Epílogo de verano: los destinos más aplaudidos para alargar las vacaciones
Entre atardeceres mediterráneos, playas serenas o impresionantes vistas al Atlántico.
El verano es una explosión de optimismo y alegría ante un horizonte de descanso y desconexión: jornadas de playa, paseos por la naturaleza, comidas sin prisas, largas siestas, noches sin fin...
Y no, esa sensación de relax y felicidad no acaba en el mes de agosto. En septiembre también es verano y alargar las vacaciones durante las últimas semanas puede ser una de las mejores opciones para recuperar la rutina con fuerzas renovadas. Así que organizar una escapada para despedirnos del verano de la misma manera que le dimos la bienvenida, frente al mar o en la piscina, de turismo o sentados en una buena mesa, se plantea como un plan ideal.
Una decisión que tiene otras ventajas más allá de extender los días de asueto: los precios son más asequibles, los lugares no están abarrotados, las playas aún invitan al baño y las temperaturas son más agradables, y todavía hay fiestas populares y eventos musicales de los que disfrutar.
Además, no hace falta coger un avión ni echarse a la carretera durante horas. Nuestro país, su generoso clima y su afortunada geografía, esconden rincones y destinos en los que abandonarse al hedonismo y decir 'adiós' al verano con las mejores vistas, una rica gastronomía y una oferta histórico-cultural irresistible.
En aguas del Mediterráneo, en tierras africanas o frente a la costa atlántica, estos son los destinos más aplaudidos para alargar las vacaciones
El infinito verano de la Costa Brava
No hay un rincón más ideal para alargar el verano: la Costa Brava. A finales de agosto y a principios de septiembre, el clima acompaña, la tibieza del agua de su mar permite disfrutar de los últimos baños y tiene al alcance todo lo necesario para concederse un último homenaje antes de recuperar la rutina.
Situado en lo alto de un acantilado, la punta d’es Muts desde la que se otea en toda su plenitud el Mediterráneo, el Parador de Aiguablava (Begur, Girona) es una de las joyas de la corona de la red de alojamientos.
Fue inaugurado en los años 60 y reabrió sus puertas en 2020 tras una intensa reforma en la que se diseñaron modernos espacios por los que se cuela el paisaje y en los que reluce su extensa colección de arte contemporáneo catalán, de más de doscientas obras.
Ya solo queda abrocharse el albornoz y rendirse a la panorámica que se disfruta desde el spa del Parador: de ahí es imposible moverse pues el circuito y los tratamientos atrapan a sus huéspedes.
Por último, recomendamos abandonarse a contemplar el inmenso lienzo de Modest Cuixart, Cennino Cennini o libro del arte, que preside uno de los salones y reservar mesa en el restaurante para observar los veleros pasar mientras se degusta un buen pescado de lonja o un arroz de Pals. ¿De verdad que el verano ha terminado?
La serenidad en la Costa da Morte
El final del verano no es el final de la vida feliz de la misma manera que el mundo no se acaba en este rincón de Coruña donde se levanta el Parador de Costa da Morte, el lugar perfecto para desconectar, entre un bravío Atlántico y una indomable naturaleza.
El alojamiento, situado cerca del Cabo Fisterra, histórica frontera entre la leyenda y lo conocido, ha reavivado la vida del concello de Muxía, y forma parte del verde y salvaje paisaje de esta zona, punto de encuentro entre el Atlántico y el Cantábrico.
Sin duda, es un lugar para disfrutar despacio, con calma, salivando, celebrando la serenidad y la quietud que contagian las vistas que ofrece cada habitación a la preciosa playa de Lourido.
Antes de volver a la realidad, resulta sanador sentarse a mirar el horizonte desde la piscina —abierta hasta el 15 de octubre—, refrescarse en el mar y caminar despacio por los pasillos y zonas comunes, como el museo territorial que, a través de su colección de esculturas y fotografías contemporáneas, de autores de la zona, habla de la historia y la cultura gallega.
Sorprende la gran Ola de 75 piezas en madera de Álvaro de Vega. Emociona la conmovedora imagen de Manuel Ferrol de una despedida… Revitaliza su spa, con su panorámica (única), y sus instalaciones y tratamientos, reconocido como el mejor de España —así que no puedes irte sin probarlo—. Y reconcilia con el mundo la lectura de uno de los libros su biblioteca desde una de las hamacas que miran al paisaje..
¿Se necesitas algo más? Por supuesto, buena cocina. En su restaurante, Nosa Señora da Barca, donde continua el espectáculo panorámico, los pescados y mariscos de lonja y los platos tradicionales de la región son su santo y seña. Recomendables los percebes de Muxía y los Longueirons de Fisterra y no olvidar también de la caldeirada de raya o el arroz con bogavante.
En la Costa del Sol nunca se acaba el verano
Algunas de las mejores playas de España están en la Costa del Sol. También goza de unas temperaturas envidiables, perfectas para darse un baño y aventurarse a recorrer los bonitos pueblos que salpican la región sin el sofocante calor de meses atrás. Por eso, este rincón es un destino ideal para despedir el verano.
Hay otro aliciente más para elegirlo: el arte, que forma parte de la identidad malagueña. Por algo la llaman la ciudad de los museos: Museo Picasso Málaga, Museo Carmen-Thyssen, Museo Automovilístico y de la Moda, Museo Interactivo de la Música, Centro de Arte Contemporáneo… ¿O es que pensabas que todo aquí era playa? Nada más lejos: alcazaba, teatro romano, catedral…
Merece la pena visitar este 'paraíso' que se despliega alrededor, aunque muchos de los que entran en el Parador de Málaga Gibralfaro quisieran no tener que salir de allí.
El alojamiento, sobre el monte Gibralfaro, cuenta con las mejores vistas de la ciudad. Desde su terraza, la panorámica de la bahía de Málaga es espectacular. Igual que desde la piscina del ático que, por cierto, abre todo el año —salvo enero por mantenimiento—. Darse un baño, disfrutar del momento y de la preciosa estampa malagueña y rematar en el restaurante con un gazpachuelo malagueño y un rico pescado serán los planes que lo convertirán en inolvidable.
Una prórroga en la playa de Las Catedrales
Con el termómetro comedido de esta época —sin bajar de los 17 °C ni superar los 27°C—, esta tierra lucense que gira en torno a la ría pide prórroga veraniega para disfrutar de sus maravillosas playas. No sólo la de Las Catedrales, la más conocida, declarada Monumento Natural por sus acantilados de más de 30 metros de altura esculpiendo a capricho una suerte de arcos y bóvedas naturales, también otras joyas del litoral como la de Os Castros, más surfera, o las de Esteiro e Illas, más familiar.
Ribadeo saluda a su vecina Asturias, al otro lado de la Ría del Eo, desde el esplendor de una villa marinera de esencia indiana, de bella arquitectura y exuberantes jardines, plagados de palmeras que conviven con camelias y magnolios. Pues en medio de este edén se encuentra el Parador de Ribadeo, una casona gallega en plena desembocadura que promete las mejores vistas de la ría. Contemplar el paisaje desde su apacible terraza o degustar sus arroces caldosos, su pulpo a la gallega y sus especialidades marineras son dos de los grandes placeres que brinda el alojamiento. Si alguien pregunta a qué sabe el Cantábrico, aquí estará la respuesta.
Inolvidables atardeceres de la costa alemeriense
El mejor antídoto para el síndrome postvacacional puede ser este rinconcito almeriense que mira de cerca al Cabo de Gata. Mojácar es un pueblo blanco, de laberínticas callejuelas y arquitectura de esencia moruna, que vigila la sierra Cabrera y un litoral de salvajes playas y ambiente bohemio.
Es el marco perfecto para dilatar la buena vida y seguir celebrando il dolce far niente, el mero placer del disfrute, como el de pasear por el pueblo y descubrir sus bonitas plazas, como la Nueva o la del Parterre, o visitar el Museo de la Canana, una casa perfectamente conservada, con mobiliario original, que devuelve a la forma de vida y costumbres tradicionales, a las casas de nuestros abuelos.
A sólo 5 minutos del pintoresco pueblo, en plena playa, se levanta el Parador de Mojácar, el delicioso alojamiento desde el que despedir el verano. Asomarse a la terraza, sentir el mar, abrazar la brisa, dejarse llevar por la vida mediterránea... O mejor darse un chapuzón en la piscina, relájarse en su zona wellnes y sucumbir a una carta marinera que propone guisos tradicionales y las siempre espectaculares gambas rojas de Garrucha. El último deseo por cumplir: disfrutar del mágico atardecer; pura belleza.
El esplendor de las tierras africanas
Continuamos en busca de las mejores vistas; en esta ocasión desde el cabo de Tres Forcas, en tierras africanas, en pleno corazón de la región del Rif. Allí, en el Parador de Melilla espera la mejor panorámica de la ciudad y de la costa desde su privilegiada posición elevada, junto al centro histórico conocido como Melilla La Vieja, zona medieval perfectamente conservada, igual que la arquitectura modernista de sus edificios y sinagogas, mezquitas e iglesias que salpican sus calles.
Pero son muchos más los atractivos de este lugar aún desconocidos por muchos, incluido el museo egipcio o los Aljibes de las Peñuelas. Y, por supuesto, las bonitas playas con las que alargar la magia estival, como la de los Cárabos, la Ensenada de los Galápagos, la de San Lorenzo o la de la Hípica.
Disfrutar de la ciudad, explorar el interior... sin olvidar que a la vuelta espera el Parador con sus bonitos jardines, la piscina y una deliciosa cocina arabigoandaluza con especialidades como las pastelitas de pollo especiadas, el cazón en adobo suave o el helado de hierbabuena y de cuscús.