El bosque de Málaga con un gran encanto natural en otoño
Un paraje natural que se tiñe de colores rojizos, dorados y ocres.
Con la llegada del otoño los paisajes naturales se visten de tonos rojizos, ocres y dorados, ofreciendo un espectáculo visual que anuncia el cambio de estación. Es en esta época cuando la naturaleza muestra su rostro más melancólico y sereno, invitando a disfrutar de su belleza efímera y sus alfombras de colores que se forman de la caída de las hojas de los árboles. En este sentido, hay un bosque malagueño que adquiere gran encanto en esta época del año.
Se trata del Bosque de Cobre, uno de los paisajes más espectaculares de la Serranía de Ronda. Concretamente, se ubica en el precioso Valle del Genal y está compuesto por castaños de gran tamaño, algunos de ellos centenarios. En esta época otoñal los diversos caminos que componen este paraje natural se tiñen de tonos rojizos y dorados que atraen a amantes de la naturaleza y fotógrafos impactados con la estampa visual que se forma.
Este bosque se extiende por varios municipios del interior malagueño, tales como Alpandeire, Cartajima, Igualeja, Benadalid, Faraján, Jubrique, Benalauría, Genalguacil, Júzcar, Parauta, Pujerra y Yunquera. Durante los meses de octubre y noviembre, todos estos pueblos se dedican a la recogida de la castaña, una actividad que resulta en una gran fuente de ingresos de la zona ya que muchos de sus platos más populares integran este alimento en sus recetas.
El mejor sitio para perderse
El atractivo principal de este lugar no solo reside en su paisaje, sino también en la biodiversidad que alberga, ya que es hogar de una gran variedad de aves y animales autóctonos. Además, entre sus senderos podemos encontrar numerosos miradores desde los que disfrutar de las mejores vistas, tales como el mirador natural del castañar (Pujerra), el mirador de los castañares (Atajate) o el del mismo nombre que hay en Benadalid.
Los pueblos que rodean este mágico paraje organizan actividades culturales y gastronómicas que permiten a los visitantes sumergirse por completo en la vida rural. Entre todas las opciones destacan las jornadas micológicas, las rutas guiadas y la degustación de platos tradicionales a base de castañas, como la caldereta de cordero con castañas, la crema de castañas con matalahúva o el flan de castañas, entre muchos otros.
El denso bosque de alcornoques y castaños, donde algunos alcanzan los 25 metros de altura, ofrece un extenso paraje para hacer senderismo y perderse entre la explosión de tonalidades ocres, doradas y rojizas. Una invitación a paseos tranquilos y a disfrutar de la paz que solo la naturaleza puede ofrecer, convirtiéndose en la escapada perfecta para los que buscan desconectar del ajetreo de la ciudad.