Estética, simbología y dolor: la 'obligación' de llevar tacón y el debate que ha abierto Letizia
La reina ha apostado en los últimos meses por deportivas y zapato plano, flexibilizando su armario y generando debate sobre la formalidad del tacón.
La reina Letizia está acostumbrada a que cada gesto que hace, cada palabra que pronuncia y cada prenda que se pone sea analizada al detalle y en los últimos meses toda esa atención se ha focalizado hacia una cosa: sus pies.
Todo empezó en abril, cuando la reina tuvo que sentarse en el besamanos previo a la cena de gala ofrecida por los reyes de Holanda. La imagen era insólita y Zarzuela aseguró que Letizia se había resentido del neuroma de Morton y la metatarsalgia que sufre por el uso continuado de tacones y zapatos estrechos. Al día siguiente apareció como nueva.
Con la mayoría de los fotógrafos pendientes de los pies de la reina, a principios de mayo Letizia apareció en un acto en el Teatro Real con deportivas barefoot, que dan espacio al pie. ¿La razón? Como explicaron ella misma y Zarzuela, una fractura en un dedo del pie derecho que la ha obligado a llevar zapato plano, desde las citadas deportivas a sandalias que dejan el pie prácticamente al descubierto o bailarinas a ras de suelo.
Desde que la reina empezó a utilizar zapato plano, se ha debatido intensamente sobre la ‘necesidad’ de llevar tacón en ciertos ambientes, ya que tradicionalmente se ha asociado a un mayor de grado de elegancia o formalidad, a pesar de que puede provocar patologías como la que sufre la reina, que tal y como trascendió en 2022, ve indispensable el uso de tacón para su función de representación.
Sin ir más lejos, la reina reincorporó durante los actos de los Premios Princesa de Girona los tacones a su armario, aunque muy bajos, anchos y con sandalias anchas para dejar el pie relativamente libre. Aún así, Letizia sigue resintiéndose y tuvo que sentarse durante la entrega de despachos en la Escuela Naval de Marín y al día siguiente reapareció en deportivas.
Estas imágenes de la reina resintiéndose de sus dolencias provocadas por el uso del tacón hacen plantearse si realmente se ha ido flexibilizando el uso de zapato plano y la simbología que se le ha otorgado habitualmente al tacón.
De la connotación erótica al poder y la autoridad
Ana Velasco, periodista, historiadora y experta en estudios de moda, cambio social, historia contemporánea y comunicación, explica que las mujeres empezaron a utilizar tacones más habitualmente en el siglo XX y el tacón de aguja se extiende especialmente “a partir de la segunda mitad en el cine de Hollywood”. “Esa connotación erótica del calzado empieza cuando el modelo también se va haciendo más desnudo, como las sandalias o los zapatos que enseñan los dedos incluso como zapato de vestir y no solo de playa. Antes de la Primera Guerra Mundial estaba muy mal visto y en los años 20 aún costaba. Después, especialmente a partir de los años 40, gracias a la influencia del cine, el tacón enseña mucha más piel y es cada vez más alto. De ahí también que la postura de la mujer se corrija y se destaque el pecho y las nalgas. La erotización es evidente”, relata Velasco.
Además, la historiadora recuerda que hasta el siglo XIX y la revolución francesa los hombres seguían llevando tacones, pero lo erótico “entra en escena” cuando los tacones “se asocian a un diseño imposible o son menos cómodos”. Aún así, Velasco recuerda que los tacones “siguen siendo vistos como algo muy femenino” y que destaca que también están muy asociados a la corte porque nacen como un calzado de corte.
“La gente no salía a la calle, no paseaba. El paseo es un invento de las sociedades liberales, del siglo XIX. El calzado de tacón es básicamente de exhibición, como una indumentaria formal de gala. Hoy cada vez nuestra sociedad es más informal y democrática y en ese sentido todos vamos a la misma altura. La idea de los tacones durante mucho tiempo también era elevar, era elitista, aunque nosotros eso ya no lo veamos”, asegura.
Eso sí, “seguimos teniendo la idea de que el zapato cerrado es más elegante y el tacón es más formal”, aunque las connotaciones van evolucionado a medida que evoluciona la sociedad. “Eso va cambiando. De hecho, cada vez hay más gente que lleva traje con zapatillas y mujeres que cada vez llevan más zapato plano o modelos que no son el de tacón fino de los años 50 o el de aguja de los 90. El zapato ha transformado mucho su diseño, especialmente en ambientes de trabajo o a diario. En las bodas se regalan bailarinas y hay novias que van con alpargatas, que hace unos años no estaba bien visto. La sociedad se hace más democrática y cada uno puede vestir más como quiere”, reflexiona Velasco.
Además de esa simbología asociada a la erótica y a la élite, el zapato de tacón también se ha relacionado con el poder, especialmente en el mundo laboral. Así lo explica Paloma Díaz, profesora Titular Intangibles y Moda de la Facultad de Ciencias de la Información UCM, que relata que cuando las mujeres entran en el “entorno de oficina, el empresarial, asumen parte de la indumentaria masculina, empezando por el traje de chaqueta”.
“Una de las grandes funciones de la moda es igualarnos a los pares, entonces lo primero que hace la mujer es incorporar la indumentaria masculina al mundo de trabajo y adaptarla a la silueta y el patrón de la mujer”, cuenta la experta. “Lógicamente, después se feminiza con la falda, pero en algunos casos sigue quedando una diferencia de estatura. El mundo laboral a veces es una negociación, una negociación entre roles y no se trata de quién gana, de poder, pero sí de iguales. Y claro, si la mujer es más baja de estatura, su tono de voz es más suave o más agudo, pues no tiene forma de hacerse notar o de estar en igualdad de condiciones. Ahí es donde aparece el tacón”, relata Díaz, que cree que se habla menos de esta connotación que de la erótica.
“Muchas veces se le atribuye toda esa connotación de seducción, pero se habla menos de esta función de igualar, de ponerse en el mismo nivel de negociación. Muchas mujeres cuando se suben a un tacón se sienten más autorizadas para hacer valer su opinión”, cuenta la profesora.
Díaz cree que precisamente las elecciones de altísimos tacones por parte de la reina tienen mucho que ver con esto. “Letizia es una mujer que no es bajita y sin embargo siempre se ha subido en tacones muy altos, para empezar porque el rey es muchísimo más alto y así la diferencia se reduce diez centímetros, que no es poco. Ella además sobre el tacón llevaba plataforma. Eso le daba autoridad, no solo a la figura simbólica de su papel, sino que se manifestaba externamente a nivel estatura”, cuenta la profesora.
Un problema para la salud tarde o temprano
En parte por el uso prolongado de tacones y calzado estrecho, la reina Letizia confirmó en 2022 que le habían diagnosticado una metatarsalgia crónica y un neuroma de Morton. “Un neuroma es una inflamación de uno de los nervios que pasan en el medio de los metatarsianos, los huesecitos que tenemos en la parte de delante del pie, y normalmente se relacionan con posturas poco correctas del pie, combinado con calzados que son ajustados como los tacones que solía llevar la reina”, cuanta Alberto Martínez, podólogo de la Clínica Podológica M.O.
“Que sean ajustados va a hacer es que el espacio que hay entre los metatarsianos se vea comprometido y todas las estructuras que hay entre los metatarsianos se vean pellizcados. Es el caso de los nervios. Cualquier nervio que acabe un poco dañado segrega una sustancia que tiene poder irritativo y hace que se inflame. Si encima estamos combinando esto con un tacón, tenemos une mezcla explosiva”, asegura el experto.
Martínez explica que al llevar zapato de tacón se adelante la fuerza “hacia esos metatarsianos que están comprometidos generando mucho más estrés”. De esta forma surgen problemas no solo como el neuroma de Morton, sino también “la inflamación de la cápsula de las articulaciones provocando dolor en la almohadilla que tenemos en la planta del pie, pieles muertas porque la presión hace que la sangre no circule y la aparición de dedos en garra”.
Además, Martínez, asegura que los tacones no solo afectan a la salud de los pies, también puede provocar problemas lumbares. “Cuando utilizamos un zapatos de tacón adelantamos el centro de gravedad. Para que no nos caigamos hacia delante se provoca una torsión de la forma hacia atrás. De la misma forma que cuando vamos al super y compramos cinco litros de leche nuestra espalda se va a inclinar hacia un lado para que el centro de gravedad esté en su sitio, cuando usamos zapato de tacón la espalda va a torsionarse posteriormente y eso va a hacer que las vértebras se cierren y con eso se puede comprometer el espacio de esa vértebra y ahí el disco va a sufrir y se va a favorecer la posibilidad de una protusión, una hernia discal... “, relata.
Martínez recuerda que el tacón tiene “una función estética, no funcional” y que debería limitarse a situaciones en las que prime la estética. “De la misma forma que sería incorrecto utilizar botas de esquí para pasear por la ciudad o botas de fútbol en una pista de patinaje artístico... pues el tacón solo tiene sentido en actos protocolarios o de cierta relevancia”, asegura. Además, confirma que aunque durante años se puedan llevar tacones sin sentir demasiado dolor, el uso continuado termina pasando factura: “Te garantizo que las personas que pasan muchas horas de pie con zapatos de tacón, como personas en eventos o congresos, todas ellas están aquejadas de problemas de pies, lumbalgias... Es cuestión de que pase el tiempo suficiente para que la patología aparezca”.
La flexibilización del calzado y el debate que abre Letizia
Después de estos meses en los que Letizia ha estado obligada a llevar calzado plano, se ha confirmado que no se acaba el mundo por ir de plano a un acto oficial. “Se puede ir elegante sin tacón”, sentencia Ana Velasco. “Tenemos que acostumbrar un poco la mirada porque tenemos muchos prejuicios en general. Se puede ir elegante sin llevar traje. En temas de protocolo, aunque es verdad que la mayor parte de actos que hace Letizia ahora son de día y tampoco choca tanto verla con ese tipo de sandalia, me chocaría más verla con zapato plano en una recepción de gala. Aunque apenas se vean los pies, estamos acostumbrados a que el traje de gala está asociado a tacón o a un maquillaje más cargado o pelo recogido”, cuenta la experta sobre liberarnos de prejuicios.
“Creo que en los armarios va a seguir habiendo tacones, porque un mismo outfit con un tacón cambia radicalmente y sigue estando muy valorado estéticamente, pero es muy incómodo y puede tener consecuencias sobre la salud. Hay zapato de fiesta con poco tacón o incluso plano que sigue encajando bien”, asegura Paloma Díaz, que recuerda que muchos diseñados han sacado a las modelos en plano.
Además, cree que “se ha flexibilizado bastante” la obligación de llevarlo en ciertos ambientes y eventos. “La dictadura del tacón altísimo además no viene tanto del pasado, ha sido más contemporáneo y las mujeres se la han autoimpuesto, porque las mujeres antes iban mucho más cómodas a nivel calzado, con tacones medios, porque caminaban más, y esto viene más de los ochenta, de los noventa”, recuerda la profesora. “En estos últimos cinco años creo que esa silueta se ha relajado, es como que se ha autorizado y ese grito en el cielo que ponía algún estilista cuando te veía sin un tacón de trece centímetros ya no es así. Porque es curioso que si son menos de ocho centímetros parecía que no era tacón, y claro que lo es”, sentencia Díaz.
“Las modas van cambiando y es evidente que la sociedad se va haciendo más informal, igualitaria y no pasa nada. Mucho menos si además se tiene una afección como es el caso de la reina Letizia”, asegura Velasco, que cree que hay que hacer una reflexión sobre algunos sesgos entre la indumentaria de hombres y mujeres. “Los hombres pueden ir relativamente cómodos con un traje y las mujeres están siempre obligadas o parece que tienen una presión social mucho mayor. Racionalizar la indumentaria, tener lo que antes se llamaba una indumentaria higiénica, es muy importante. En este caso, aunque sea por necesidad, la reina está abriendo camino a una sociedad más democrática en el sentido de la indumentaria para las mujeres”, defiende la historiadora.
Además, Velasco cree que es un cambio “razonable”. “Cualquiera que haya llevado tacones de diez centímetros durante diez horas sabe que los pies no están hechos para llevar ese tipo de calzado. Igual que hemos eliminado el corsé o costumbres que son pesadas para nosotras, que nos hacen más difícil la vida, creo que los tacones no son elegantes per se, es porque estamos acostumbrados a ellos. Hay zapatos planos preciosos, tacones preciosos y creo que debe haber más flexibilidad y menos presión estética”, reflexiona.
Para Velasco, todo se resumen en normalizarlo: “Siempre que se vaya limpio, cuidado y, si quieres, a la moda, pues está bien. Los hombres van con zapato plano y cómodo y nadie piensa que van menos elegantes. Normalizarlo es positivo porque las mujeres no tienen que sufrir para estar elegantes”.