Por qué tu décimo de Lotería de Navidad es un seguro antienvidia: la psicología detrás del Sorteo
El psicólogo Enric Soler explica los sesgos cognitivos que intervienen alrededor de este juego de azar.
0,001%. Esa es la probabilidad exacta, pura y dura, de que ese décimo de Lotería de Navidad que guardas en casa, y que con tanta ilusión has comprado, se lleve el Gordo. Aunque año tras año no nos consuele ni un reintegro, ya sea por tradición o por ese ‘no quiero que les toque a todos menos a mí’, volvemos a caer y a comprar. Prueba de ello es que este 2024 el gasto medio de cada español en décimos es de 73,84 euros (2,17 euros más que el año pasado), según la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado.
Pese a que sabemos que las posibilidades de engordar nuestra cuenta corriente el 22 de diciembre son ínfimas, no desistimos. Detrás de lo que nos empuja a comprar hay en realidad multitud de sesgos cognitivos, algo que Enric Soler, psicólogo relacional y tutor de los estudios del Psicología de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), define como "una distorsión del juicio racional que nos lleva a plantearnos juicios inexactos o falsos".
Con él desgranamos todas estas trampas psicológicas relacionadas con la Lotería de Navidad.
Sesgo por comparación
Como recuerda,"“siempre está aquello del 'es que si no compro y resulta que le toca a mi cuñado...", que no deja de ser un sesgo por comparación. "Estoy comprando como un seguro para que no sea que le toque a alguien de mi alrededor y me quede como el pringado", sentencia.
"Esto hace que te obligues a comprar muchísimos más números, porque claro, tienes varias conexiones sociales y compras el del trabajo para que si toca, nos toque a todos; en mi familia mi cuñado o mis hijos están comprando tres números distintos y yo también voy a querer tenerlos, no sea que me caiga cerca...", explica. De ahí que recalque que en realidad cada décimo que compramos es un "seguro antienvidia".
La falacia del costo perdido
Soler también indica que se suele caer en la falacia del costo perdido, situación que se produce "cuando uno acaba teniendo la falsa creencia de que como no ha conseguido ganar nada en otros sorteos, pues cree que existe una especie de justicia universal superior a todo que redistribuirá la suerte".
En otras palabras, es equivalente a pensar que si no te ha tocado nada en 40 años, ahora tienes más posibilidades de ganar. Sin embargo, es rotundo: "La probabilidad no posee sentido de la justicia. El azar es pura estadística y en ésta no intervienen factores que incidan en que el resultado de un sorteo vaya en favor de alguien en concreto".
Esta idea es la que hace que también muchas personas tengan "la falsa creencia de que allí donde ha ocurrido una desgracia hay como una especie de justicia universal, que no está demostrado que exista, que va a recompensar a esa zona".
Un ejemplo claro está en Valencia: tras la DANA, muchas personas han comprado décimos en administraciones de las localidades afectadas Sin embargo, si alguno de los grandes premios toca allí, "será por azar, pero la probabilidad de que caiga en Paiporta es la misma de que lo haga en cualquier pueblecito de Extremadura", recuerda el psicólogo.
La heurística de disponibilidad
Algo muy típico también es intentar hacerse con un décimo de algunas de las administraciones con más renombre de España. "Cuando yo no dispongo de toda la información, tomo decisiones en base a los datos que tengo, como comprar Lotería en tal sitio en el que siempre toca", señala Enric Soler. Sin embargo, no hay que perder de vista que cuantos más boletos se venden, "más fácil es que caiga en un sitio un premio".
Menciona el caso de una famosa administración "que está en la población de Sort": "Hay gente que se desplaza expresamente hasta este pueblo porque cree que allí está más disponible el Gordo". "Es otra creencia irracional, el hecho de comprarlo en un sitio o en otro no te está garantizando nada", sentencia.
La falacia del apostador
Otra trampa mental en la que se puede caer, es pensar que el número de este año tiene alguna relación con los resultados de ediciones anteriores. "Tienes la falsa creencia de que tiene que salir un número nuevo y no, es exactamente la misma probabilidad de que salga cualquier otro. Es matemática pura", expone Soler.
Por esto mismo, también hay personas muy fieles a un número porque no ha tocado nunca y creen que por ello tiene más probabilidades de victoria. De nuevo, no es así.
La falacia de la ilusión de control
Este caso se da cuando se piensa que, si se siguen determinadas estrategias, aumenta la probabilidad de ganar. Pero claro, son estrategias sustentadas en creencias irracionales. Aquí cabe también el ejemplo de quien elige el número de su décimo buscando relación con su cumpleaños, por ejemplo, según Soler.
La falacia del optimismo poco realista
El psicólogo apunta a que a veces se tiene "una especie de principio de pensamiento positivo", un "si compro, me va a tocar".
Como argumenta Soler, "viene sustentado en que a alguien le tiene que tocar, pero a ese alguien nos lo muestran por los medios de comunicación y lo vemos descorchando el cava, con alegría infinita... pero es una persona entre millones". "Te están enseñando a seis, ocho o diez personas que les han tocado premios gordos y que están muy felices, pero estás jugando a un juego donde la probabilidad de que te toque es realmente ínfima", incide.
La falacia del último recurso
Así denomina Soler al caso de la persona con pocos recursos que se lo juega todo o casi todo "para intentar que, aunque sea desde el momento que hago la compra hasta que se produzca el sorteo poder vivir con una cierta esperanza de que mi situación económica desesperada tiene una oportunidad de cambiar".
Spoiler (o espóiler, según la RAE): lo más posible es acabar perdiendo "lo poco que te queda": "Lo único que estás haciendo es como alquilar un estado de bienestar transitorio, pero muy probablemente, lo que vas a conseguir es empeorar todavía más tu situación".
¿Y si toca?
El psicólogo advierte de que el hecho de que toque la Lotería, si se da el caso, tiene también sus 'peros': "Es una ingente cantidad de dinero que entra en tus manos cuando nunca has estado acostumbrado a gestionarla". Como consecuencia, algunos ganadores acaban experimentando aquello de 'la avaricia rompe el saco'. "Esto es inherente a todas las capas sociales, esto le ha ocurrido incluso a futbolistas o actores, por ejemplo: lo suyo era el fútbol, no la gestión patrimonial", agrega.
"Así como cuando uno pierde algo importante en su vida necesita hacer todo un proceso de adaptación, elaborar un duelo, esto sería como un duelo a la inversa. En vez de una pérdida, tienes una ganancia", reflexiona.
Y, como recuerda, elaborar un duelo puede llevar meses o años. Pies en la tierra y "competencias tanto técnicas como emocionales" serían su consejo para ese improbabilísimo caso de ser uno de los agraciados.