"No estoy incompleta por no operarme": ser trans va más allá de los cánones
Las personas trans, tanto binarias como no binarias, siguen distintos procesos que no siempre están marcados por los mismos tiempos ni los mismos procedimientos médicos.
"¡Bolleras con pene, bolleras con vagina, hay muchas más bolleras de las que te imaginas!" o "¡Binarios son los números, no las personas!" son algunas de las consignas que se escuchan en manifestaciones como la del Orgullo Crítico que se celebró el pasado 28 de junio en Madrid. Todas ellas buscan acabar con los estándares que siguen afectando a las personas trans.
En el imaginario colectivo de las personas que viven más alejadas del colectivo LGTBI, quienes lo habitan tienen una transición cerrada. Pasan de una cosa a otra, sin que haya nada que se escape del binarismo. Por supuesto, en la mayoría de los casos asociados a unos cánones y unos procesos médicos como la hormonación y operaciones genitales que no siempre se dan. Para muchas personas, trans es quien se hormona u opera para cambiar de sexo.
Lauryn García tiene 34 años, es una mujer, pero también es trans y bisexual. Esas tres etiquetas le acompañan en su día a día, pero para muchas personas no entraría en los cánones establecidos. "Llevo identificándome como mujer desde los 28, pero por mis circunstancias y las decisiones que tomé en un inicio no quise iniciar ninguna medicalización en un principio", señala, lo que conllevó que no pudiera cambiarse su identidad registral hasta la aprobación de la ley trans, ya que anteriormente se le exigía dos años de hormonación.
"Estuve mucho tiempo en el que mi identidad no era mi identidad en muchos ámbitos de mi vida, ha sido un tránsito que he vivido poco a poco, por desgracia", recuerda. Aunque en un inicio decidiese no medicalizar su transición, en el último año sí que ha decidido iniciar este proceso. "Ha sido para sentirme cómoda, de nuevo, es la misma motivación por la que lo empecé diciendo que yo no era lo que me habían categorizado toda mi vida", recuerda.
Lejos de la mirada externa, los procesos de transición son individuales y propios de cada persona bien sean dentro de las personas trans binarias como no binarias (nb).
"La gente no termina de entender bien qué es eso del género y del sexo, como no lo entiende y tiene una concepción muy personal, se cree que el resto de personas vivimos en su cabeza y en su concepción", explica Blue Rodríguez, activista no binarie por los derechos de las personas LGTBIA.
Elle define la transición como "únicamente ese cambio que se hace a nivel identitario o a nivel médico" y recuerda que "no siempre van de la mano una transición médica o una transición social, de una categoría en la que se te ha asignado a la que tú eres realmente".
"A ti se te ha asignado una categoría ya sea social o clínica y dices que no te va bien y que quieres ir a otra. No hay más. Para ir de una a otra haré los cambios que crea oportunos, muchas veces esos cambios no son exclusivos de las personas trans", explica y recuerda que "las cosas que he vivido en mi transición no son cosas de personas trans exclusivamente".
"A nivel personal siento que mi transición está completa porque yo no me veía como un hombre, que es lo que ante el mundo se me ha dicho y dije que no, en el momento que salgo a la calle y digo que no lo soy, ya he comenzado una transición porque paso de ser para el mundo un hombre para ser una persona no binaria", señala.
La transición y los tránsitos no son procesos cerrados
Una vez una persona decide que no se identifica como cis dentro de lo que le han encajado en la sociedad y decide transitar a otra, el proceso que sigue no está reglado más que por esta persona que en España son el 4% de la población, según un sondeo de Ipsos en 2023. Es decir, en torno a 1,9 millones de personas.
En organizaciones como EUFORIA. Familias Trans-Aliadas, viven el día a día de estas realidades diversas "Tenemos procesos de tránsito muy diversos, porque cada persona es un mundo, todos lo son, pero en Euforia como lo hace desde dos programas principales: por un lado acompañando a familias de personas trans, capacita de alguna forma a las familias para que sean ellas las que acompañen a la persona trans y pueden ser de cualquier edad; por otro, acompañamos a personas trans que no cuentan con ese apoyo familiar a veces a nivel emocional y otras a nivel técnico", señala la vicepresidenta de la organización, Saida García.
La vicepresidenta recuerda que en Euforia se unen "desde peques de tres años que están empezando a explorar o que ya han dicho a su familia 'no soy una niña' o 'no soy un niño' a personas adultas que están transitando ahora, incluso adultas mayores, adolescentes, de todo".
El proceso médico no siempre va de la mano, como el caso de Lauryn, a todos ellos. Especialmente si se trata de menores, especialmente menores de 13 años, "no tendrían ningún proceso de medicalización".
"El tránsito es completamente a nivel social y de lo que se trata es de respetar sus necesidades a nivel de nombre, de pronombres, de apariencia en caso de que las haya. Tampoco todos los tránsitos conllevan una modificación en la forma de vestir o una modificación de nombre", recuerda Saida.
A partir de esa edad, con la pubertad y el cambio hormonal, hay personas que toman bloqueadores y otras que no. "Hay quien inicia un proceso de bloqueo puberal y de hormonación y luego lo detienen, bien porque no era lo que querían o porque han alcanzado los objetivos buscados. Otras veces se detienen por motivos como que se quiere gestar", señala.
Sin embargo, tal y como apunta la vicepresidenta de Euforia, "las situaciones con respecto a la hormonación no distan de los procesos hormonales por los que pasamos las personas cis, que nos hormonamos, nos deshormonamos y no se vincula con la identidad".
De hecho, según el informe de FELGTB titulado Personas trans y el sistema sanitario, un 10,4% de las personas trans encuestadas señalan que su "proceso de adecuación no conlleva ninguna cirugía ni hormonación".
Este proceso, lejos de demonizarse por parte del colectivo, no es estrictamente necesario ni es el fin, al igual que no lo son las cirugías. "Los cuerpos son tremendamente diversos y no hay un binarismo en el sexo, no hay machos y hembras solo y eso te lo puede decir cualquier biólogo", reivindica Rodríguez.
"La gente piensa en la transición como una mutilación y te dice 'ah, pero todavía no has acabado la transición'. Cuando pasamos a las personas no binarias, ¿dónde está el comienzo y dónde está el final? Realmente está en el mismo punto que las personas trans binarias, donde se le venga la real gana", se queja.
Lauryn asegura que se vio durante los primeros años muy cuestionada y presionada por medicalizarse. "Por ahora no me planteo la cirugía, pero igualmente no sé qué procesos pasaré en unos años, al final muchas veces me cuesta encajar en lo que me dicen que sea. No estoy incompleta por no operarme", lamenta.
Rodríguez lo tiene claro: "el cuándo empieza y cuándo acaba depende de lo que yo considere o haga para hacer esa transición en la medida que sienta que sea oportuno y que mi cuerpo y mi dinero me lo permita". Elle recalca que en ningún momento el colectivo obliga a nadie ni a gastar dinero en costear los tratamientos médicos ni a que le hagan un potencial daño a su cuerpo, ya que no todo el mundo puede hormonarse por razones de salud.
Además, tanto elle como Lauryn se quejan de que la sociedad cuestione la edad a la que se transiciona. "Se plantea una dicotomía muy gorda. Si lo hago con 10 ya dicen que cómo vamos a decirle a las personas menores de edad que realicen cambios en su cuerpo. Si tengo 40 tampoco porque parece que lo hago de mentira. Entonces, ¿cuándo puedo hacerlo?", recalca le activista.
"Es algo muy personal y subjetivo. Yo empecé mi transición en el momento en el que le dije a mi entorno más cercano que era una persona no binaria", revela Rodríguez, quien enfatiza que buena parte de su proceso pasó por un autoanálisis y una autocrítica personal: "Parte de mi transición personal fue mirarme en el espejo y no ver un hombre y decirme 'oye, la gente en la calle va a ver un hombre, pero tú en el espejo no lo ves'. Es algo que todo el mundo debería hacer, conectar con lo que ves, con lo que eres".
Dentro de ese proceso, en un principio estaba cómode con todos los pronombres, pero fue viéndose mejor con el neutro. "Eso forma parte de mi transición, luego de repente un nombre artístico que tenía en mi vida vi que me generaba mucho alivio y mucho bienestar. Pues lo incluyo porque adoptar ese nombre ha supuesto también una reafirmación de mi identidad como persona nb, forma parte de mi transición y, por ahora, acaba ahí", recalca.
El binarismo como encorsetamiento del colectivo
El binarismo de la sociedad, el qué es ser hombre o qué es ser mujer que ya cuestionaban teóricas como Butler ha ido evolucionando a lo largo de los años, de un debate teórico a una aplicación social que ha roto con esos dos extremos. Como se dice en la cultura anglosajona: "Male, female and everything in between".
"La sociedad es binaria, pero establece unos cánones imposibles para hombres y mujeres, donde nos vemos presas las personas trans", señala Mar Cambrollé, activista por los derechos de las personas trans y presidenta de ATA-Sylvia Rivera y de la Federación Plataforma Trans. "Cuando desde algunos sectores nos dicen que reproducimos roles, me gustaría decir que somos víctimas de esos roles. Todo esto que forma parte de un debate teórico visto de manera endógena", añade.
Dentro de este debate externo al colectivo, tal y como recuerda Cambrollé, se establecieron otros "palabros" como transgénero o transexual, "impuestos desde el exterior a la comunidad trans" con determinadas connotacciones. "Divide y establece categorías como que el transexual es el más puro, va dando los carnés de pedigree. Hemos hecho una gran revolución renunciando a todo esto, forma parte del empoderamiento de las personas trans al margen de los marcos jurídicos", recuerda la activista.
El sesgo binario en que se ha creado en la sociedad, lleva a que en el imaginario colectivo las personas se encorseten en dos cajones, con sus prejuicios, su apariencia y también sus roles sociales. "Entendemos perfectamente que dos mujeres, tres o cuatro pueden ser radicalmente diferentes: con los pechos más grandes, pequeños, una con pecho otra sin pecho, una con el pelo corto, largo, una con pintalabios, otra sin, una alta, otra baja, una gorda, otra flaca... Nos imaginamos mujeres de 5.000 formas y colores, ¿por qué tenemos que forzar imaginarnos a una persona no binaria de un único color? ¿por qué no podemos entender que hay otra cosa aparte?", se queja Blue.
Para elle, el ser una persona no binaria no necesita del entendimiento colectivo, simplemente del conocimiento y del respeto: "Esa persona que se define como no binaria, habrá pasado por un proceso de autocrítica, autoanálisis, información y aprendizaje y tendrá las características físicas que sean. Punto. Y pasará por los procedimientos médicos o sociales que considere, igual que una persona cis pasa por los suyos y no por eso es menos mujer".
Para acercar el colectivo no binario fuera de las siglas a las personas cis, anima a buscar "paralelismos en los mundos de la otra persona" y los procesos que viven unas personas y otras. "Pasamos por los mismos procesos lo que pasa que les damos otro nombre porque necesitamos hacerlo. Igual que no es lo mismo una operación de pecho estética que por enfermedad, yo igual por cuestiones identitarias. Lo llamo transición porque es eso, pero es un nombre, que no te dé rechazo", recalca le activista.
"Piensa por qué se ha operado, se ha cambiado el nombre, piensa en una persona cis que lo haya hecho, seguro que conoces a más de una. ¿Sientes rechazo por esa persona? No, pues por una persona trans tampoco, es así de simple", zanja.
La visibilidad es una parte fundamental del colectivo no binario, pese a que históricamente ya han estado presentes. Cambrollé recuerda que las personas trans provienen de "una respuesta médica a su realidad".
"Las realidades trans forman parte de la diversidad humana, no es algo baladí, han existido en todas las épocas y tiempos. Es un análisis antropológico y social", señala, pero recuerda que no todas las culturas han respondido igual a ellas y que aquellas influenciadas por la religión dieron una respuesta médica "encaminada a negar la diversidad propia de la humanidad". "A encajarla con calzador para que cumpla los cánones de lo binario que se establece dentro de lo normal, que no lo natural, que es lo diverso", señala.
De cara a un futuro, Rodríguez se muestra optimista. "Me da igual que no entiendas lo que es ser una persona no binaria, sino que lo conozcas y me dejes vivir tranquile. Cada vez habrá más personas y será más visible, cada vez más gente dirá 'yo soy eso'. Cuántas más personas nb seamos, más información habrá y más personas saldrán del armario y más familiares se enterarán. Es cuestión de tiempo no hace falta siquiera forzarlo", proyecta Rodríguez, quien denuncia mucha "transfobia encubierta" sumada a desinformación.
"Si te identificas como mujer porque hay otras mujeres que se definen como ello, si no las hubiera, probablemente te definirías como tú y punto. El no binarismo es algo muy parecido, si no entiendes que la identidad es algo único y personal y que nos define, que no hay dos mujeres iguales", recuerda.
Luchando contra los cánones establecidos
Precisamente ese binarismo es el que ha establecido las guías de "cómo tiene que ser un hombre o cómo debe ser una mujer" por la que se rigen las personas trans, quienes se ven obligadas a tener una doble aceptación social y sienten la presión añadida de lo que se conoce como tener passing, término que acogería comentarios como "no se te nota que eres trans".
Para la vicepresidenta de Euforia, Saida García, la ley trans ha abierto un paso a que estas personas puedan tomar una decisión más libre con respecto a sus tránsitos, pese a que la presión social sigue siendo igual de fuerte y no siempre pueden ejercerlo con libertad. "También había una exigencia de diagnóstico, que no puedes saber si una persona está eligiendo libremente una hormonación porque si no lo hace no va a tener nunca su reconocimiento legal de la identidad, en el DNI y tener que exponerte cuando buscas trabajo, cuando te matriculas... Son derechos fundamentales que se veían violados", recuerda y apunta que pese al reconocimiento legal falta la fuerza social de "conocer y respetar la identidad de una persona independientemente de su apariencia física".
"Si tienes pecho, no te voy a reconocer como el hombre que eres o si tienes barba y mandíbula ancha o si no tienes pecho, también hay hombres cis con el pecho desarrollado o mujeres más planas. A las mujeres trans o a los hombres sí se les exige que tengan ese passing tan horrible", recuerda Saida.
Lauryn García sigue viviendo en sus propias carnes esa aceptación social. "El que no me leyeran socialmente como lo que soy fue lo que hizo que empezara con el procedimiento médico y aún así sigue siendo difícil. Parece que para algunas personas nunca soy suficientemente mujer", recuerda. "No tengo que pasar por varias operaciones para que la sociedad me acepte", señala.
La norma social que rige a las personas trans, no solo les afecta a ellas. También a las personas cis. De hecho una de las críticas que más repite el colectivo es por qué se cuestionan los procedimientos médicos dentro del colectivo trans y no entre las personas cis. "Se puede ser una persona cis y no cumplir con los cánones que se establecen para ver qué es un hombre, qué es una mujer, cómo se expresan uno y otros. Eso ha frustrado a muchísimas personas que no dan la talla", recuerda Cambrollé, quien apunta a que hoy en día se ha llegado a la conclusión de que "no hay un patrón único para ser hombre ni ser mujer".
"Cuando se habla de disforia de género es una enfermedad aprendida, no es algo que salga de ti mismo. De tanto recibir mensajes de 'el hombre es así', 'la mujer es así' y los cuerpos son de esa manera, todo lo que no se ajusta se va a los márgenes", señala. "Todas somos presas de lo que se dice de nosotros o de cómo tenemos que expresarnos. Si las mujeres en general es que tengan buenas tetas, la cintura muy estrechita y el culito, todo el mundo que no tenga eso también vive frustrado y también quiere corregirlo", enfatiza.
En este sentido, tal y como recuerdan desde el colectivo, las operaciones, procedimientos hormonales e incluso los cambios de nombre que viven las personas trans se miran con lupa y reciben otra serie de nombres estigmatizantes frente a los de las personas cis. "Cuando hablamos de operaciones genitales en personas trans hablamos de mutilaciones, pero luego se lo opera una mujer cis para ponerse más pecho o para reducirse el pecho porque tiene problemas de espalda o porque tenga enfermedad ahí ya no es una mutilación es una operación estética o médica", se queja Rodríguez, quien recuerda que entre las chicas jóvenes, las pastillas anticonceptivas con hormonas son muy comunes sin ningún tipo de cuestionamiento.
"No hay nada de trans en cambiarse un nombre, en hormonarse o en una vaginoplastia. Es trans porque lo hace una persona trans, pero no es algo de personas trans exclusivo porque un cambio de nombre lo puede tener cualquier persona por cualquier motivo", recuerda y apunta a que cada persona trans vive su transición con distintas necesidades.
"No todas las personas que deciden realizarse operaciones estéticas lo hacen con la misma cantidad de operaciones porque también parece que la sociedad habla de 'a, b, c': hormonas, operación de la parte de arriba, operación de la parte de abajo y listo. No es así", señala le activista y recuerda que hay una cartera de intervenciones más amplias para quien lo necesite para reafirmar su identidad.
Saida García recuerda que "todos los procedimientos de las personas trans han sido inventados para gente cis". "La población trans no es un nicho de mercado, o no lo era hasta ahora. Cuando hablamos de cirugías genitales solo un 7% se realizan a personas trans, el resto un 93% son personas cis. En cambio, nadie vincula eso y nadie les pregunta. A las personas trans se les exige y se da por hecho que se las van a hacer", se queja.
Lo mismo denuncia Cambrollé, quien recuerda la rápida respuesta que hay, por ejemplo, con un hombre con ginecomastia —crecimiento de las mamas— frente a los hombres trans: "Rápidamente el médico sabe que ese hombre está sufriendo porque entra en los registros que va a sufrir en un espacio público y le puede condicionar, pero no se piensa igual en un hombre trans ni se da una respuesta igual de rápida".
Un camino a recorrer
Aunque eliminar los requisitos de hormonación para cambiar el nombre registral y en el DNI ha sido un avance, todavía queda mucho por hacer, especialmente a nivel social derribando ideas preconcebidas por una sociedad binaria.
Para tratar que las personas trans elijan desde una posición más libre, desde Euforia buscan trabajar con las familias "desde muy peques" para hacer frente a la presión que reciben los menores y compensar los impulsos externos.
"Es algo supercomplicado en nuestra sociedad porque no solo está el tema del passing, sino del binarismo, la gordofobia, la presión estética. Ponemos mucha energía para que las familias sean capaces de prevenir en lugar de ir a curar cuando se ha generado el daño", explica su vicepresidenta, quien recuerda que esto no exime de las decisiones que vayan a tomar con respecto a su cuerpo. "Lo que permite a las personas tener una buena relación con su cuerpo es la libertad de poder elegir desde una posición más libre", detalla.
"Cuando estás en malestar con tu cuerpo y la única salida es tirar por la hormonación y la cirugía no estás eligiendo, estás muy limitada. Pero si tienes buena relación con tu cuerpo puedes hacerlo entendiendo que socialmente me saliera barba o me creciera el pecho me iban a provocar una serie de violencias que elijo no sufrir", explica.
Cambrollé recuerda que, aunque los marcos jurídicos ayudan, faltan protocolos propios para las personas trans: "No pueden ser estándar porque las personas trans no somos un objeto estándar, somos tan diversos y diversas que cada uno tiene una necesidad distinta y cada persona debería de tener sus procesos propio".
Esto no quiere decir que haya que ampliar la cartera de servicios, sino revisar los requisitos. Por ejemplo, recuerda que en comunidades como Andalucía es necesario estar en hormonación dos años para poder hacerse una mastectomía. "Me parece atentar contra las libertades individuales de las personas, acabar con la subjetividad que nos hace ser sujetos y distintas unas a otras", sentencia.
Estos derechos al acceso del tratamiento médico no implican que las personas trans tengan que acudir a ellos, al igual que sucede con el aborto, el divorcio o el matrimonio igualitario. Como bien explica la activista, "los derechos están para disfrutarlos, pero no obliga a ello, cada uno lo usa y lo demanda según sus propias necesidades para que crecer como una persona única como la que es".
Para Lauryn, aunque la situación ha mejorado, todavía se encuentra con diferencias sociales, especialmente a la hora de buscar empleo. Muestra de ello es que el paro entre las personas trans llega al 80%, según datos de UGT. Sin embargo, no se muestra negativa de cara a futuros escenarios.
"Creo que es cuestión de tiempo, que se visibilice más allá de dar voz en los medios a gente que deliberadamente está haciendo fraude de ley y que quiere hacernos daño. Igual que hace 50 años en ciertos sectores era impensable una ley del matrimonio igualitario o que hubiera familias diversas, llegará el momento en que se normalice que las personas somos diversas, nos salimos de los cánones y también del binarismo", señala.
En el caso de las personas no binarias, Blue Rodríguez admite que la crispación colectiva le hace no ser demasiado optimista. "Sé que hay mucha gente que se está partiendo el lomo por sacar adelante con lo que hay, si se sigue haciendo un buen trabajo por parte de juristas y de activistas se podría conseguir", señala, aunque reivindica más lugares de encuentro y debate para personas nb.
"No conozco a personas no binarias en mi isla apenas [La Palma], no tengo espacios donde charlar y desnudarme a nivel emocional cómo estoy llevando, acabo adaptando mi lenguaje para que la gente me pueda entender mejor o para no causar problemáticas o explicar demasiado. Este desgaste social de mi día a día me cansa a la hora de pensar qué quiero o una conclusión de cómo quiero llegar a algo", recuerda, pero admite que en un momento en el que se lucha por no perder derechos es complicado reivindicar más.
Aunque el horizonte que vislumbran no es una situación lejana, sino que es una realidad que lleva siglos existiendo, la diversidad corporal y el binarismo siguen siendo barreras que vencer para que la sociedad sea verdaderamente diversa como los cuerpos que la forman. Tal y como defiende Cambrollé, "no existen cuerpos equivocados, la belleza de los cuerpos radica en los seres que la habitamos".