Javier Gutiérrez: "Necesitamos al lobo feroz como sociedad"
El actor presenta junto a Juana Acosta, Adriana Ugarte, Rubén Ochandiano y Manu Vega la cinta 'Lobo Feroz'.
Al pensar en un lobo feroz se viene a la cabeza el cuento de Caperucita, aunque la realidad de este villano de la ficción va más allá del estereotipo y narra cómo sería si la madre de la niña que recorre el bosque y es atacada por el fiero animal se vengara de él. En la cinta de Gustavo López, Lobo feroz, el cuento se repite, pero el malo es muy distinto.
La película, que llega a los cines este 27 de enero, adapta el largometraje israelí Big Bad Wolves, un thriller en el que un asesino en serie descuartiza a varias niñas y el policía encargado del caso (Javier Gutiérrez) se obsesiona con el principal sospechoso (Rubén Ochandiano) mientras que la madre de una de las víctimas busca tomarse la justicia por su mano (Adriana Ugarte).
Una versión en la que ellas toman las riendas
Para esta nueva versión, Ugarte da vida a un personaje que en la versión israelí era un hombre, algo que ella considera como un logro, especialmente en el cambio del rol de la mujer. "En este caso que el personaje de la película israelí pueda ser interpretado por una mujer me parece interesante, no porque una mujer pueda ofrecer una cosa distinta por el hecho de ser mujer, sino porque tenga la misma capacidad de acceder a un tipo de personaje, que no dependa de ser hombre o mujer”, señala.
Para la actriz, la presencia de mujeres en este género no es escasa, pero sí encasillada: "Casi siempre hay personajes femeninos en las películas policiacas, pero suelen estar o han estado siempre al servicio de un personaje protagonista que es un hombre, poderoso o turbado por un crimen que es incapaz de resolver".
Para ella, que una mujer tenga un papel potente es algo fundamental a la hora de elegir un papel. "Si de repente llega a mis manos un guion que me parece que maltrata lo que yo considero la dignidad de la mujer, no con un fin de denuncia, sino como una pérdida de respeto o como una mofa, pues esa historia no me va a interesar ni la voy a defender", recalca. "Otra cosa es que en una película un personaje de una mujer se ría de sí misma, eso me parece sanísimo y maravilloso, pero no que haya una mirada externa manipulada y machista en torno a un personaje femenino. Eso como actriz no me enriquece", matiza Ugarte.
En este sentido coincide con su compañera de reparto Juana Acosta, que da vida a la sargento Vidal, y que creó en 2022 Calité, una productora dedicada a contar historias de mujeres. "Creo que en Lobo Feroz ellas son las que llevan la acción y la película a otro lugar. Eso es uno de los asuntos por los que me interesó", indica.
Define su personaje como una mujer "fuerte y potente" que tiene que hacer frente a una situación complicada. "En el caso de mi personaje, a ella le toca enfrentarse a un mundo muy machista, además un mundo machista donde la presencia femenina es escasa, no es fácil, le toca estar constantemente demostrando que es buena policía, además con compañero que no solo le hacen el vacío sino que son cobardes porque no son capaces de dar la cara", añade Acosta.
Lejos de pensar que, como Acosta, las historias de mujeres contadas por mujeres tienen otro perfil, Ugarte asegura que no separa nunca por género. "Para mí los hombres y mujeres somos seres humanos, solo nos separa una biología", sentencia.
El papel de Ugarte es, además, el de una mujer con enfermedad mental, que en la ficción siguen estando representadas como asesinas, violentas o, en muchos casos, apartadas de la sociedad. Sin embargo, cree que no estén "estigmatizadas" en la gran pantalla. "Si no no serían protagonistas de películas, creo que al final si se le da a un personaje con este daño y esta gestión tan deficiente del dolor. Se le está cuidando y se le está protegiendo", explica.
Una trama en la provincia de Cádiz...sin apenas acento andaluz
Tal y como sucedió en la serie La Promesa (TVE) que transcurre en el Valle de los Pedroches (Córdoba), en Lobo Feroz, los restos de acento andaluz son más bien escasos y se limitan prácticamente a la intervención como secundarios de los cordobeses José Chaves, Fernando Tejero y el sevillano Antonio Dechent.
En el caso de Rubén Ochandiano cuenta que le pidió específicamente al director hacerlo, pero este le respondió con una negativa. Sin embargo, tanto a Ugarte como a Gutiérrez el acento neutro de sus personajes les parece una opción totalmente válida.
“Me parece un debate interesante, creo que el personaje hable con un acento neutro también te dice de dónde viene y dónde ha vivido. En el caso de Matilde no tenía cabida porque ha estado mucho tiempo en la cárcel y ha pasado gran parte de su vida de reformatorio en reformatorio y ha convivido con personas de muchos países", explica Ugarte.
Para ella, contar una historia que transcurre en un punto concreto no tiene que estar ligado a una forma de hablar concreta. "Si vives en Cantabria puedes compartir espacio con muchas personas de Latinoamérica, de Madrid, de Portugal, entonces en la película no se habla de que sean personajes que sean nacidos allí. No sabemos de dónde viene cada uno. Puede ser interesante como espectador decir ‘uy, ¿de dónde viene ese personaje?’ creo que podemos jugarlo a favor”, detalla.
Gutiérrez va más allá y califica como una "cagada" tratar de unificar los acentos de todos los actores. "En mi caso, es un Guardia Civil que puede provenir de Valladolid o de Medina del Campo", apunta.
Desconfianza del sistema y las instituciones
La desesperación de algunos de los protagonistas y la corrupción de otros de ellos hacen que finalmente opten por "tomarse la justicia por su mano". Para los protagonistas, hay muchos "lobos feroces" en la vida real como para hacerlo.
"Creo que es porque el lobo feroz necesitamos como sociedad, como ciudadanos necesitamos encontrar certezas, asideros, como que este es el culpable y de eso tienen mucha responsabilidad los medios de comunicación. Pero el lobo feroz está ahí fuera también, a la vuelta de la esquina", explica Gutiérrez.
Ochandiano va más allá y relata que su experiencia personal con los cuerpos de la ley ha sido "espeluznante". "Pude comprobar de cerca cómo se pueden manejar, especialmente después de la ley mordaza", recuerda.
Esta desconfianza del sistema no se da solo en la cinta, también en la vida real. "Todo se utiliza con fines políticos, creo que no hay nada que no se haya utilizado por aquellos que vayan a tener poder", remarca Ochandiano.
"En la justicia estamos viendo lo que ha costado el Tribunal Constitucional y eso como ciudadano te deja como muy mal cuerpo, como mucha desazón", explica Gutiérrez, quien empatiza con el personaje de Ugarte y asegura que "entiende perfectamente lo que hace".
Lo que no comprende tanto es la politización que se da de estos casos como sucedió con el caso de Gabriel Cruz, Marta del Castillo o Mariluz. "Lo más atroz es que se juegue con el dolor de unos padres, ahí la política puede llegar a ser miserable", enfatiza Gutiérrez.
Para Manuel Vega, la situación política y judicial de España no parece que vaya a cambiar. "Nos lo hemos cuestionado todos de alguna manera, no tiene que ver con la Guardia Civil, tiene que ver con cualquier cosa. Lo mejor y lo peor, todo está concentrado en el mismo sitio, creo que estamos enfrentados diariamente y lo vemos cada día en las noticias", señala.
Precisamente destaca de su personaje que se enfrenta a las situaciones reales desde un punto de vista idílico: "Tienes una idea idealizada de la vida, del trabajo, de la política o de lo que sea y te das cuenta de que ni tu trabajo, ni tu partido ni los que te rodean son tan puros ni tan correctos y a veces están al margen de la ley".
Maternidad y paternidad siguen sin ser lo mismo
En la cinta de López todos los protagonistas son padres o madres y cada uno enfrenta esa cuestión desde un punto de vista distinto: bien desde la sobreprotección, desde el luto o desde una situación de padre ausente.
Sin embargo, para actores como Gutiérrez no están igual de representados en la ficción la maternidad y la paternidad. "Me cuesta encontrar ese referente de padre y quizás sí que haya más ese modelo de mal padre o padre ausente. Creo que hay más variedad en el caso de la mujer que en el del hombre", apunta.
Ugarte cree que la protección es algo inherente a la hecho de tener hijos y que no tiene sexo. "No creo que este impulso protector hacia un hijo o una hija sea inherente a hombre o mujer, creo que es inherente a ser buen padre o buena madre", señala.
Para Acosta, la maternidad le ha cambiado la vida, también en su vida personal y la defiende a ultranza, aunque defiende que las mujeres tengan esa libertad de elegir.
"Siendo madre, tengo amigas, muchas que no han querido ser madres, incluso alguna de mis hermanas, pero no puedo parar de pensar ‘ay lo que se pierden’. Hay algo en mí, que yo soy muy madraza, y para mí la maternidad me ha revolucionado la vida positivamente, cuando alguna no lo quiere vivir me da pena que se lo pierda", explica.