No es más higiénico y tampoco menos feminista: cómo poner fin al debate de la depilación en verano

No es más higiénico y tampoco menos feminista: cómo poner fin al debate de la depilación en verano

Dos creadoras de contenido feminista y un dermatólogo analizan la controversia de cada verano sobre el vello corporal. 

Rosalía, Julia Roberts, Sophia Loren y Lady GagaImágenes de Getty Images

Sophia Loren, en los años 50. Patti Smith en la portada del disco Easter, en 1978. Julia Roberts en el estreno de Notting Hill, en 1999. Amaia, en la ceremonia de los Goya de 2019 o en el Festival de San Sebastián. Todas ellas tienen en común que aparecieron en actos públicos mostrando sus axilas o piernas sin depilar.

Con la llegada del verano, es el debate que vuelven a sacar a la luz multitud de mujeres: si quieren o no depilarse y por qué toman la decisión, sea cual sea. "La tónica sigue siendo 'eres una mujer, te tienes que depilar", asegura en conversación con este periódico la divulgadora feminista Júlia Salander, que también afirma que esta norma "se ha relajado un poco".

"Depende un poco de la generación en la que te fijes", prosigue, antes de indicar que considera que "este estigma en generaciones de mujeres de más de 40 sigue siendo lo de siempre, pero creo que la gente joven sí que puede estar empezando a cambiar". Y ese es el caso de Martina Díaz, una joven argentina que empezó a depilarse a los nueve años. Tras la pandemia –con 25–, tomó la decisión de dejar de hacerlo y contar su experiencia a través de sus redes sociales.

"Primero, las cejas, que las tengo supergrandes", narra a El HuffPost. "Al no tener que ver a nadie, decidí dejarlas crecer para ver si volvían a ser como cuando era chiquita", añade, antes de precisar que lo vivió como un "proceso de autoaceptación muy lindo". A continuación, cuenta, se planteó si hacer lo mismo con el vello del resto del cuerpo. "Tuve un momento de develación en el que me di cuenta que no tenía sentido todo lo sufrido simplemente por tener pelo", reconoce, y dejó de hacerlo.

Mientras que Salander opina que la percepción de las mujeres sin depilar está cambiando en algunos segmentos de la población, Martina cree que está pasando pero "sólo en ciertos espacios más bien abiertos e inclusivos". La activista cree que existe una polarización hacia ambos extremos. "Por un lado, el de la aceptación y la diversidad y, por otro, el de los estándares heteronormativos y el rechazo a lo distinto".

De hecho, asegura que cuando empezó a compartir que había dejado de depilarse, recibió comentarios de los dos tipos. Si bien es cierto que hubo algunos de "qué asco, qué fea, pareces un hombre, bicho raro" e "infinitas recomendaciones sobre cómo depilarme", al otro lado de la pantalla también hubo "apoyo y agradecimiento" de otras mujeres. Estas, afirma la influencer argentina, se sentían "identificadas con la presión" que supone depilarse, "como si fuese reconfortante ver otra mujer que también tiene pelos", apostilla.

Un "acto político" y "de resistencia"

Las dos divulgadoras de contenido coinciden en que, en cualquier caso, decidir no depilarse es una forma de plantar cara a esa "tónica" de la que habla Júlia. Ella lo describe como un "acto político", mientras que Martina lo define como un "acto de resistencia". "El sistema nos quiere [a las mujeres] consumiendo productos que se inventaron para saciar las inseguridades que él mismo nos genera con publicidad", opina la creadora de contenido americana.

"Es una forma de control social", esgrime la argentina, que explica que, en el momento en el que "nos dan igual esas inseguridades que nos quieren inculcar, les quitamos poder". "Te vuelves más libre e independiente, menos influenciable", considera. En este sentido, ella asegura que ha encontrado una ventaja en la no depilación: la "paz mental".

Salander, por su parte, lo expresa de otra manera. Ella reconoce que se depila algunas partes de su cuerpo. "A veces lo planteamos como una dicotomía entre te depilas/no te depilas, pero yo me hago las cejas", detalla y prosigue: "Me veo un pelillo en el bigote y me lo quito, pero no me depilo las piernas, aunque sí las ingles y no las axilas".

Por lo tanto, no lo ve como una dicotomía, sino que "las partes que más se me ven son en las que me quiero dejar pelo porque lo vivo como un acto político: yo quiero que la gente vea mis pelos", concluye la influencer.

"El feminismo no nos hace sentir culpables"
Júlia Salander

En esta línea, la creadora de contenido española ha precisado que no se es "menos feminista por depilarte". Independientemente de la decisión que tomen acerca del vello corporal, para ella, la importancia radica en ser consciente, en caso de eliminarlo, de por qué lo hace. "El feminismo no nos hace sentir culpables", sentencia, antes de incidir en que este no consiste en "señalar conductas de mujeres". "Es simplemente darte cuenta del mundo en el que vivimos", prosigue la creadora de contenido y autora de Tu argumentario feminista en datos, que subraya que "todas tenemos contradicciones internas y no pasa nada".

Una presión externa e interna

En uno de sus vídeos más recientes en Instagram, Salander apuntaba que es "más cómodo" depilarse que no hacerlo. No se refería tanto al acto de eliminar el vello como a que es más sencillo "encajar en la norma" que estar fuera de la misma. "Depilarse tiene un coste", explica a El HuffPost, y este consiste en "cada cierto tiempo pasar por esa tortuga de quitarte los pelitos".

Y no hacerlo también supone un coste. "Es la mirada social o la presión que nosotras mismas ejercemos sobre nosotras", continúa. "Muchas veces no hace falta que te miren mal, que te hagan un comentario o que te llamen guarra", señala, "muchas veces eres tú misma viéndote a ti y sintiendo que no te cuidas, que vas desarreglada, estás descuidada", apostilla, en referencia al estándar social de las mujeres sin depilar.

"Si me dicen que mis pelos son un asco y yo me angustio, probablemente sea porque yo misma lo pienso"
Martina Díaz

En esta línea, Martina Díaz asegura que ha llevado a cabo un "trabajo personal profundo" para que este tipo de ideas o comentarios no le puedan afectar. "Si me dicen que mis pelos son un asco y yo me angustio, probablemente sea porque yo misma lo pienso", reconoce. De hecho, cuenta que eso es precisamente lo que le ocurría años atrás, cuando empezó a dejar de depilarse: "Me incomodaba muchísimo que alguien comentara algo de mis pelos o mis cejas".

"Entendí que no tengo por qué gustarle a todos y está bien" y añade que "lo importante es gustarme a mí misma y yo estar segura de quién soy". "La validación tiene que ser interna, no externa", concluye.

¿Y es higiénico o saludable?

El debate trasciende y no sólo se queda en lo social, también se ha analizado desde el punto de vista sanitario y dermatológico. "Eliminar una barrera protectora, desde el punto de vista de la salud, es un error", sentencia el dermatólogo y profesor de la Universitat Internacional de Catalunya (UIC), Ramón Grimalt, en declaraciones para este periódico. El experto señala que el vello "está distribuido en zonas del cuerpo donde, en general, hay roce y tiene una función protectora". Y precisa que arrancarlo o eliminarlo hace que se incremente el riesgo de infecciones que vamos a contraer "y que, por tanto, podemos transmitir".

Así puede ocurrir con las enfermedades de transmisión sexual (ETS). "Si eres una persona joven, que tiene más de una pareja y la va variando, es un error muy grave eliminar el vello", prosigue su explicación. Grimalt detalla que estas enfermedades se transmiten practicando sexo y no únicamente a través de los órganos reproductores, también del pubis, los labios mayores, los testículos o los muslos.

"Toda la zona alrededor de donde se practica el sexo es zona en la que el riesgo es más alto", apostilla. "Los dermatólogos vemos mucho más virus del papiloma humano, mucho más herpes y otras enfermedades de transmisión sexual en el pubis de las que veíamos antes de esta estúpida moda de quitar el vello en los hombres", concluye.

Espacio Eco
Un proyecto de Espacio Eco

Pero el doctor no sólo recomienda no arrancar el pelo de la zona genital. Tampoco el del resto del cuerpo. Y, "si una persona necesita quitarse el pelo para verse bien, el láser sería el método menos peligroso", afirma. El motivo radica en que es un sistema que, de realizarse bien, "en general, no provoca heridas", concluye Grimalt.