Víctor Elías: "Si me llamaban yonqui cuando lo era, pues tenían hasta razón, pero ahora me toca los huevos"
El músico y actor, que se dio a conocer en 'Los Serrano' interpretando a Guille, acaba de publicar '#Yosostenido'.
Hace solo unas semanas, Víctor Elías ocupaba la portada de Hola! y los titulares de la prensa del corazón por su boda con la cantante Ana Guerra. A la fiesta no faltaron sus compañeros en la serie que le catapultó a la fama, Los Serrano, quienes durante años fueron más que compañeros de trabajo y con los que aún mantiene una estrechísima relación. Con Fran Perea comparte amistad y proyectos musicales, y a Natalia Sánchez, con la que mantuvo una relación sentimental mientras trabajaban en la serie, la considera mucho más que una amiga, es su hermana.
Por aquel entonces Víctor era un niño —tenía 12 años cuando comenzó a dar vida a Guille— y sus travesuras y su sonrisa en la ficción eran perfectas máscaras de una vida que no precisamente ideal. El alcoholismo de sus padres, el bullying, una anómala infancia dedicada a los platós y los escenarios... fueron un lastre para la felicidad de aquel 'niño prodigio'. Pero no, él asegura que no es un juguete roto porque "tuve la inmensa suerte de encontrarme con la música". Aunque como tantos otros niños que conocieron el éxito sin la madurez necesaria para asumirlo, terminó siendo víctima de la adicción.
No es la primera vez que Elías habla de todo esto. Hace meses que convirtió su historia en un monólogo con el mismo título que el libro, #Yosostenido, y que vuelve en el mes de diciembre a los Teatros Luchana : "Mi idea era hacer un stand up comedy para la función. Sí, quería hacer una cosa de risa de mi vida porque tengo un humor muy negro. Hablando con Fran (Perea), que dirige la función, y Pablo Díaz Morilla, el guionista, me dijeron: ‘Es que hay cosas que no podemos contar desde la risa'. Además, cuando fuimos teatralizando un poco más, nos metimos en cosas que no podía contar si me saltaba otras. De ahí surgió el libro".
¿Todo lo que relatas en el libro, que en ocasiones es muy heavy, lo puedes contar ahora que está superado y tu momento personal es pleno y feliz?
Todo esto lo puedo contar desde el punto en el que estoy ahora. Es que de otra manera, el libro sería de autocompasión y pretendo todo lo contrario: huyo de la pena, huyo de la compasión porque no hay ninguna. Fran dice que todas las vidas se merecen ser contadas, y yo tengo el privilegio de tener un altavoz para contarla desde la normalidad. Y lo que me he encontrado en la función, que también influyó mucho a la hora de lanzarme a escribir el libro, es que al acabar mucha gente se acercaba a contarme sus problemas, normalizando o pidiendo ayuda porque no se atrevían a pedirlo de otra forma porque les iban a juzgar. Les estoy muy agradecido porque yo estoy contando esta historia para que seamos conscientes de que la gente de alrededor también nos puede ayudar.
El lanzamiento del libro ha coincidido con tu boda con Ana Guerra. ¿Había una intención con esta coincidencia de remarcar que estás en un buen momento, que comienzas una nueva etapa más luminosa?
Tenía que ser así. Para poder hacer autoterapia tenía que estar bien. El teatro me ha ayudado mucho a estar bien, el libro me ha terminado de ayudar a estar bien. Y la boda... Ana es uno de los últimos capítulos del libro porque está siendo el capítulo de mi vida de ahora. Que coincidan ha sido una casualidad y lo bonito está siendo la facilidad y la espontaneidad con la que todo va saliendo. Obviamente, la fecha de la boda llevaba colocada un año, y el libro, como se acerca la Navidad, es una fecha normal para sacar un libro.
Sobre el tema boda: ¿cómo se lleva que todo el mundo tenga que comentar todo?
Bueno, ha sido una noticia bonita. Hemos tenido mucha suerte porque tanto Hola! como el resto de medios nos han permitido contar el cuento como nosotros queríamos que se contara y como ha sido, porque ha sido un cuento precioso el que vivimos ese día. Estamos muy agradecidos y somos muy afortunados por cómo nos tratan los medios. ¿Y quién no quiere contar algo bonito?
Tú lo has dicho, terminas el libro en Ana, pero empiezas contando algunos de los difíciles momentos que viviste siendo solo un niño. ¿Hasta que no fuiste consciente del problema de tus padres, eras un niño feliz?
Yo podría decir que, pese a todo, he sido un niño feliz. Me ha salvado mi humor y la suerte de poder vivir dos vidas paralelas, muy dispares entre ellas, que me han ayudado mucho: la de la interpretación y la de mi casa, una de cal y otra de arena. He sido un niño jodido, pero feliz porque así se me enseñó en casa. Mi padre tenía una personalidad muy 'agradadora' y de permanente sonrisa, de todo adelante... y esa forma de ser me ha ayudado mucho.
¿Y qué te ha ayudado de tu madre?
Que a pesar de todo lo que ha tenido y de todos los problemas que ha tenido y, aunque algunos no consiguió esquivarlos, tenía una fuerza que era digna de admiración. Salía para adelante con un par de ovarios y me demostró que no se puede salir de todo, pero sí convivir con las cosas malas. El más claro ejemplo fue su último cáncer, el que se la llevó, y demostró... Es que se iba sola caminando a la quimio.
¿Has estado muy enfadado con ellos?
Enfadado, sí; muy, no. Pero es que cuando tropiezas con piedras parecidas, ya no te puedes enfadar y perdonas rápido.
A los 13 años denunciaste a tu madre, ¿para recuperarla? ¿Cómo un niño toma esa decisión?
Con 13 años no sabes muy bien, no conoces otra forma, así que, bueno, lo que te va diciendo la gente. Imagino que algo tuvieron que ver la madre de algún amigo, una profesora del colegio que estaba muy metida en el problema y me ayudó mucho, mi padre que quería la custodia... Tengo muchas cosas borradas porque creo que mi cerebro quiere protegerme.
Resulta especialmente conmovedor leer los episodios de bullying que viviste....
Lo que parecía que debía ser lo más guay del cole, que yo fuese actor y por ello generase simpatía, para los niños no lo era. Supongo que son cosas de niño y, al final, algunos no querían que otro estuviese por encima y yo tenía ciertos tratos de favor que fueron minando la moral. Del acoso fui consciente en el momento en el que pedí cambiar de colegio porque no aguantaba mucho más y mi madre, ahí estuvo bastante rápida, en cuanto se lo dije me cambiaron de cole. Entonces me volví un estúpido porque trataba de defenderme e intenté ser yo el malote, el gracioso de la clase... Siempre digo que, en estos casos, por un lado está el que sufre el bullying y por otro lado el que lo hace: creo que la gente no es mala porque sí y creo que hay que mirar al niño acosado pero también al que acosa.
A lo largo del libro hablas de todo lo que la música significa para ti y de su poder sanador. ¿Cuándo descubriste que la música era tu lugar feliz?
Cuando me fui a vivir con mis tíos. Tenía un tecladito y toda las noches las aprovechaba para tocar. Era mi momento y lo veía como algo muy mío, intransferible e intocable. Ahí fue cuando empecé a ver que era mi vía de escape.
¿Esa etapa con tus tíos, una prima de tu madre —prima también del padre de la reina Letizia— y su marido, la de mayor estabilidad?
Sí, de la estabilidad, del aprendizaje y de sentir lo que es hogar. Aunque he tenido la suerte de poder vivir con dos familias muy distintas entre sí y espero haber elegido lo mejor de cada una.
En el libro cuentas que la noche que pruebas la cocaína tenías 20 años y apenas habías salido...
No había probado nada en mi vida, apenas salía, iba a conciertos y eso, pero no conocía lo que era salir y, mira, terminé saliendo y... Siempre me he arrepentido de algún tropiezo que he tenido en esa época, pero también me ha ayudado a perdonar a mis padres, a entender el proceso, a comprender lo que pudieron pasar ellos y a poder superar una cosa más.
¿Cuándo te das cuenta de que necesitas ayuda, de que has tocado fondo y tienes que ponerle fin?
Cuando empiezo a fallar a mi yo más puro, que es la música. Cuando empecé a faltarle al respeto a la música, cuando ya no tenía ambición por seguir tocando, empecé a faltar a cosas y dije 'buf, algo feo está pasando'.
¿Qué supuso todo el proceso de rehabilitación?
Y que supone a fecha de hoy porque sigo. Al final es volver a tener contacto contigo mismo para poder aceptarte y poder entender dónde estás y no querer huir todo el rato de ti. Cuando te encuentras contigo mismo, te empiezas a perdonar y empiezas a relajar esa ansiedad. Ansiedad que tenemos todos porque hay adictos a todo: sexo, comida, deportes, compras, redes sociales... Es aceptarte y rendirte, en el sentido de que tienes que reconocer que tienes un problema y ahí todo empieza a ir mucho mejor. Cuesta porque te tienes que dar muchas veces contra la pared. Todos pensamos que la libertad es tener control sobre nuestra vida y en el momento que tomas algo que te saca de la consciencia de tu vida, ya no eres libre, te controlan otras cosas.
De tu adicción no echas la culpa a tus padres, adictos, ni a aquella persona que te ofreció la primera raya de cocaína...
Bueno, hay una condición genética; esto es una enfermedad mental que se tiene que tratar como tal. También hay cierta predisposición durante la infancia, por el deseo de querer agradar todo el rato y el miedo a que te rechacen. Exculpo a todo el mundo en la decisión de querer seguir, cuando te pueden más tus ganas de seguir que las de parar. Esa decisión es solo tuya.
¿Como exadicto, sigues sintiendo vergüenza, como reconoces en el libro?
La semana pasada, antes de empezar la promoción, volvieron mis miedos, a los que también me enfrenté durante la función: "¿Qué va a pensar la gente cuando cueste esto?". A mí antes me daba igual que la gente me viese así por la calle. Cuando estás en consumo te da igual que te vean bebido, drogado, te subes al escenario... Sin embargo, contar que estás bien, parece que da más vergüenza. Pero nos pasa a todos, también al que ha tenido un proceso terapéutico psicológico parece que le da como vergüenza decir que está bien o que está en proceso. Me parece que es muy social. Mira, he tenido haters en Internet que antes de que fuese adicto ya me llamaban yonqui. Y me sigue pasando y ahora me jode: 'Oye, si me llamaban yonqui cuando lo era, pues tenían hasta razón, pero ahora me toca los huevos'.
Oye, ¿y cómo te enfrentas a esos 'haters'?
Pues hay veces que contesto porque no me aguanto e intento ser todo lo educado que no son ellos. Luego hay otras que directamente paso porque me da mucha pena. Twitter me lo quité porque no podía más y solo tengo Instagram y TikTok, porque aparentemente son un poco más amables. Aún así siempre aparece alguien y por eso también este libro: 'Oye léete el libro y déjame en paz. Léelo y a lo mejor te sigo pareciendo un gilipollas pero por lo menos me puedes decir por qué'. El problema está en las redes sociales, en Meta que dice '¿Quieres denunciar por acoso?', 'Bueno, es que tampoco infrige tanto las normas'. Pero desde el momento en que alguien me usurpa mi intimidad y me está insultado públicamente debería ser automáticamente eliminado y debería ser juzgado. Para que consigas que quiten una cuenta por acoso o bullying te tiene que estar amenazando de muerte y tiene que saber dónde vives. Yo a todo el que me insulta, le denuncio y le bloqueo. Y mi caso es banal respecto a otros. No creo que haya que llegar al punto de que una persona caiga en depresión por lo que le han dicho en redes sociales.