Desaparece la fortuna de 12.000 millones que un millonario iba a dejar a su jardinero

Desaparece la fortuna de 12.000 millones que un millonario iba a dejar a su jardinero

El misterio en torno al legado de Nicolas Puech, heredero de Hermès, pone en jaque la confianza en el sistema financiero suizo.

Nicolas PuechForbes

En el mundo de los negocios, pocas cosas sorprenden ya. Sin embargo, la desaparición de una fortuna valorada en 12.000 millones de euros ha dejado perplejos a muchos, no solo por la cantidad astronómica, sino por la historia que hay detrás. Nicolas Puech, quinta generación de la familia fundadora de la marca Hermès, acaba de comunicar que los seis millones de acciones de la compañía que posee, que durante años creyó seguras en un banco de Ginebra, han desaparecido. Lo que en un principio parecía una cuestión de trámites financieros, ha derivado en un oscuro entramado legal que pone en jaque la confianza en el sistema financiero suizo.

La vida de Puech, de 81 años, ha estado siempre ligada a la marca de lujo francesa. Sin hijos y después de décadas dedicadas al negocio familiar, en 2023 sorprendió al mundo al nombrar como heredero de su fortuna a su antiguo jardinero, un hombre de 51 años de origen marroquí. Además de la millonaria herencia, también había decidido que una parte significativa de su patrimonio se destinara a la Fundación Isocrates, una organización que él mismo fundó en 2011 con el propósito de apoyar el periodismo de interés público y fomentar el debate en la sociedad civil. Este gesto, que algunos vieron como un acto de generosidad extrema y otros como una rareza de la alta sociedad, devolvió a Puech  a las portadas de los periódicos y revistas de las que había salido hacía muchos años. 

Pero ahora, lo que parecía una planificación tranquila del final de su vida, se ha convertido en un auténtico calvario. Puech asegura que las acciones, que representaban el 5,7% de Hermès, estaban depositadas en una entidad bancaria suiza desde 2012. Sin embargo, cuando intentó acceder a ellas hace unos días, descubrió que habían desaparecido. La persona a la que señala como responsable no es otra que Eric Freymond, el gestor de su fortuna durante más de dos décadas, lo que ha desencadenado una intensa batalla legal.

El juicio y el desconcierto

El caso llegó a los tribunales suizos, donde Puech buscó justicia para recuperar lo que considera suyo por derecho. Pero el desenlace no ha sido favorable para el heredero de Hermès. El tribunal desestimó las acusaciones argumentando que la supuesta estafa resultaba "indetectable para el común de los mortales". Este fallo se sumó al dictamen previo del Ministerio Público de Ginebra, que ya había decidido no investigar el caso, alegando la falta de pruebas claras de un delito.

Esta decisión judicial ha dejado a Puech en una situación de desamparo. Sus abogados, Grégoire Mangeat y Fanny Margairaz, han expresado su preocupación y aseguran estar analizando cada detalle del proceso antes de anunciar nuevos pasos. La desaparición de los fondos, que en su momento parecían estar garantizados en un sistema bancario reputado, abre un debate más amplio sobre la seguridad y la transparencia en la gestión de las grandes fortunas.

El misterio que rodea la desaparición de la fortuna de Puech no solo afecta al millonario y a su círculo cercano, sino que también tiene implicaciones más profundas. La confianza en los gestores de fortunas, especialmente en países como Suiza, donde la discreción y la seguridad son pilares fundamentales, se ha visto seriamente dañada. ¿Qué sucedió realmente con los 12.000 millones de euros? ¿Cómo es posible que en un sistema bancario tan riguroso se pueda perder una cantidad tan descomunal sin dejar rastro?

Titania
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Santander

Por ahora, Freymond y su equipo legal han optado por el silencio. No han respondido a las múltiples solicitudes de la prensa para ofrecer su versión de los hechos. En cuanto a Puech, su situación sigue siendo incierta. A sus 81 años, el heredero de Hermès se enfrenta a la posibilidad de que su fortuna, aquella que pensaba destinar a causas nobles y a recompensar la lealtad de su jardinero, se haya desvanecido para siempre.