Una eminencia en nutrición cuenta lo que le pasa al cerebro de un niño al probar los dulces a partir de los dos años
Aunque advierte que los adultos también caemos en ese error.
El consumo de dulces en niños, al igual que en los adultos, debe ser ocasional y controlado. Sin embargo, la cantidad de productos ultraprocesados dirigidos a niños y la dificultad para que estos se sientan atraídos por una alimentación saludable hacen que para muchos padres esto sea una misión casi imposible.
Ante esto, la mayoría de los nutricionistas cada vez son más partidarios de retrasar el consumo de azúcar en los niños hasta, al menos, los dos años. Mapi Herrero, especializada en nutrición infantil y lactancia, ha explicado en una entrevista con La voz de Galicia cómo gestionar los dulces entre los más pequeños de la casa.
"Lo primero que recomendaría es que, si los peques no conocen ni han probado dulces, no hay ninguna necesidad de presentarlos. Especialmente si tienen menos de dos años, cuando lo ideal es mantenerlos ajenos a ese mundo, porque ya llegará en un futuro", explica.
Para Herrero lo importante es "contextualizar" el consumo de dulce y englobarlo, en este caso, en ocasiones festivas u ocasionales, al igual que haríamos de adultos. "Porque si solo atendiésemos a la salud, los niños no tomarían dulces, pero los adultos tampoco podrían brindar ni una sola vez con alcohol, ya que no existe una ingesta segura", recuerda.
"El cerebro de un niño, cuando descubre algo que le gusta, lo va a pedir de forma insistente. Les cuesta entender el concepto de ocasional. Es más, diría que es una idea que ni siquiera los adultos entendemos", detalla al citado medio.
Para controlar su consumo, ve más fácil hacerlo con los dulces navideños ya que "se dejan de vender", pero es más complicado con otro tipo de productos: "Ahí sí que vamos a tener que encontrar una razón coherente para decidir cuándo sí y cuándo no se pueden comprar. Y en esto de la coherencia, los adultos patinamos un poco".