El asteroide 'dios del caos' va a pasar tan cerca de la Tierra que los científicos no descartan su metamorfosis y una lluvia de rocas
Está compuesto de una mezcla de roca, metal y posiblemente hielo.
El 19 de junio de 2004 fue descubierto el asteroide conocido como "dios del caos", aunque su nombre real era Apophis, y fue considerado entonces el potencialmente "más peligroso" para la Tierra por un posible impacto, que podría matar a millones de personas. Estaría compuesto de mezcla de roca, metal y posiblemente hielo y tendría unos 340 metros de largo.
Sin embargo, conforme avanzaron en los estudios realizados en el Observatorio Nacional Kitt Peak de Arizona (EEUU), los astrónomos Roy A. Tucker, David J. Tholen y Fabrizio Bernardi descartaron en 2021 una posible colisión prevista para 2029.
Según los datos más recientes el asteroide pasará en 2029 a tan solo 32.000 kilómetros de la Tierra, una distancia incluso menor que muchos satélites que se encuentran en órbita terrestre. Los datos apuntan al acercamiento el 13 de abril de 2029, pero ahora han desarrollado una serie de modelos para ver cómo podría afectar con la órbita gravitacional de la Tierra.
Ronald-Louis Ballouz, científico de asteroides del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos, ha encabezado junto a un equipo internacional de investigadores varios modelos computacionales de Apophis utilizando datos de otro asteroide de dos lóbulos, Itokawa.
Los estudios, guardados en la base de datos de arXiv, apuntan a dos procesos principales impulsados por la gravedad de la Tierra que podrían alterar la superficie del asteroide: uno que provoque temblores sísmicos, que comenzarán una hora antes de una intensidad incierta que podrían "sacudir rocas y piedras sueltas", provocando que algunas se eleven en el espacio antes de volver a caer atraídas por la Tierra, creando patrones observables y cambiando su estructura.
"El encuentro de 2029 inducirá eventos sísmicos discretos impulsados por mareas a corto plazo que conducen a aceleraciones superficiales de alta frecuencia que alcanzan magnitudes similares a la gravedad de Apophis, y que pueden ser detectables por sismómetros modernos", señalaron los autores.
El otro proceso estudia el eje de rotación de Apophis y apuntan que este "gira de manera irregular, similar a un balón de fútbol mal golpeado".