No hay consumo seguro, pero evitar la combustión es una vía alternativa para los que no dejan de fumar

En el mundo siguen existiendo más de 1.000 millones de fumadores y, según las previsiones de Organización Mundial de la Salud, no se espera que esa cifra cambie significativamente en el corto plazo. El último ‘Informe sobre tendencias del tabaquismo’, publicado en enero de este mismo año por esta organización, también recoge datos de nuestro país, donde prevé que el consumo en los próximos años se mantenga por encima del 20%.

Estos datos reflejan la necesidad de seguir trabajando en reducir las tasas de fumadores, pero también vienen a reflejar que las políticas tradicionales de prevención y cesación del tabaquismo no están teniendo toda la eficacia que se esperaba. Por ello, es necesario adoptar una visión holística y basada en la ciencia, que permita dar opciones a los adultos que no quieren dejar de fumar pero que demuestren ser mejores opciones que seguir consumiendo cigarrillos.

La mejor opción siempre es dejar de fumar

Todo el mundo sabe que fumar es un hábito adictivo y perjudicial para la salud, por lo que la mejor decisión que se puede tomar es no empezar nunca. Y si ya se ha hecho lo mejor es dejar el consumo de tabaco y nicotina por completo. Sin embargo, y como hemos visto, aún sigue habiendo miles fumadores. Por tanto, ¿qué más se puede hacer?

Aquí es donde entra en juego la ciencia. En los últimos años se ha invertido fuertemente en investigación científica para desarrollar productos alternativos al cigarrillo para los fumadores adultos que de otro modo seguirían fumando. La clave de estos productos es que, al contrario que el cigarrillo, no queman tabaco y, por tanto, no generan humo.

Los estudios han demostrado que son los elevados niveles de sustancias químicas nocivas y potencialmente nocivas presentes en el humo de un cigarrillo la principal causa de enfermedades relacionadas con fumar. Por tanto, al evitar la combustión, estas alternativas pueden reducir de manera significativa los niveles medios de sustancias nocivas que se emiten en comparación con el humo del cigarrillo.

Qué son exactamente estas alternativas sin humo

Los principales tipos de alternativas que encontramos hoy en día en nuestro país son los vapeadores y los dispositivos para tabaco calentado. Ambos productos, gracias a sus sistemas electrónicos, evitan la combustión, generando en consecuencia un aerosol sustancialmente diferente al humo del cigarrillo.

Por un lado, el vapeador calienta un compuesto líquido que puede contener nicotina agregada. Por otro, el dispositivo para tabaco calentado, como su nombre indica, calienta el tabaco a una temperatura suficiente como para liberar la nicotina, pero lo suficientemente baja como para evitar que se queme.

Por eso, aunque no están exentas de riesgo y con su uso se inhala nicotina (que es adictiva), las alternativas sin humo avaladas por la ciencia son una mejor opción que seguir fumando porque tienen el potencial de reducir significativamente la exposición a sustancias químicas dañinas en comparación con los cigarrillos.

Existe la posibilidad de ayudar a combatir el impacto que genera el tabaquismo en la salud pública si conseguimos complementar las estrategias existentes de prevención y cesación con un enfoque de reducción del daño, que favorezca que los fumadores adultos, que de otra forma continuarían fumando, cambien a mejores alternativas, revirtiéndolo en un impacto en la salud pública. Por ello es esencial proporcionar a los fumadores adultos información veraz basada en evidencia científica que les permita tomar decisiones informadas.