¿Es rentable organizar Eurovisión para la ciudad anfitriona?

¿Es rentable organizar Eurovisión para la ciudad anfitriona?

En 2011, Alemania desembolsó 30 millones de euros para celebrarlo, mientras que Israel se gastó casi 29 en 2019 y Portugal, 23 en 2018.

Malmö Arena, sede de Eurovisión 2024dpa/picture alliance via Getty I

Durante varios años, antes de la llegada del Benidorm Fest a la pública, RTVE llevó al Festival de Eurovisión numerosas candidaturas muy poco competitivas, y en ocasiones, con una calidad más que cuestionable que nos llevaron a abonarnos a los últimos puestos de la tabla. Fueron muchas las decepciones por las que al final se empezó a correr un rumor: ¿quería realmente España ganar Eurovisión, o estaban haciendo todo lo posible por no organizarlo?

En la edición de 2016 organizada en Estocolmo, España fue representada por Barei con su pegadiza Say Yay!, canción con la que finalmente no quedamos en el mejor de los puestos (nos volvimos a comer una vigésimo primera posición), aunque a diferencia de otros años, esta vez hubo momentos en los poder soñar. La española era una de las canciones más apoyadas por el público eurofan y Barei llegó a colocarse tercera en las casas de apuestas. Años después, la artista contó que el entonces jefe de la delegación española y encargado de Eurovisión en la corporación pública, Federico Llanos, le pidió expresamente no ganar el certamen. España no estaba prepara para afrontar económicamente un festival de este calibre y podría poner a RTVE en serios peligros financieros.

Años después, tras cambios en la cúpula directiva de nuestra delegación, la situación ha cambiado: tras la llegada del Benidorm Fest y el, ahora sí, tercer puesto de Chanel con su SloMo, se perciben muchas ganas de la corporación por ganar el festival: una preselección con muy buen nivel, puestas en escena trabajadas y competitivas, un gran despliegue de contenidos eurovisivos tanto en televisión como en sus plataformas digitales … Ahora sí, venimos a por todo. ¿Pero y si tenía razón Federico? ¿A un país le merece la pena todo este lío?

¿Cómo es organizar Eurovisión?

  Fans del festival, en los alrededores del Malmö Arenadpa/picture alliance via Getty I

Tal vez mucha gente que no esté familiarizada con el festival piense que organizar Eurovisión se limita a hacer un gran concierto, el que siguen más de 200 millones de espectadores alrededor de todo el mundo, y emitirlo un sábado de mayo en el que todos estaremos enganchados a la televisión, pero es mucho más que esto.

En un viaje reciente a Malmö, al que este medio ha sido invitado por Booking.com, se ha comprobado que la ciudad está más que volcada con la organización del festival 50 años después de la victoria de ABBA, también en Suecia. Desde una gala de bienvenida con una alfombra turquesa repleta de fans, la Eurovisión Village, una zona de libre acceso con varios escenarios, foodtrucks y multitud de actividades relacionadas con el festival; la zona de fiesta, también conocido como el Euroclub, hasta incluso la novedosa Eurovision Street, una calle pegada al Malmö Arena, recinto que alberga este año las galas, completamente ambientada en el festival.

A todo hay que añadir, por supuesto, los tres shows televisados en directo (las dos semifinales y la gran final), cada uno con sus respectivos ensayos (muchos con el mismo número de espectadores en el recinto que el propio directo). Y claro, todo este despliegue hay que pagarlo…

¿Cuánto cuesta albergar el certamen?

  Fans del festival, en los alrededores del Malmö Arenadpa/picture alliance via Getty I

Pues todo dependerá de lo que decida gastarse la ciudad anfitriona, aunque siempre suele rondar los 25 millones de euros. Por ejemplo, en 2011 Alemania desembolsó 30 millones de euros para celebrarlo, mientras que Israel se gastó casi 29 en 2019 y Portugal, 23 en 2018.

También hay quienes se aprietan más el cinturón, como hicieron los suecos al gastarse únicamente 15 millones de euros por organizarlo en Malmö en 2013, y el extremo contrario, como Azerbaiyán gastándose mas de 100 millones de euros en la ciudad de Bakú en 2012. Eso sí, hay que señalar que no todo lo paga el país anfitrión.

La Unión Europea de Radiodifusión, organizadora cada año del festival, financia parte del evento a través de sus socios fundadores, en especial del conocido como Big 5: los cinco países que más dinero ponen cada año para la organización del certamen (Francia, Italia, Alemania, Reino Unido y España) y que, por ello, pasan directamente a la final. Otra parte la asumen los patrocinadores del evento, la televisión organizadora, y, la mayor partida, el ayuntamiento de la ciudad anfitriona, que a su vez normalmente pide ayuda al Gobierno de su país a través del Ministerio de Turismo.

Y la gran pregunta, ¿sale rentable?

Para contestar a esta cuestión tenemos que recordar de nuevo la audiencia de este formato: es el programa de televisión no deportivo más seguido en todo el mundo, rondando siempre los 200 millones de espectadores. Para hacernos una idea, es el doble de lo que suele tener la SuperBowl americana.

Por lo tanto, ya simplemente desde un punto de vista comercial, poder albergar el festival es la mejor campaña de marketing que se puede conseguir. Se calcula que la publicidad indirecta representa unos 100 millones de euros para el país y la ciudad que acoge Eurovisión. Por lo tanto, ya solo con esto estaría amortizado. Pero no podemos olvidarnos del turismo que también trae durante la propia semana del evento.

Según Booking.com, Malmö se ha convertido en uno de los destinos globales con mayor tráfico de búsquedas de alojamientos en los últimos meses. Ha aumentado un 113% respecto a la misma semana del año pasado. Además, debido a la altísima ocupación de la ciudad sueca, Copenhague, capital de Dinamarca que está a solo 30 minutos en coche de Malmö, también ha aumentado sus búsquedas en un 53%. Según varias estimaciones, se espera que alrededor de 100.000 turistas visiten Malmö durante esta semana. ¿Y cuanto dinero dejan a la ciudad?

Si cogemos como ejemplo la pasada edición, en la que Liverpool acogió también a unos 100.000 turistas, se percibieron 32 millones de euros por parte de los visitantes extranjeros y alrededor de 14 millones por parte de los visitantes del Reino Unido. Es decir, unos 46 millones de euros frente a unos 25 de inversión. ¿Resultado? A no ser que se tire la casa por la ventana como en Bakú 2012, además de conseguir una inigualabre promoción de la ciudad, es más que factible recuperar la inversión y además, obtener beneficio del turismo.