El pueblo escondido cerca de uno de los países más peligrosos libre de impuestos
El mayor inconveniente que pone una de sus habitantes es "no poder recibir pollo frito a domicilio".
Su origen se remonta a tiempos no muy lejanos, a 1953. Tras la Guerra de Corea, con el fin de mantener a los ejércitos de cada uno de los países separados. Se trata de la Zona Desmilitarizada, que se encuentra entre las dos Coreas, la del norte —en la que no existen oficialmente los impuestos— y la del sur, alberga dos aldeas: Peace Village, al norte de la línea de fuego, y Freedom Village, al sur.
Para poder llegar hasta este último es preciso pasar unos cuantos puestos de control. Y, tras las filas de tanques blindados, se abren a los turistas y residentes multitud de campos de arroz y varias agrupaciones de casas. En una de ellas viven Gyung-ho y Mi-sun.
Esta pareja, que ha compartido su historia con la cadena de televisión británica BBC, vive en este pueblo junto a sus dos hijos pequeños. Los cuatro conforman una imagen inusual, dado que la población en este particular municipio está cada vez más envejecida y aquellos que son más jóvenes terminan marchando.
El mayor obstáculo que encuentra en su día a día en una zona de desmilitarización es "no poder recibir pollo frito a domicilio", ha confesado al ya citado medio británico, además del estricto toque de queda que hay cada noche.
Las fuerzas que están al frente de esta región son el Comando de las Naciones, que lidera Estados Unidos. Y en el pueblo no hay instalaciones médicas ni tiendas y todos sus habitantes viven bajo la protección de ocho centenas de soldados. Antaño, para salir de allí, únicamente disponían de un autobús a la semana. Ahora no, hay tres cada día.
Sin embargo, hay quien no les saca el máximo partido. Como Kim Dong-rae, una mujer de 95 años que nació en este municipio antes incluso de que la guerra tuviera lugar.
Antes, cuando salía de su pueblo para aprovechar las noches de fin de semana, no podía volver hasta el siguiente viernes. Ahora, sólo sale una vez cada dos meses para ir a la peluquería. "Me gustaría poder hacerlo más, pero es una molestia", ha contado a la BBC.