Rodolfo Sancho: "Si Daniel fuese una mujer, pensaríamos que la han intentado violar"

Rodolfo Sancho: "Si Daniel fuese una mujer, pensaríamos que la han intentado violar"

Max emite el tercer capítulo de 'El caso Sancho' (Max).

Rodolfo Sancho en 'El caso Sancho'.Max

Este viernes se ha hecho público el tercer episodio de El Caso Sancho en Max, la serie documental que aborda el proceso judicial del crimen cometido por Daniel Sancho a Edwin Arrieta en Tailandia por el que el hijo de Rodolfo Sancho ha sido condenado a cadena perpetua.

En este episodio, titulado Versus, se enfrentan las distintas versiones sobre el crimen, del lado de la defensa de Sancho y de la familia Arrieta. En un primer momento, se emite la recreación del crimen por parte de la policía tailandesa con Sancho explicando la supuesta pelea con Arrieta que acabó con él fallecido. Según su versión tras golpearse en el baño.

Sobre el acto de descuartizar el cadáver, que detalla a la perfección el propio Daniel en la recreación de los hechos ante la policía, su padre asegura que fue una reacción instintiva. “Terror, pánico, disociación”, explica Rodolfo Sancho, que asegura que “no quiere justificar” la acción “grotesca” de su hijo al descuartizar el cuerpo de Arrieta, pero habla de la disociación psicológica que podría haber sufrido.

“Los psicólogos saben que esto sucede. Estás en otro país, donde hay pena de muerte... Te asustas, te ciegas, el lóbulo frontal deja de funcionar”, señala el actor.

Sancho se queja reiteradamente del proceso judicial y de que la policía tailandesa “le negó un abogado” a su hijo durante el proceso. “No me creo ni que encontrasen nada en el sumidero”, recalca sobre la investigación en la que dice que se sintió como “en James Bond, con el poli bueno y malo”.

Por otro lado, la familia Arrieta defiende el estilo de vida de Edwin, asegurando que era “un cirujano reputado, que vivía bien y como era soltero y sin hijos podía mantenerse a él y a su familia”. “No tenía ningún enemigo, no conozco a nadie que pudiera odiar a Edwin”, asegura una de sus amigas, quien recuerda que recibían cada día un mensaje de Arrieta que les “alegraba el día”.

Cuestionamiento de la relación entre ambos

En el documental también se cuestiona una vez más la relación que mantenían Arrieta y Sancho. De hecho, una de las amigas de Arrieta asegura que le dijo que estaba invirtiendo en una cadena de hamburguesas, en referencia a los negocios de Sancho.

Sin embargo, el entorno de Arrieta asegura que era muy discreto en su vida personal y nadie conocía su orientación. Lo mismo apunta Rodolfo Sancho que se queja del eco mediático que se hizo sobre la posible relación entre ambos, comparándolo con “esa cosa antigua de criticar eso de que un tipo está con una mujer a la que saca 30 años o viceversa”.

“El juicio es en la Corte, no en el programa de televisión”, se queja Sancho, que compara la situación de su hijo con la de una mujer que es agredida sexualmente y que actúa en defensa propia. “Estoy intentando decir que no es relevante la relación entre ambos. Me he mordido la lengua demasiado, con todo el respeto a todo el mundo y solidaridad a la familia Arrieta, la situación es la que es y que sea la que sea ‘no es no”, señala Sancho. “Si Daniel fuese una mujer, ¿estaríamos pensando en esta situación de antes? No, pensaríamos que es una mujer que han intentado violar”, añade Sancho, que pide disculpas a la familia del fallecido.

Sobre estos rumores, la familia se ha mantenido al margen y ha arremetido con que su hijo ha fallecido y no puede dar su versión. “Él puede decir de todo porque Edwin no está para defenderse”, asegura Darling Arrieta.

El proceso policial y las pruebas de la premeditación

Sobre las diligencias y los atestados policiales presentados por la policía tailandesa, el documental entrevista al subcomandante de la policía de Surat Thani, el coronel Paisan Sangthep, que defiende que “los traductores tienen que hacer bien su trabajo, porque si no se responsabilizan de esto”. Asimismo, recuerda que el testimonio de Sancho fue transcrito “pregunta y respuesta, literalmente”.

“Un asesor me dijo que pasaba algo raro porque ¿quién tiene tantas ganas de inculparse?”, explica Sancho, que apunta que la información del testimonio de su hijo no era verídica ya que aportaba detalles exagerados como el número de la licencia del abogado tailandés o un lenguaje, según él, “propio del ámbito jurídico”. “Los hechos no son como lo ha contado la policía”, se queja Sancho que entonces vislumbraba una posible sentencia como defensa propia y accidente, cuando finamente la sentencia fue de “homicidio premeditado”.

Sancho también recrimina que la abogada de oficio tailandesa no hizo nada durante la declaración y no defendió a su hijo. Asimismo, recuerda que su hijo justificó la compra de los cuchillos porque eran “para cocinar, para sus vídeos” y que las bolsas de basura y guantes eran en previsión de que iba a quedarse más tiempo.

“Iba a hacer los medios cocos en los que te ponen el arroz, los platos, como si fuera una especie de wok”, justifica su padre. “Si buscas una sierra para cortar huesos, en el estante había una para metal, ¿por qué se agacha siendo alto y escoge una para madera?”, señala el actor.

Sobre la acusación de que la causa de la muerte había sido un apuñalamiento, la policía tailandesa asegura que “era la conclusión a la que llegaron tras el informe forense y los policías”.

El director de la Agencia EFE en Asia y Pacífico, Ramón Abarca, asegura que en la primera entrevista con Big Joke se dio cuenta de que “no dominaba el caso, lo conocía, pero no lo dominaba”. “Ahí me confesaba que Sancho había muerto degollado e insistía en que la autopsia era concluyente a pesar de que faltasen parte del cuerpo”, explica Abarca.

“Pensamos que la policía le hizo más agujeros a esa camiseta”, asegura Sancho, que recuerda que los cuchillos no coinciden con las marcas de la camiseta que analizó la policía. “Parte de la acusación se ha creído la historia y creo que a raíz de eso ni se han leído el sumario”, acusa.

Por su parte, Juan Gonzalo Ospina, abogado de la familia Arrieta recalca en el documental que “no hay que imponer el marco legal español en Tailandia”. “Allí hay derecho real, no derecho romano y hay que adaptarse a su cultura y su sociedad, no imponer”, señala. Además, apunta que los cambios de la declaración de Sancho “despierta sospecha”. “Al principio no habla de legítima defensa, habla de una pelea, y luego introduce la agresión sexual y la legítima defensa”, explica.

El documental finaliza con la familia Arrieta, que ha podido tener los restos de Edwin en Lorica (Colombia) y darle sepultura. “Queremos justicia, la máxima pena, mas no que lo maten porque solamente Dios da la vida y la quita”, señala Darling Arrieta, que apunta que “su familia y ella no son asesinos” y la pena de muerte los igualaría.