"Trabajar con la enfermedad oncológica implica estar en contacto con el sufrimiento humano a diario"
Profesionales sanitarios que atienden a pacientes de cáncer cada día cuentan su realidad, sus dificultades y cómo afecta a su salud mental.
Cuando se diagnostica a una persona con cáncer se suele recordar la importancia de rodearse de una buena red de apoyo durante le enfermedad y el tratamiento. Esta red suele ser la familia, los amigos o la pareja, pero también los médicos, enfermeras, auxiliares o psicólogos que trabajan día a día con estos pacientes.
Los profesionales sanitarios se esfuerzan cada día no solo para intentar curar la enfermedad sino también por tranquilizar, apoyar y acompañar a los pacientes oncológicos que se enfrentan en numerosas ocasiones a tratamientos dolorosos o diagnósticos poco esperanzadores.
Vivir a diario esta realidad afecta inevitablemente a la salud mental de los profesionales, que además también asumen condiciones precarias y plantillas mermadas. “Si bien es cierto que los profesionales sanitarios han elegido la especialidad de la oncología, sea cual sea su disciplina no quita que se trate de una enfermedad compleja, de larga duración, con diversos momentos donde hay que enfrentar malas noticias, dificultades familiares, y sostener el sufrimiento de la persona que tienes enfrente”, recuerda Ana Monroy, psicooncóloga de la Asociación Española Contra el Cáncer.
La situación se agrava cuando la “presión asistencial es elevada y el tiempo entre paciente y paciente inexistente”, pero también por la falta de recursos a los que acudir en algunos hospitales cuando los profesionales están sobrepasados por la situación. Esta es una de las razones por las que Luis León, oncólogo médico del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela y coordinador del Grupo SEOM de Resiliencia, se ha implicado en intentar que se asegure que los sanitarios tienen herramientas “para cuidar su salud mental y mejorar no solo ellos mismos, sino tratar en mejores condiciones a sus pacientes”.
Cómo afecta el día a día en la salud mental de los profesionales
“La verdad es que todos los días atendemos a pacientes, desde los que tienen tumores más localizados y van bien, pero también tenemos pacientes con enfermedad avanzada, metastásica y que acabarán falleciendo de la enfermedad. Entonces te enfrentas a situaciones de síntomas físicos como el dolor o las náuseas, y a la parte emocional y afectiva del miedo a lo que va a venir, la preocupación de ‘los que se quedan cuando yo no esté o si me voy a curar de la enfermedad’, y eso muchas veces te desgasta bastante”, relata León.
Para Eva González, supervisora de enfermería del servicio de Hospital de Día del Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo, el día a día de su trabajo le afecta psicológicamente tanto de manera positiva como negativa. “La positiva porque me enseña que la vida hay que vivirla. Con sentido, pero hay que disfrutarla. Entonces yo cada vez que salgo de aquí digo ‘estoy bien, vámonos a dar un paseo’ o algo tan simple como echarme la siesta, pero es mi momento y voy a disfrutarlo, no voy a ir con el piloto automático y voy a ser consciente de lo que estoy haciendo. Porque es lo que te dicen los pacientes: ‘disfruta porque esto ya ves, cuando te das cuenta te da un diagnóstico que te da un hachazo en la vida”, cuenta esta enfermera.
“En lo negativo pues dices, ‘madre mía’, piensas ‘cuándo estaré sentada yo en ese sillón, cuándo me tocará a mi...’ porque ves que esto va en aumento. Por desgracia cada vez más gente joven y da miedo, ya sea porque tienes hijos, porque estas en un rango de edad que es peligroso.... Te ves un poco reflejada y piensas ‘en cualquier momento caigo yo”, reconoce González sobre ese inevitable miedo.
“La realidad es que trabajar con la enfermedad oncológica implica estar en contacto con el sufrimiento humano a diario”, recuerda Ana Monroy, que asegura que “puede resultar abrumador” desempeñar el trabajo en situaciones tan complejas. Una complejidad que se ve incrementada cuando los recursos no son suficientes. “Si todo lo tienes organizado y esta correcto pues bueno, pero si le sumas que no tienes personal o que el personal no está lo suficientemente cualificado, que no domina lo que es la enfermería oncológica... todo suma”, asegura Eva González.
Por su parte Luis León cree que “claramente con medidas estructurales” mejoraría la salud mental de los profesionales. “Cuanta más presión, más pacientes, menos tiempo por paciente, incluso a veces no tener consultas y espacios suficientes... Si eso se cambia claramente terminaría en un mejor tratamiento para los pacientes y un menor estrés para los facultativos. Está clarísimo”, defiende el oncólogo.
La habilidad para comprender y acompañar a los pacientes
Al enfrentarse cada día a su trabajo, los profesionales sanitarios no solo tienen que dedicarse a administrar tratamientos o seguir la enfermedad del paciente, sino también acompañarlos y, en muchas ocasiones, dar malas noticias. “Es cierto es que desde la etapa de formación ya vas adquiriendo, de un modo informal porque aprendes de tus compañeros sobre cómo abordan ellos estas situaciones, entonces vas aprendiendo cómo dar malas noticias, cómo enfrentarte a las malas noticias, cómo dirigirte en cuanto a la comunicación verbal, no verbal, en cuanto a qué mensajes tienes que ir dando”, cuenta León.
“Depende mucho de la naturaleza de cada persona, cada uno lo llevamos de una manera distinta”, explica González. “Yo si veo que una persona necesita hablar conmigo y ser escuchada, lo detecto, paro, freno lo que tenga que hacer, me la llevo al despacho y hablamos con tranquilidad. Hay compañeros que igual no saben gestionarlo así, porque es duro. Es duro que una madre tenga a un hijo con 22 años y metástasis cerebrales, invadido por todos lados, que sabes que eso se acaba... Acompañar a esa madre es duro y hay compañeras que me dicen ‘habla con ella porque no puedo, me voy a echar a llorar’. Entonces pues igual me cojo yo a esa madre y hablo con ella”, relata la enfermera sobre su día a día.
En ocasiones, cuenta González, los pacientes y sus familiares ni siquiera esperan hablar, sino sentirse arropados. “A veces nuestro trabajo es simplemente estar, acompañar, entender ese sufrimiento, facilitar las cosas lo más que se pueda, que tengan nuestro arrope”, explica la enfermera.
“Tienes que intentar que tus problemas personales o tu nivel de estrés se contengan y que cuando tienes enfrente al paciente filtrar todo esto, porque el paciente ya bastante tiene como para que encima perciba que el facultativo está estresado, abatido o emocionalmente superado. Pero somos personas y hay veces que no es 100% posible no involucrarte”, recuerda Luis León.
Ana Monroy recuerda que “no existe una guía que establezca los pasos a seguir para abordar las situaciones complejas” pero es importante “tener una serie de habilidades en comunicación y estrategias a nivel emocional, con el fin de poder atender aquellas situaciones difíciles de la mejor manera posible”. “Es importante que ante escenarios como estos, donde el sufrimiento está implícito en cada consulta los profesionales que acompañan y tratan a los pacientes puedan tener también espacios y medidas de autocuidado”, asegura la psicooncóloga.
Los servicios a los que recurrir cuando se encuentran sobrepasados
A pesar de que tener un servicio al que acudir en ciertas situaciones es más que necesario, no existe como tal en el sistema sanitario. “No existe un servicio que de soporte a los profesionales sanitarios a pesar de que en numerosas ocasiones haya un gran volumen de estos profesionales que se encuentren desbordados emocionalmente y pasando por una situación de burnout”, explica Monroy.
“En la mayoría de los casos, aquellos profesionales que identifican tener una necesidad emocional debido a una situación de sobrecarga laboral, estrés o desbordamiento emocional acuden a la asistencia psicológica privada o solicitan la derivación a salud mental pero como paciente, no como profesional sanitario”, denuncia la psicooncóloga de la AECC.
Por su parte Luis Leon explica que “a nivel nacional es muy diverso cómo está organizado cada hospital”, pero que a nivel general se podría decir que “está todo infradotado”. “Si alguien necesita algo pues acude a un compañero psicólogo, pero no está establecido, ni es protocolario, ni los servicios tienen un referente al que pedir ayuda. Muchas veces la verdad es que hacemos un poco de terapia de grupo informal entre los compañeros, en sesiones o un día quedas y te vas a dar un paseo o a tomar algo con los compañeros”, cuenta el médico, que explica que si alguno tiene un problema más serio acude a psicología o psiquiatría como cualquier otro paciente.
Mientras, Eva González relata que en su hospital hay dos psicólogas a las que pueden acudir los profesionales pero que "tienen muchísimo trabajo" y normalmente están desbordadas. "Voy a reunirme con ellas para proponerles que nos haga alguna sesión para saber gestionar nuestras emociones porque al final nuestra mochila se va cargando. La mochila tiene el departamento personal, familiar, de trabajo... y si tienes un trabajo que, por así decirlo, es en negativo, pues todo suma y esa mochila se va cargando y tú te vas haciendo más pequeñito y te cuesta", reconoce la enfermera.
"Siempre le he dicho a la dirección que necesitábamos un apoyo psicológico porque al final estás trabajando casi todos los días con la muerte", explica González, que cree que es inevitable no empatizar con sus pacientes. "La prevalencia también ha aumentado y la gente que se diagnostica se queda muchos años con nosotros y cuando ves el deterioro tu patatita se resiente", asegura. La conclusión para ella es clara: "Es necesario el apoyo psicológico".