El espectacular bosque asturiano considerado Reserva de la Biosfera que en otoño se tiñe de magia
Un destino que combina belleza, biodiversidad y desconexión.
Asturias es una región privilegiada por su diversidad paisajística, donde montañas imponentes se encuentran con verdes valles, ríos cristalinos y la costa cantábrica. Este paraíso natural en otoño se transforma en todo un espectáculo visual, con sus bosques pintados de tonos ocres, dorados y rojizos, creando un ambiente mágico. Sin duda, es el destino ideal para los que buscan la belleza de la naturaleza en su estado más puro y efímero en esta estación del año.
Esta región esconde entre sus montañas y valles profundos uno de los rincones más nostálgicos e impactantes a partes iguales. Se trata del Bosque de Muniellos, uno de los mejores patrimonios naturales de Asturias. De hecho, es un lugar tan protegido y bien cuidado que tan solo unos 20 afortunados al día pueden acceder a su interior, una visita que requiere haber rellenado previamente unas inscripciones anuales.
Este bosque fue catalogado Reserva de la Biosfera por la UNESCO en el año 2000 y forma parte del Parque Natural de Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias. Se consolida como el mayor robledal de toda España e incluso uno de los mejor conservados de Europa. El hecho de tener un acceso restringido garantiza una experiencia tranquila y sin aglomeraciones, donde puedes adentrarte y conectar con la naturaleza en su estado más puro.
Una variada biodiversidad
Este espacio natural es especialmente impresionante en otoño, cuando los robles centenarios que dominan las laderas cambian de color y el paisaje se tiñe de tonos cálidos que parecen abrazar a sus visitantes en cada paso que dan por su interior. El contraste con el verde profundo del musgo y los helechos que tapizan el suelo crea una atmósfera mágica que es digna de visitar al menos una vez en la vida.
Además, Muniellos no solo es conocido por su belleza, sino también por su extraordinaria biodiversidad. En sus frondosos paisajes habitan especies tan emblemáticas como el oso pardo y el urogallo cantábrico, además de otras como los lobos y los corzos. Un equilibrio perfecto entre flora y fauna que ya forma parte de su legado y que se convierte en la razón de su protección tan estricta pero a la vez necesaria.
Recorrer sus senderos en otoño es una experiencia única, donde el silencio solo es interrumpido por el crujir de las hojas bajo los pies o el canto lejano de alguna ave. Un remanso de paz que invita a la reflexión y al que es muy fácil acceder: tan solo debemos rellenar una solicitud online de forma gratuita en su página web. Sin duda, visitar este paraíso natural en otoño es una experiencia inigualable que no deja indiferente a nadie.