No es lo mismo que la demencia y sí hay forma de prevenirlo: siete respuestas y mitos sobre el Alzheimer
La neuropsicóloga Nina Gramunt atiende a 'El HuffPost' para resolver algunas dudas sobre esta patología.
Alrededor de 800.000 personas padecen Alzheimer en España, según los últimos datos de la Sociedad Española de Neurología, que datan de septiembre de 2023. Se trata de una enfermedad de la que todavía hay mucho desconocimiento en la cotidianidad del día a día.
Por ello, la doctora especializada en neuropsicología de la Fundación Pasqual Maragall, Nina Gramunt, desmiente algunos de esos mitos y responde a una serie de preguntas en conversación con El HuffPost.
No, el Alzheimer y la demencia no son lo mismo
"No", asegura la experta, que precisa que una es consecuencia de la otra. "El Alzheimer", prosigue, "es la principal causa de demencia". Esta última es "un deterioro progresivo de las facultades cognitivas", como puedan ser la memoria o la atención, y viene motivada por algún tipo de alteración o enfermedad en el cerebro "y el Alzheimer es la más frecuente", apostilla la neuropsicóloga.
La genética no juega un papel tan importante
"El Alzheimer sólo está determinado genéticamente en un 1% de los casos", sostiene la doctora Gramunt, que señala que hay factores de riesgo modificables, como los hábitos de vida, y no modificables, entre los que se encuentran el envejecimiento y otros que están en investigación, como la correlación entre el desarrollo de la enfermedad y el sexo biológico femenino.
En este sentido, los datos señalan una mayor prevalencia de demencia tipo Alzheimer entre mujeres. Según recoge la Fundación Ace Alzheimer Center Barcelona, la proporción de féminas con la enfermedad es del 7,1% frente al 3,3% que se han registrado entre hombres.
¿Sólo desarrollan la enfermedad las personas mayores?
"A partir de los 70 u 85 años es el contexto en el que es más probable que se pueda desarrollar la enfermedad", explica la neuropsicóloga. Ahora bien, hay casos más precoces, como los que se enmarcan en ese 1% en el que "es mucho más probable", detalla Gramunt, que la enfermedad aparezca previamente, "como antes de los 60 años", añade, antes de concluir que estos casos "son minoría".
¿Se puede prevenir?
"Sí, entendiendo la prevención como una disminución del riesgo de aparición de la enfermedad a largo plazo", afirma la experta de la Fundación. A diferencia de lo que ocurre con otras enfermedades, como pueda ser el tétanos, que con una vacuna "prácticamente se garantiza que no vamos a desarrollar la enfermedad", continúa, sí que se puede disminuir la probabilidad de padecer Alzheimer a largo plazo.
Para lograrlo, detalla, "sería mediante la modificación de los factores de riesgo modificables". Estos son variados. Por un lado, tienen que ver con tener controlada y bien cuidada la salud cardiovascular, pero también con dejar de lado algunos hábitos, como el alcohol y el tabaco. En su lugar, la experta recomienda tratar de potenciar otros más saludables, como una nutrición adecuada y realizar actividad física. Asimismo, subraya la importancia de "estar activo mentalmente" e insta a socializar, evitar el aislamiento y "asegurarnos de tener una mente estimulada".
El papel de la farmacología
Por ahora, según Gramunt, los fármacos de los que disponen tienen efecto sintomático, "es decir, alivian los síntomas, mejoran el bienestar y la calidad de vida", precisa. Sin embargo, "estamos asistiendo a un momento muy esperanzador", esgrime.
El motivo radica en que en Estados Unidos ya han dado luz verde a la comercialización de un nuevo medicamento con el que tratar las fases primarias de la enfermedad. Este, según han explicado desde el centro de investigación en prevención del Alzheimer Barcelona Beta, ataca directamente a las placas de proteína amiloide que se acumulan en el cerebro al comienzo del desarrollo de la patología.
"Por el momento, en Europa todavía no ha sido aprobado", aclara la doctora Gramunt, que puntualiza que "no es que esté cerrada la decisión, pero es cierto que es un momento que es complejo". De la misma forma que ha sucedido con otras enfermedades y otros medicamentos, este "también tiene unos riesgos asociados y tienen que depurar todavía algunas cuestiones" del mismo, prosigue la doctora.
En cualquier caso, la experta opina que este avance "es un mensaje muy positivo", dado que es la primera vez que se están empezando a ver "efectos en algunos nuevos fármacos que modifican el curso de la enfermedad y, por tanto, la progresión de los síntomas".
Sobre la memoria a largo plazo en las primeras fases de la enfermedad
Es común, cuando un paciente se encuentra en las fases más primarias de la enfermedad del Alzheimer, que mantenga la memoria a largo plazo pero no los recuerdos más recientes. "Eso se debe a que las primeras alteraciones neuropatológicas de la enfermedad mayoritariamente suelen suceder en una estructura de áreas adyacentes que se llama hipocampo", indica la doctora. Y, precisamente, esta región del cerebro es la que juega un papel fundamental a la hora de formar nuevos recuerdos.
"Desgraciadamente, a medida que el Alzheimer avance y se afecten otras áreas cerebrales, los recuerdos del pasado o conocimientos adquiridos a lo largo de la vida también se irán diluyendo con otros síntomas de la enfermedad", concluye.
La importancia de la detección temprana
Un diagnóstico precoz de cualquier enfermedad permite contar con más tiempo a la hora de tratarla. En el caso concreto del Alzheimer, una detección temprana permite, por un lado, empezar con los tratamientos, "tanto los que existen ahora como los que están por venir" lo más pronto posible, considera Gramunt, que afirma que la eficacia de estos procedimientos "está vinculada a cuanto antes se puedan administrar, mejor".
Y, finalmente, considera que si al recibir el diagnóstico, el paciente todavía tiene preservadas sus facultades mentales, puede ser "clave" a la hora de que este tome "decisiones razonadas, fundamentadas, argumentadas y escogidas por uno mismo respecto de su futuro".