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"Nevenka fue como Juana de Arco": la evolución del acoso sexual laboral y el abuso de poder hasta el caso Rubiales

"Nevenka fue como Juana de Arco": la evolución del acoso sexual laboral y el abuso de poder hasta el caso Rubiales

Casos como el de La Manada han puesto sobre la mesa el debate feminista, con una perspectiva distinta también en el ámbito laboral en los últimos 20 años.

Jenni Hermoso, Luis Rubiales, Ismael Álvarez y Nevenka Fernández.Getty Images/Netflix

"A mí no me acosa nadie si no me dejo" era una de las frases más repetidas en las manifestaciones de apoyo al exalcalde Ponferrada (León), Ismael Álvarez, tras la denuncia de acoso sexual presentada por Nevenka Fernández, en el que se convirtió en el primer caso de acoso sexual en la esfera pública y, especialmente, en la política.

Veinte años más tarde, el escenario es otro. El movimiento #SeAcabó que se inició con la denuncia pública tras el beso no consentido del entonces presidente de la RFEF Luis Rubiales a la futbolista Jenni Hermoso tras la victoria de la Selección Española en el Mundial femenino de fútbol llenó las calles de apoyo a la jugadora, en lo que para muchos ya ha sido el #MeToo español.

El escenario es distinto y la percepción de la violencia y el acoso sexual, también. En el estudio Percepción Social de la Violencia Sexual publicado en 2018 el 82,4% de los encuestados rechazan afirmaciones como que las mujeres que esperan semanas o meses para denunciar una situación de acoso sexual en el trabajo, probablemente se la han inventado. 

No obstante, no todo es positivo. El 52,4% de los hombres encuestados en el mencionado estudio creen que la mayoría de acosos sexuales en el trabajo se evitarían si la mujer le dice al hombre que pare.

"Cuando Nevenka hablábamos tres, ahora habla una sociedad entera. Creo que lo importante, lo que de verdad transforma a la sociedad y, por tanto, la democracia son los movimientos colectivos. Y ese movimiento se llama feminismo", reivindica a El HuffPost Carolina Vidal, secretaria confederal de Mujeres, Igualdad y Condiciones de Trabajo, quien pone el foco en que se hable del acoso sexual.

"Nevenka desgraciadamente tuvo apoyo de poca gente y fue una Juana de Arco absolutamente pionera en levantar la voz contra quien tiene poder, diciendo ‘esto no es tolerable’ y hacer visible algo que era invisibilizado por todos y todas que ahora, afortunadamente, cada vez es más difícil", añade.

La Manada o la denuncia a Errejón y su efecto en las denuncias y la conciencia feminista

Más allá de estos casos más recientes, el que realmente marcó un antes y un después en las reivindicaciones y la lucha feminista fue el caso de la violación grupal de La Manada en los Sanfermines de 2016, con sucesivas manifestaciones convocadas en toda España en repulsa hacia la sentencia judicial en 2018.

"Ha cambiado mucho porque el movimiento MeToo y en España las manifestaciones y reivindicaciones del movimiento feminista ante la violación de la Manada ha tenido un impacto en la visibilización de la violencia sexual en todas sus manifestaciones, incluyendo la violencia que sufren las mujeres en el ámbito laboral", explica a El HuffPost, Beatriz Bonete, socióloga experta en género e investigadora social.

Para ella, el caso Nevenka "fue una demostración de una cultura machista muy integrada en una sociedad que, en ese momento, negaba la responsabilidad del agresor", así como su poder político y específico con ella como trabajadora y expareja. De hecho, basta con ver que el foco mediático que se puso en ella como víctima y que el caso se conozca con su nombre y no con el de él como ocurre con Rubiales. 

"Ahora vemos que hay cosas que han cambiado, pero sigue estando pendiente, el cambio cultural y social dentro de la judicatura para que, en caso de violencia sexual, se crea y se apoye a las víctimas", reivindica.

  Manifestación en protesta por la sentencia de los miembros de la Manada. EFE/ArchivoAgencia EFE

En ese sentido, Vidal recalca que sí que ha notado repercusión en las visitas a su Observatorio de acoso sexual y por razón de sexo de CCOO, donde se pueden depositar quejas y denuncias en su buzón y conseguir información. La secretaria de igualdad del sindicato asegura que reciben una media de 5.000 visitas al mes, pero han detectado "tres picos muy grandes de solicitud de ayudas que han coincidido con el beso de Rubiales y con el caso Errejón".

"Esto quiere decir que efectivamente el interés por defenderse, por proteger y por no hacer invisible esta situación es cada vez mayor, que eso se consigue a través de la pedagogía", explica y, aunque no es capaz de dar una cifra ni señalar si han aumentado o no las denuncias de acoso, sí que destaca que "cada vez hay más conciencia de que esto es algo que sucede y que no es tolerable".

"El interés por defenderse, por proteger y por no hacer invisible esta situación es cada vez mayor, que eso se consigue a través de la pedagogía"
Carolina Vidal, secretaria confederal de Mujeres, Igualdad y Condiciones de Trabajo

Bonete recuerda que el caso Rubiales "podría hacer que mujeres que en el entorno laboral estén sufriendo acoso sexual y se animen a contarlo", aunque no se atreve a decir si a denunciarlo ante la justicia debido a la percepción aún machista y patriarcal que se sigue viendo en los tribunales.

"La justicia aún tiene que demostrar que, realmente, trata a las víctimas de cualquier tipo de violencia sexual como víctimas, y no como coautoras, como ha sido el caso del juez Alfonso Carretero con Elisa Mouliaá a la que sometió a un interrogatorio como si ella fuera la responsable de la agresión", recuerda la socióloga.

La sentencia a Rubiales, una condena que no refleja el #SeAcabó

Este jueves, la Fiscalía anunciaba que recurrirá la sentencia por la que se condenaba a Luis Rubiales por agresión sexual a una pena de multa de 10.800 euros pidiendo además la nulidad del juicio y que este se vuelva a celebrar por no tener en cuenta pruebas que fueron, según la teniente fiscal, "indebidamente denegadas".

La Fiscalía pedía una condena total de 2 años y 6 meses de cárcel, de los que un año era por el delito de agresión sexual y otro año y medio por las coacciones, pidiendo para este tipo penal también 1 año y 6 meses para los otros tres acusados: el exentrenador de la Selección femenina Jorge Vilda y los exempleados Albert Luque y Rubén Rivera.

"La justicia aún tiene que demostrar que, realmente, trata a las víctimas de cualquier tipo de violencia sexual como víctimas, y no como coautoras"
Beatriz Bonete, socióloga experta en género e investigadora social.

La sentencia, aunque fue recibida con cierta positividad por algunos sectores que vieron como un avance que se condenase, generó indignación en otros por ser considerada insuficiente. 

Así lo señaló al conocerse la sentencia Isaac Guijarro, abogado especializado en violencias machistas en Olympe Abogados en sus declaraciones a El HuffPost: "El problema es que no ha entendido por ejemplo que Rubiales, al ser presidente de la federación de la que Jenni Hermoso era jugadora, y se ha visto en el juicio que existía una actitud absolutamente mafiosa por su parte, pues lo que no se entiende es que no haya entendido que existe un prevalimiento por la superioridad, por esa cuestión de que al ser su jefe pues evidentemente tenía una superioridad que ejerció contra ella. Y por ende el juez ha podido considerar leve la agresión sexual e imponerle una multa y no una pena de prisión".

En este sentido, Vidal recuerda que hay que valorar los puntos positivos y negativos de la sentencia: "Por un lado, es importante que haya condenas, es importante que sea una condena en firme contra personajes que tienen una incidencia pública y demás, pero a la vez la condena nos parece poca, porque para la gente que tiene poder y capacidad para cumplir esas condenas, creemos que la represalia, la condena o el castigo no es suficiente".

Sin embargo, la secretaria de CCOO pide "quedarse con lo positivo", al igual que hacen nombres como la actual ministra de Igualdad, Ana Redondo, quien aseguró en su entrevista con El HuffPost que "el avance social que ha supuesto esa sentencia nos da muestra de cómo la sociedad española ya no tolera ese tipo de comportamientos". Pero señaló al igual que Vidal tener "sentimientos encontrados".

Vidal ve como lo "importante" que "hemos conseguido que se siente en el banquillo una acción contraria y de acoso sexual que no es tolerable y que hemos conseguido poner sobre la mesa que si no tenemos nuestro consentimiento no puede haber un tipo de acoso sexual".

Bonete, aunque no entra a valorar la sentencia, sí que pone el foco en Hermoso. "Si Jenni ha dicho que va a recurrir la sentencia al Tribunal Supremo es porque considera que no ha sido suficiente y, como feminista y experta en género, estoy con ella, la apoyo y la creo", zanja.

Aunque la sentencia no sea todo lo contundente que se esperaba, sí que marca un antes y un después con casos como el mencionado de Ismael Álvarez y Nevenka.

Un aumento de las denuncias y un sistema todavía por vencer

El acoso sexual a nivel laboral cuenta, tal y como remarcan las especialistas, con unas dinámicas de poder particulares con cuestiones como poner en riesgo el puesto o posibilidades de prosperar en el ámbito laboral. 

"El luchar contra esto no es sencillo, los trabajadores y trabajadoras tenemos mucho miedo al reproche social, tenemos mucho miedo a enfrentarnos a quien tiene el poder, que son los que tienen los privilegios y nosotras también a veces caemos en esa dinámica", señala Vidal, que recuerda que "cuando eso se hace colectivamente es cuando se transforma y creo que eso es lo que tenemos que hacer".

La visibilización de estos casos, así como los protocolos activados de forma interna en las empresas, han fomentado en parte que las denuncias por acoso y abuso sexual se hayan incrementado un 15% en el último año, tal y como señala en su entrevista con El HuffPost la ministra de Igualdad Ana Redondo.

Para ponerle freno a estos casos dentro de las empresas, Bonete recuerda que "las herramientas ya existen" y apunta al Protocolo por Acoso y Discriminación por Razón de Sexo obligatorio en las organizaciones. 

Según este protocolo, la empresa "tiene la obligación de adoptar, en su caso, previa negociación con la representación legal de las personas trabajadoras, un procedimiento o protocolo para prevenir y actuar frente al acoso sexual, el acoso por razón de sexo y otras conductas contrarias a la libertad sexual y la integridad moral".

Sin embargo, pide que haya más pedagogía en la implantación. "Es necesario que las empresas entiendan que tener estos protocolos no solo es 'cumplir un trámite', sino que tienen que interiorizar su funcionamiento, implantarlo y hacerle seguimiento y, sobre todo, darlo a conocer entre las y los trabajadores", detalla.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es