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Ni turrones ni mazapanes: el extraño dulce navideño de Canarias con siglos de historia que se ha librado de las garras de la RAE

Ni turrones ni mazapanes: el extraño dulce navideño de Canarias con siglos de historia que se ha librado de las garras de la RAE

Cuenta con más de tres siglos de historia.

Dulces en el horno.Elizabeth Fernandez

Estos días, las mesas se llenan de dulces navideños de todos los tipos y gustos. Desde turrones, duros, blandos, de chocolate o más especiales como las últimas innovaciones gastronómicas, a los tradicionales mazapanes y mantecados. 

A estos hay que sumar los dulces regionales y locales de cada comunidad autónoma o casi cada localidad de la geografía española, algunos como el turrón de Jijona (Alicante) o los mantecados de Estepa (Sevilla) cuentan con lo que se conoce como Indicación Geográfica Protegida (IGP) y se han extendido a nivel nacional, mientras que otros siguen siendo casi desconocidos.

Este último es el caso de un dulce típico de Lanzarote, que data de 1736, un año después de la última erupción del Timanfaya y que es prácticamente desconocido fuera de la isla.

Se trata de las truchas, un dulce tradicional, que llegó a la isla antes que los turrones, que lo hicieron ya bien entrado el siglo XX. "Cuando yo era niña no había turrones. Antes eran las truchas, algún rosco y algún bizcochón", recoge La Voz de Lanzarote en una entrevista a Hortensia Navarro, autora de los libros de cocina Las Recetas de la Abuela Hortensia.

Su nombre tan curioso que poco tiene que ver con el pescado de río, se ha relacionado con las trouxas de ovos, un dulce típico portugués, pero no se ha encontrado el vínculo concreto.

De hecho, no se ha recogido este significado de trucha en el diccionario de la RAE, que además del pez de agua dulce familia de los salmónidos, recoge acepciones como "cara" o "boca" de una persona de forma coloquial en Uruguay o "truchimán" como una persona astuta.

Este dulce es una especie de empanadilla frita, rellena de batata, almendra, matalahúva y un almíbar de limón. Pérez-Galdós lo definía en sus obras como "bartolillo", aunque poco tiene que ver con los bartolillos de Madrid ya que estos están rellenos de crema pastelera.