Expertos relacionan la leche no fermentada con la enfermedad conocida como el 'asesino silencioso'
Sólo en el caso de las mujeres.
La revista especializada en medicina BMC Medicine ha publicado un estudio acerca de cómo el consumo de leche, tanto fermentada como sin fermentar afecta al riesgo de desarrollar patologías como cardiopatía isquémica. Los resultados, según precisan las conclusiones del artículo, fueron distintos entre hombres y mujeres.
En el caso de las féminas, los expertos pudieron comprobar cómo una ingesta de leche no fermentada "elevada", en palabras de los expertos, estaba relacionada positivamente con "la cardiopatía isquémica en mujeres, pero no en hombres".
Esa no es la única conclusión que ha quedado recogida en el estudio. En el mismo texto han explicado que los resultados eran los mismos independientemente del contenido en grasa de la bebida en cuestión. Al menos, no si la ingesta es superior a los 300 ml/día.
El consumo de este tipo de leche, en el caso de las mujeres, lo pudieron asociar con los niveles tanto de ACE2 como de FGT21. La primera de ellas es una enzima que afecta directamente al corazón y actúa, sobre todo, en las células endoteliales presentes en algunas zonas del corazón y de los riñones. Y la segunda, una proteína.
Ambas resultan "cruciales", según queda recogido en el texto que ha publicado la revista, "con efectos reguladores complejos".
Y, dado que esta asociación únicamente se ha detectado en la leche sin fermentar, "las mujeres deberían optar por una ingesta elevada de leche fermentada en lugar de leche no fermentada", apuntan los expertos detrás de la investigación.
¿Qué es la cardiopatía isquémica?
La cardiopatía isquémica es una enfermedad que viene motivada por la arterosclerosis de las arterias coronarias, que son las encargadas de dotar de sangre al músculo cardiaco. La arterosclerosis es, por otro lado, un proceso "lento de formación de colágeno y acumulación de lípidos (grasas) y células inflamatorias (linfocitos)", recoge la web de la Fundación del Corazón.
Es un proceso que da comienzo en las primeras décadas vitales, pero los síntomas no se manifiestas hasta que la estenosis es "tan grave" que provoca "un desequilibrio entre el aporte de oxígeno al miocardio y sus necesidades".