Esta es la calle más curiosa de toda Pamplona
Una nomenclatura que hace honor a sus características físicas.
En muchas ciudades del mundo existen calles que, más allá de su importancia geográfica o de los negocios que alberguen, destacan por sus nombres peculiares que despiertan la curiosidad de quienes las recorren. Estos nombres, normalmente cargados de historias o leyendas, se convierten en puntos de interés que reflejan la identidad cultural y el pasado de la localidad. En esta línea, Pamplona puede presumir de tener una calle cuanto menos curiosa.
Si nos adentramos en el casco antiguo de esta ciudad de Navarra llegamos a una calle sin salida ubicada junto a la catedral. Se trata de la calle Salsipuedes, una pintoresca y sinuosa vía que parece sacada de un laberinto. Forma parte de la plazuela de San José, un tosco e irregular cuadrilátero delimitado por el muro gótico de la catedral y la puerta medieval que da nombre a este espacio público.
Entre los muros que forman este callejón está el convento de las Carmelitas Descalzas, que actualmente viven en clausura. Desde su interior también podemos apreciar la negra fuente de peces rematada por faroles de época que adorna la vía cortada. Un dato curioso es que Pamplona no es la única ciudad que tiene una calle llamada Salsipuedes, ya que Madrid, Jaén o Cudillero siguen sus pasos, pero si puede presumir de ser una de las calles más cortas de España.
¿Por qué se llama así?
Su origen se remonta a tiempos antiguos, y aunque no existe un registro oficial que aclare su procedencia exacta, la teoría más extendida sugiere que el nombre hace alusión a la complicada y confusa disposición de la calle. Eso sí, se sabe que recibió este nombre de forma oficial en 1861 por decisión municipal, aunque lo cierto es que este callejón ya era popularmente conocido incluso un siglo antes de su nombramiento.
La ausencia de comercios o portales cercanos a esta calle, más allá del acceso a la residencia de las monjas de clausura, permite a los visitantes perderse entre los altos muros y apreciar el ambiente tranquilo que se respira en los alrededores de la plazuela. Además, desde esta vía se puede apreciar con atención la fachada del convento, la cual fue diseñada por Florencio Ansoleaga y está presidida por una figura de San José con el niño en brazos.
Hoy en día, Salsipuedes está protegida por una verja de metal que se cierra al terminar el día para preservar la tranquilidad de sus vecinos, lo cual no siempre ha sido posible. Debido a su peculiar apodo, esta calle suele estar frecuentada por locales y turistas que disfrutan explorando el casco antiguo de la ciudad. Las casas tradicionales que adornan la acera conservan el ambiente de una época pasada que nos hace viajar en el tiempo.
Este tipo de nomenclaturas no es inusual en otras ciudades medievales, donde las calles solían ser nombradas en función de sus características físicas, de las actividades que se realizaban en ellas o incluso en algunas leyendas populares. En el caso de la calle Salsipuedes, su nombre ha perdurado a lo largo de los años, convirtiéndose en uno de los más originales a nivel nacional.