Ana Galeote: "Si tras las vacaciones volvemos al mismo nivel de estrés, es que no hemos aprendido nada"

Ana Galeote: "Si tras las vacaciones volvemos al mismo nivel de estrés, es que no hemos aprendido nada"

La fisioterapeuta experta en movilidad y rehabilitación explica cómo se relacionan nuestra salud mental con la salud física y la percepción de dolor.

Sin horarios, sin reuniones, sin citas... Alejarnos del estrés nos hace sentir mejor psicológica y físicamente.Getty Images

Soñamos con ellas desde el mes de mayo, descontamos con ansia los días que nos quedan según se van aproximando y cuando estrenamos la efímera temporada del dolce far niente... nos ponemos malos. 

Esto pasa, y con bastante frecuencia. Apagar el ordenador, cerrar la puerta de casa y ponernos el bañador o las botas de montaña son señales suficientes para que nuestro cuerpo se revele y aparezcan dolores o infecciones que hasta ese momento se habían mantenido a raya.

Explica Ana Galeote, fisioterapeuta deportiva y fundadora de PhysioWods, que esto suele ocurrir tras superar etapas de estrés agudo, como al que están sometidos los estudiantes en época de exámenes o cuando en el trabajo tienes que entregar un proyecto o te estás preparando para algún acontecimiento vital que tiene una fecha... "Estás a tope, a tope, a tope y justo cuando lo acabas, te vienes abajo. Durante ese tiempo el cortisol ha ejercido de analgesia y de superpotente antiinflamatorio, pero cuando el estrés cesa, cuando cae ese estímulo agudo del sistema inmune, caes del todo y el cortisol desaparece, y ya no hay nada que bloquee esa respuesta frente al estrés. Es en ese momento cuando nos ponemos malos o nos empieza a doler todo, aparece una fatiga tremenda y los dolores de cabeza".

Esta es una reacción completamente natural de nuestro organismo, explica la especialista, porque ese estrés agudo no deja de ser una respuesta adaptativa del organismo que sabe cómo gestionarlo. "El organismo del ser humano está precisamente adaptado para hacer frente a un estrés agudo, a correr para cazar, a correr para escapar de un peligro... Entonces esa respuesta la llevamos bien porque forma parte de nuestra capacidad biológica, es decir, forma parte de nuestra caja de herramientas poder lidiar con esa angustia", señala. Cuando pasa el 'peligro', nuestro cuerpo está tan agotado y desgastado que hemos de darle un tiempo de descanso para que se recupere y sane.

"Cuando hay estrés agudo el sistema inmune está trabajando a tope, pero cuando el estrés se mantiene en el tiempo tu sistema inmune ya no puede más, entonces empieza a perder capacidad y se reduce la respuesta inmunitaria"

El otro tipo de estrés, el que de verdad nos tiene que preocupar, es el estrés crónico, el que permanece en el tiempo y nunca se resuelve. Tiene su origen en la tensión diaria en el trabajo, en los problemas familiares y en un perjudicial estilo de vida, vamos en nuestra forma de vida actual. "En estos casos, se ha visto que hay sistemas que dejan de funcionar correctamente. Cuando hay estrés agudo, por ejemplo, el sistema inmune está trabajando a tope, pero cuando el estrés se mantiene en el tiempo tu sistema inmune ya no puede más, entonces empieza a perder capacidad y se reduce la respuesta inmunitaria", aclara la experta.

Modo vacaciones o modo sanador

A nivel de lesiones, explica Galeote, cuando una persona padece estrés crónico por su estilo de vida —come alimentos que le inflaman, no descansa bien, en el trabajo tiene un ambiente superestresante—, si aparece un esguince o una tendinopatía "tardan en curarse muchísimo más". El cuerpo, describe la fisioterapeuta, tiene una serie limitada de recursos, "tu sistema inmune puede con X nivel de inflamación en tu cuerpo y tiene que priorizar, y en vez de actuar de manera aguda para resolver una inflamación, por ejemplo, en el tubo digestivo, ahora además tiene que resolver un esguince". "De hecho, el sistema musculoesquelético, es decir, los huesos, los músculos, los tendones, no son órganos vitales para el ser humano. Esto quiere decir que, si aparece otra enfermedad, si le puede quitar energía del músculo, se la va a quitar porque no necesita el músculo para sobrevivir. No es prioritario a nivel de la supervivencia", precisa.

"Cuando estamos en un estrés crónico sentimos más dolor. Pero además, puesto que estamos sintiendo ese dolor intenso, nos estresamos más y entonces aumenta el dolor. Es el círculo vicioso del que es muy difícil salir"

Además, advierte la especialista, en ese estado se siente más dolor, es más intenso. "Cuando estamos en un estrés crónico sentimos más dolor, nuestra percepción es mayor. Pero, además, puesto que estamos sintiendo ese dolor intenso, nos estresamos más y entonces aumenta el dolor. Es el círculo vicioso del que es muy difícil salir", señala.

Cuando la persona consigue alejarse del estrés en el trabajo o el de los quehaceres diarios, el sistema nervioso disminuye el nivel de alerta y se abre una ventana a la esperanza porque tu sistema inmune es capaz de organizarse mejor para poder, por ejemplo, reparar tejidos: "Es entonces cuando la persona empieza a sentirse mejor. Todo se recoloca, empieza a recolocarse". Así que, parar y descansar sí que tiene poder sanador y recuperador.

"De vacaciones todos vamos a estar mejor, obviamente. No sé si hay tiempo para recuperarse del todo... Pero si tú te vas de vacaciones y llevas meses lidiando con un dolor de espalda, por ejemplo, una lumbalgia que es uno de los dolores más inespecíficos que hay y que está más ligado al estrés, si empiezas a dormir más, si anímicamente te sientes mejor, seguro que el dolor comienza a disminuir", aclara Galeote y destaca esa necesidad de escuchar a nuestro cuerpo durante las vacaciones para no repetir ese patrón dañino.

"Si el paciente asocia que los síntomas mejoran en ciertas circunstancias donde hay una disminución del estrés, igual hay que plantearse cambios en la vida que van más allá de ir a la consulta"

Claro que si tras las vacaciones, en dos semanas nos hemos metido en el mismo círculo y volvemos a tener el mismo nivel de estrés, "es que no hemos aprendido nada". Entonces todo esto requiere, aparte de un entrenamiento físico, un entrenamiento psicológico para poder gestionarlo. "Por eso es tan importante que si el paciente asocia que los síntomas mejoran en ciertas circunstancias donde hay una disminución del estrés, igual hay que plantearse cambios en la vida que van más allá de la consulta y entiendo que no se puede hacer de la noche a la mañana ni a la vuelta de las vacaciones", concluye la fisioterapeuta.

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La tendencia, asegura Ana Galeote, es un abordaje mucho más global en temas de salud y de lesiones: "Cuando vemos en consulta a personas que vienen cada dos semanas o cada mes y no hay avance, el dolor es el mismo o la lesión no mejora, el problema deja de estar en el hombro o en la espalda: ya es un problema sistémico y ahí es donde hay que revisar más profundamente qué está pasando en tu vida para que ese estrés diario al que te estás sometiendo esté provocando que tu cuerpo no pueda más".

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Mila Fernández es redactora de LIFE en 'El HuffPost' y editora de branded content.