Qué hay detrás de Hakuna, el grupo cristiano que triunfa en TikTok
Este movimiento de jóvenes católicos fundado por José Pedro Manglano, sacerdote anteriormente vinculado al Opus Dei, congrega hasta 7.000 jóvenes en sus conciertos.
"Me he hecho tantas preguntas / Intentando entender / Me he lanzado a buscarte / Sin saberte ver / Me he asomado al abismo / Me he atrevido a saltar y caer". Esto podría ser el inicio de una canción pop al uso de esas que suenan en cualquier emisora convencional. Sin embargo, es Huracán del grupo de pop cristiano, Hakuna Music Group, que es capaz de llenar el palacio de Vistalegre y que llena aforos más rápido que Taburete, según contó el alcalde de Boadilla del Monte a eldiario.es.
Más allá de esto, hay todo un movimiento religioso detrás con sedes en toda España y que congrega a miles de jóvenes.
Antes de que este grupo de música reuniera hasta 30.000 personas el pasado 15 de abril en la madrileña Plaza de Cibeles en la Fiesta de la Resurrección, ya acumulaban más de 160.000 oyentes en Spotify. Este grupo de jóvenes no solo toca, sino que comparte una filosofía que podría compararse con la de los jesuitas, los seguidores del Camino Neocatumetal (conocidos como Los Kikos). Eso sí, todo mediante una estética boho y una filosofía que puede acercarlos a cualquier plataforma con frases motivacionales o de autoayuda como "Baila y déjate de historias".
"A veces he pensado que era como un hijo no buscado", cuenta José Pedro Manglano, sacerdote fundador del movimiento Hakuna y autor del libro ¡Viva la vida! (Martínez Roca).
Según relata, todo surgió de manera orgánica preparando las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) de Río de Janeiro en 2013. Primero fueron 15 jóvenes universitarios.
"Nos empezamos a reunir todos los lunes. Hacíamos una charla de un tema y luego hacíamos una adoración al Santísimo, una eucaristía. Entonces, empezamos así, y empezaron a venir 30, 60... y acabamos siendo 100 en la JMJ. Empezamos como algo muy informal, pero algo muy gozoso, muy verdadero, muy divertido", explica Manglano.
El efecto llamada de esta "revolución" como ellos mismos se califican empezó al regreso de esta experiencia: tras el verano pasaron de 100 a 700 personas. "Los que habían ido estaban muy contentos de lo que habían vivido y llamaron a sus hermanos, novios, primas... Querían que sus amigos conociesen eso, por eso todos se unieron espontáneamente a la gente que quería", recuerda.
A partir de ahí empezaron a reunirse en retiros, lo que ellos llaman God Stops durante varios fines de semana. "Estuvimos ayudando mucho a las personas que sufren y fuimos poniendo patas a lo que habíamos vivido", apunta.
Terminología marketiniana y con origen en estudiantes de ICADE
Cualquiera que se acerque a las redes sociales o a la web de Hakuna —o Hakuna Revolution— ya puede ver que se aleja mucho del lenguaje y la filosofía de la Iglesia tradicional. La terminología en inglés, la estética de las imágenes e incluso su merchandising propio recuerdan más a cualquier firma sport que a una asociación católica.
Tienen su terminología propia para sus propios miembros y sus dinámicas. Los "pringados" son los miembros activos de Hakuna, frente a los alejados que son aquellos que no están dentro del movimiento: los God Stops son retiros de un fin de semana específicos para universitarios, para jóvenes trabajadores o para matrimonios para "desconectar del mundo, entrar en nosotros mismos y sintonizar con Dios"; revolcaderos, charlas en grupos de 10 personas sobre una temática concreta relacionada con la fe; Soul Weeks, retiros disgregados por género y otros orientados a matrimonios de cuatro días; compartiriado, una especie de voluntariado o labor social.
Estos términos, según el fundador de Hakuna, no tienen ninguna estrategia de marketing ni de implantación. "Al principio las charlas de formación se llamaban "CayeLour" porque ese temario lo habíamos hecho con otras dos chicas llamadas Cayetana y Lourdes. Los revolcaderos surgieron porque una persona exhibía un tema y el resto nos revolcábamos en ese tema y era muy descriptivo de ese medio de formación, que era revolcarse en un texto y un tema", explica y recuerda que ese término lo usaba para "revolcarse" en la poesía con sus amigos.
Además, señala que los retiros y demás recibieron otro nombre por la percepción que se tenía de los mismos. "Todo tiene su historia y te compromete hacerlo a una forma que ya está contada, como los ejercicios espirituales como promulgaba San Ignacio y los jesuitas. Si quieres hacer una realidad que tenga el mismo fin pero de otro modo, crear otro nombre también por respeto a las expectativas de las personas, que no sea algo que no esperan. Tienes que ponerle un nombre que sea algo nuevo", detalla.
Pese a la estética que siguen y el público que atrae (jóvenes universitarios de colegios mayores y clase media-alta), Manglano enfatiza que Hakuna está abierta a "todo el mundo". "Lo que ves es un estilo de vida, un espíritu y, como cualquier espíritu, puede ser encarnado por cualquier situación vital y por cualquier persona", apunta.
Aunque admite que hubo cierto elitismo en sus inicios, en esos primeros 100 "pringados" que fueron a Rio de Janeiro. "Es verdad que como todo fenómeno que surge orgánicamente sin estrategias de extensión y de implantación pues surge en un contexto universitario en Madrid, en ese momento, los que yo conocí la mayor parte eran de ICADE y de la Escuela de Ingenieros. Surge ahí, nace ahí y se contagia de esos ambientes. Pero como han pasado unos años y ya se ha ido expandiendo", señala y explica que en otras ciudades Hakuna tiene contextos "muy distintos".
Esta apertura no se deja del todo clara, por ejemplo, con las personas del colectivo LGTBI, ya que no se hace ninguna referencia en ningún momento en su web, aunque Manglano no acaba de cerrarles la puerta. "En la medida que busquen lo que propone Hakuna sí pueden estar. Cualquier persona que quiere seguir a Cristo y que la manera en la que puede vivir la fe sea esa está", señala.
"Si alguien tiene una fe distinta a la que propone la Iglesia, no es su sitio. Hay distintas personas que quieren el mismo fin y el mismo espíritu que promulga la Iglesia católica", explica.
Ligado al Opus Dei y con fundación propia, pero "abierto" a todos
Al buscar el origen de Hakuna, el nombre de Manglano aparece asociado al Opus Dei. De hecho, fue cura de la prelatura hasta 2020, cuando lo dejó para dejarse íntegramente a este movimiento.
Manglano niega cualquier influencia de la prelatura: "Son dos realidades distintas porque el carisma, la espiritualidad, los medios son distintos al Opus Dei". Eso sí, no niega la impronta. "Qué duda cabe que la espiritualidad está muy marcada por eso", admite, pero señala que es algo que se ha dado en otras congregaciones como los jesuitas. "Es un fenómeno habitual, que a partir de una orden o una espiritualidad surgen varias aunque la encarnen de maneras diferentes o con matices propios", señala.
A nivel social, se trata de una fundación, una asociación de fieles de la Iglesia, como pueden ser los ya mencionados Kikos, el Opus Dei o los jesuitas. "Se constituyó hace unos años una fundación cuya finalidad era ayudar a los fines de la asociación", recuerda Manglano.
Los ingresos de la misma para haber podido comprar el convento de las Concepcionistas de Las Rozas —donde sitúan su sede, que llaman El Estudio, de 13.188 m2—, salen, según cuentan, de donaciones de particulares, la venta de merchandising, los ingresos de venta de discos y conciertos, la cuota de las actividades y la descarga de aplicaciones como iMisericordia, Rezar en el Metro o Manglanitos. Sin embargo, tal y como indican en La Marea, la sede jurídica de esta fundación se sitúa en el madrileño Colegio Mayor Moncloa, una residencia masculina fundada por el Opus Dei adscrita a la Universidad Complutense y con una cuota mensual de 1.350 euros.
"Como dice la web, todos los beneficios van destinado a la asociación y otros van muy directos a sostener alguna iniciativa de compartiriado de compromiso social, durante dos años, por ejemplo, nos hemos hecho cargo de los 98 seminaristas de una diócesis del Congo, tanto alojamiento, estudios, alimentación y la asistencia médica... Otras veces hay iniciativas en la Cañada Real con una escuela de música", explica, aunque admite que también hay fondos destinados al "sostenimiento de la estructura".
Redes sociales y música compuesta por cientos de personas para "evangelizar"
El poder de este movimiento en redes sociales es tan potente que los vídeos de #hakunamusicgroup cuentan con 8 millones de visualizaciones en TikTok, tienen su propia cuenta de "memes cristianos". En ¡Viva la vida! destacan que los jóvenes que pasan retiros en el Estudio no están "pegados a las pantallas", pero lo cierto es que es una de sus mejores herramientas para evangelizar en el siglo XXI.
Tal y como cuenta Manglano, las plataformas han jugado un papel fundamental para la comunicación y convocatorias de la organización. "Hay mucha creatividad y mucha libertad, continuamente los universitarios el lugar en el que saben estar es ese y por donde se comunican", explica y apunta a otro término que también surgió precisamente de las redes: el slope. "Son propuestas para vivir determinados momentos como la cuaresma o el adviento y en lugar de en un libro, hay grupos de WhatsApp con links, contenidos, propuestas... que han surgido de manera espontánea", detalla. "Creo que responde a que este camino lo crean las mismas personas que los consumen, son los medios que les va bien y donde están habituadas", apunta.
Esta apertura a través de redes hace también que los miembros del grupo Hakuna sean tan amplios como toda la formación de la organización. Es decir, cualquier miembro del movimiento puede entrar si quiere a formar parte del grupo de música, que llega a aglutinar dos decenas de personas sobre el escenario de sus conciertos.
"El grupo de música siempre decimos que hemos ido de la vida al papel y no del papel a la vida, no hemos seguido una estrategia de hacer un grupo de música ni nada. En esas reuniones cantábamos y había varios que tenían un grupo de música, que es muy frecuente", señala y recuerda que él también les ayudó escribiendo oraciones a las que ellos ponían música.
Su origen estaba en los God Stops y la conclusión a la que llegaban: "Cómo me miro yo, la intolerancia, cómo me castigo, cómo me quiero poco... En un God Stop te das cuenta de que la mirada de Dios sobre ti era distinta y que eso hay que plasmarlo en una letra de una canción, supongo que para perpetuar esos momentos de lucidez".
Manglano se atreve a calificarlos como "el grupo de música más grande del mundo" ya que cuenta con bifurcaciones en todos los lugares donde Hakuna está presente. "Hay más 1.000 personas que forman parte de este grupo. Hace poco estuvimos en Bogotá o en Monterrey y los grupos de música eran fantásticos. Todo el que quiera contar algo al mundo, que no componer una canción, sino contar lo que ha vivido puede componer una canción", anima.
Para la composición de las mismas participan unas 10 personas, estas canciones cuentan con referencias católicas como en Sencillamente o incluso a una canción de cada estación del Via Crucis como es el disco Pasión, que tardaron tres años en producir de la mano de Íñigo Guerrero, encargado de la producción de todos los temas.
"El primer año fue composición, el segundo fue de prueba y el tercero fue ya de producción. Son proyectos que duran años porque son colaborativos", recuerda.
Esta aparente apertura de Hakuna a todos no acaba de incluir cambios en la Iglesia, como los que promulgan algunos sectores más progresistas a nivel del papel de la mujer en la institución o la inclusión de personas LGTBI. Sin embargo, Manglano insiste en que no hay distinción ninguna por sexo. "La función es facilitar a cada uno un seguimiento de Jesucristo mucho más íntimo, global, sincero y de dejarnos transfigurar por la acción de Dios y el espíritu de Dios, tanto chicos como chicas, cada uno con sus peculiaridades, es todo muy común. No hay distinción entre un sexo y otro", apunta.
Para él, no es necesaria la paridad que se muestra, por ejemplo, en el Gobierno "no importa la proporción esta de cinco ministros y cinco ministras". A pesar de esto, la segregación por sexos que ha caracterizado las actividades del Opus Dei deja su rastro en actividades como las Soul Weeks, separadas en función del sexo y con otra especial para matrimonios. "Son unos días de al conquistar la libertad, curarse de vidas que te han impedido alcanzar la libertad y ser tú mismo. Ahí la psicología masculina y femenina, las heridas de cada uno son muy distintas", explica.
Según datos del CIS en 2023, cuatro de cada 10 españoles se declararon laicos, agnósticos o ateos. Ante esta situación, evangelizar a golpe de música pop y TikTok, de quedadas con cervezas y una estética moderna en lugar de largas homilías se vuelve en la nueva estrategia de la Iglesia.