cataluña con un señor castillo en lo alto de sus escaleras sin fin

Un pueblo que te quitará el aliento de una forma u otra.

Rocamadour (Francia).Getty Images

En España abundan los paisajes y villas de ensueño, con una rica diversidad de encantos naturales y arquitectónicos que parecen sacados de una película. Sin embargo, para quienes desean explorar destinos internacionales sin alejarse demasiado de casa basta con cruzar la frontera y descubrir algunas joyas naturales de los países vecinos. Hoy te traemos el caso de una preciosa villa medieval francesa que se encuentra a tan solo un paso de Cataluña.

Estamos hablando de Rocamadour, un pueblo del sur de Francia que parece sacado de un cuento. Con una ubicación privilegiada en la región de los Pirineos, esta localidad se encuentra excavada en un acantilado de roca caliza sobre el río Alzou, pareciendo desafiar las propias leyes de la gravedad. Las casas, los tejados y las demás edificaciones emblemáticas parecen formar parte de la roca.

Esta villa de apenas 630 habitantes se ha convertido en el segundo destino más frecuentado de Francia, superado solo por el Mont Saint Michel. Si atravesamos la puerta fortificada du Figuier, la cual da entrada a esta pequeña aldea medieval, llegaremos a la rue de la Couronnerie que, a pesar de ser la única calle de Rocamadour, cuenta con un gran ambiente y está repleta de tiendas y restaurantes. 

La subida te dejará sin aliento

Si por algo es conocido este pueblo francés es por su legendario castillo que corona una serie de interminables escaleras que llevan hasta lo más alto de la colina. No obstante, lo que se permite recorrer en realidad son sus murallas, ya que el propio castillo es de propiedad privada y no admite visitantes. Aunque desde los sitios habilitados para el paso se pueden disfrutar de unas privilegiadas vistas al hermoso jardín interior de la fortaleza.

Ante todo, Rocamadour siempre ha sido un lugar destacado de peregrinación, por lo que alberga algunas reliquias religiosas que acogen cada año a miles de visitantes. Uno de los lugares más populares es el Santuario venerado de la Virgen Negra, el cual recibe oraciones de peregrinos desde el siglo XII. Eso sí, para llegar a este lugar de culto es necesario subir antes su monumental escalera de 216 peldaños que conduce a una explanada donde se erigen hasta ocho iglesias y capillas. 

Una subida apta solo para los mejores pulmones pero que, sin duda, merece la pena por llegar al paraíso en las alturas. Si nos adentramos en la capilla más visitada de todo el Santuario, aquella que cuenta con una pequeña figura de madera de la Virgen Negra, podemos encontrar todo tipo de decoraciones que llaman la atención. Esta virgen es patrona de los marineros, por lo que del techo cuelgan un montón de ofrendas en forma de maquetas de barco de aquellos navegantes que buscan amparo y protección.

A pesar de su pequeño tamaño, Rocamadour ha conseguido preservarse como uno de los grandes tesoros de la región, fusionando la belleza natural de los acantilados con un rico patrimonio histórico y religioso. Hoy en día sigue asombrando a todo aquel que se atreve a recorrer sus sinuosas calles, ascender sus interminables escalones y perderse en la serenidad de sus vistas, toda una experiencia disponible a un paso de Cataluña.