La sangría de las entradas de los grandes conciertos: de Beyoncé a Madonna por hasta 3.000 euros

La sangría de las entradas de los grandes conciertos: de Beyoncé a Madonna por hasta 3.000 euros

Los grandes eventos musicales, ya sean conciertos o festivales, se han convertido en un producto de lujo al alcance de unos pocos.

Concierto de Beyoncé en su gira de 2018.Larry Busacca/PW18

Era julio de 1990, Madonna pisaba el madrileño Vicente Calderón en su primer concierto en España. El precio eran 4.000 pesetas (unos 25 euros). 33 años después, la reina del pop vuelve a nuestro país, pero eso sí, los precios son más del doble. Las entradas más baratas de The Celebration Tour para sus dos citas en el Palau Sant Jordi de Barcelona oscilan entre los 50 y los 75 euros, lejos del escenario y sin ni siquiera visibilidad. En el otro extremo, quien quiera una entrada más exclusiva puede pagar hasta 900 euros.

El caso de Beyoncé no se queda atrás, con entradas que rondan los 3.000 euros para las de las de primera fila, llamadas PURE/HONEY ON STAGE RISERS FRONT ROW. Casi tres veces el SMI. Esta subida de precios no es una cuestión de divas pop —las entradas más cercanas al escenario de la parada de Metallica en Madrid en su M72 World Tour superan los 3.100 euros y en el último concierto de los Rolling Stone en Madrid donde las entradas VIP costaban más de 500 euros— ni tampoco un asunto exclusivo de artistas internacionales.

Rosalía subió el estándar de los precios nacionales con su gira Motomami y artistas que incluso optan por recintos más pequeños que el madrileño Wizink Center han subido al alza los precios. Es el caso del concierto de Dani Martín en La Riviera el pasado mes de diciembre con entradas por 50 euros, cuando el precio medio de los conciertos en la sala rondan los 20 o 30, o Fito y Fitipaldis en el Circo Price con entradas de hasta 80 euros.

Ir a un concierto ha dejado de ser algo asequible a todos los bolsillos, al menos en lo que a grandes nombres se refiere. ¿Los motivos? Desde económicos como la subida de la inflación al parón de la pandemia, el control por parte de dos o tres grandes promotoras, las subidas del caché y un cambio en el consumo cultural.

La cultura del postureo y la exclusividad del concierto de lujo

Este alto coste para ver a tu cantante favorito hace que el concepto de concierto cambie. Se pasa de ser un evento en el que todo el mundo salte, grite y cante las canciones a ser un espectáculo de lujo en el que unos pocos pueden grabarlo con sus teléfonos móviles y tener esa imagen para el recuerdo. "Esa fiebre desde el momento, el lugar al que puedo ir y tú no. Es un signo de estatus ir a un festival o ver a Madonna y decir 'joder, has visto a Madonna", explica a El HuffPost el periodista musical Nacho Criado. "Se está fomentando una cultura del hito, del evento instagrameable, de prestigio social, del ‘yo he estado", añade.

El tuitero musical conocido como Noel Turbulencias coincide con Criado y apunta a que ha llegado un punto en el que "solo van a poder acceder a estos eventos gente de determinada clase". "Ya no lo digo por la gente de Madrid y Barcelona. Para los que somos de periferia es prácticamente imposible que podamos acceder a conciertos de estos con un gran salario, no puedes con un salario mediano. Eso o que vayas solo a uno al año porque a mí ir a un gran concierto a Madrid me suponía antes 300 euros y ahora unos 500", señala. "Hay gente que va únicamente a eso, aunque le guste el artista, pero igual no son los verdaderos fans", detalla.

Además del concierto en sí, estos espectáculos cuentan cada vez más añadidos y packs exclusivos que incluyen bebidas, posición privilegiada, comida o sesión previa de DJ. Todo en un envoltorio exclusivo para ser compartido en redes sociales. De hecho, en el concierto de Madonna, una entrada de 900 euros permitía acceso al backstage y una foto en el escenario, todo sin la presencia de la artista.

"Está todo como superclasificado. En el concierto Björk no es lo mismo una entrada en fila de pasillo que no. Realmente por parte de las promotoras hay un estudio tan detallado de hasta qué punto puedo sacarle 10 euros más a cada butaca por cada lugar, que igualmente están agotando", explica Noel.

Para él, las subidas de precio están muy relacionadas con el precio que una persona "esté dispuesta a pagar" por el concierto y con las plataformas de reventa. Este modelo se llama "venta dinámica" y no es más que una puja por las entradas, como si de una subasta se tratara. 

Es lo que ha aplicado en su última gira Bruce Springsteen con su "modelo premium", algo que ha provocado incluso el cierre del fanzine Backstreets, que editaba su club de fans desde hace 43 años. "Los de esta gira son conciertos que difícilmente nos podemos permitir; que muchos de nuestros lectores no pueden pagar; y una buena parte de nuestros lectores ha perdido interés como resultado", dijeron en un comunicado.

Esta exclusividad e los conciertos se ha trasladado también a otros formatos, incluso para las presentaciones de libros, como la de Quentin Tarantino y su libro Meditaciones sobre el cine en el barcelonés Teatro Coliseum, con precios entre los 80 y 90 euros.

Todo ello, recuerda Criado, por la cultura del "estar ahí" y contarlo en redes sociales. "Es el cruce del consumismo del momento como pasó con el récord de puntos de la NBA de Lebron James, que menos un par de personas, todo el mundo estaba mirando el teléfono", señala el periodista.

Este desfase entre los precios y el nivel de vida en España —donde el sueldo medio es de unos 1.700 euros brutos, según el INE— no es tan extraño para Criado, quien compara esta disociación como la que ocurre con otros ámbitos como la vivienda o la energía.

"No es tan raro viendo el mundo como va. No lo veo ni siquiera un fenómeno exclusivo de la música. Es decir, por un lado está el ansia de notoriedad, de estar en el evento o coger la imagen o el disfrute de Madonna, en este caso de los Rolling y demás, más por encima incluso de el ámbito musical. Por otro lado, también está en lo que está dando en muchos ámbitos como ocurre con la vivienda, que la gente cada vez se disocia más al poder adquisitivo, de los precios de las cosas por así decirlo", detalla. 

Para él, esta época de empobrecimiento está acrecentando la diferencia entre millonarios y pobres. También en el mundo de la música. "Aumentan los millonarios de la música, pueden hacerse millonarios como los millonarios de los pisos", añade.

"Por un lado está el ansia de notoriedad, de estar en el evento o coger la imagen o el disfrute de Madonna, en este caso de los Rolling y demás, más por encima incluso de el ámbito musical. Por otro lado, también está en lo que está dando en muchos ámbitos como ocurre con la vivienda"
Nacho Criado, periodista musical

La inflación, subidas de caché y el dominio de las grandes promotoras

Más allá de la exclusividad y la reventa, hay otra serie de factores que han influido en la subida de los precios de las entradas estos últimos años. Desde la Asociación de Promotores Musicales (APM) apuntan a El HuffPost que "la inflación es un tema clave en el incremento del precio de las entradas". "El precio de combustible, de los materiales, de la energía es noticia todos los días... todo ello sumado a la escasez de materiales en gran parte debido a nuevas necesidades de infraestructuras por situaciones extraordinarias que vivimos en Europa como es la guerra en Ucrania", añaden.

Además, apuntan a que estas subidas se deben también a arrastrar los ingresos perdidos durante la pandemia. "Venimos de dos años de restricciones donde la industria del directo tuvo que parar prácticamente en seco y aún así mantener sus estructuras para poder empezar a remontar a mediados de 2022, todo ello bajo mucha presión e incertidumbre y este añadido ha hecho que se refleje de forma inevitable en el incremento de los precios de los tickets, más aún en aquellos eventos que requieren de una gran producción, como pueden ser grandes conciertos o grandes festivales", explican.

Noel Turbulencias explica que "ha habido un aumento importante de los cachés, especialmente entre artistas cabezas de cartel después de 2021". "Empezaron a girar todos a la vez los subieron para que tuvieran que llamarlos a ellos sí o sí, pusieron cachés altos o los subieron ligeramente", recuerda.

El tuitero ve comprensible cierto aumento de costes con la inflación, la subida los combustibles y "la dificultad en conseguir ciertos materiales, porque no es simplemente salir guitarra, batería y tocar". "Estamos hablando de artistas como Beyoncé o Madonna, que tienen que montar un escenario con múltiples capas de movimiento, de luces y de mogollón de cosas", detalla, pero la inflación no es comparable con la subida general. La inflación en este tipo de productos ha variado dos puntos en cinco años frente al 100% de subida, es decir, casi el doble del precio. 

"No hay competencia con esas grandes promotoras, hay dos o tres y ya. Es lo mismo que pasa con el tema de las discográficas, hay dos o tres y fuera de eso no hay competencia porque todo es emergente o independiente"
Noel Turbulencias, tuitero musical

"El doble no ha subido la vida, ha subido bastante, ha subido un porcentaje elevado, pero a esos niveles creo que no ha subido", explica. Criado coincide con él, especialmente en los conciertos en estadio que tienen entradas de entre 100 y 200 euros, cuando con un precio mucho menor ya se cubren los gastos y se saca cierto beneficio. "Pon algunas si quieres a ese precio, pero ya con 60 o 70 euros ya se gana muchísimo dinero", señala.

Tanto Noel como Criado ven en el dominio de las promotoras uno de los problemas a batir. "No hay competencia con esas grandes promotoras, hay dos o tres y ya. Es lo mismo que pasa con el tema de las discográficas, hay dos o tres y fuera de eso no hay competencia porque todo es emergente o independiente", señala Noel quien recuerda que hay rumores de que se están pactando precios.

De hecho, Live Nation y Ticketmaster (promotora y ticketera asociadas para multitud de eventos) están siendo investigadas por monopolio en eventos musicales en Estados Unidos. Live Nation domina los principales recintos y Ticketmaster vende el 70% de las entradas del país. 

Para Criado esto podría darse en España y anima al Ministerio de Cultura o la Comisión Nacional de Mercados de la Competencia traten de investigar esta situación que también se vive en España.

"Hay determinadas cosas que el Ministerio de Consumo o la entidad competente en España debería ser igual que en Estados Unidos que ya se han puesto serios con el tema y con la opacidad de las empresas", señala y recuerda que en ocasiones recintos como el Wizink Center aparece con todas las localidades vendidas en 20 minutos y posteriormente se activan otros sectores. 

La incógnita de los gastos de gestión

Uno de los puntos más criticados es el de los gastos de gestión, un porcentaje que no está estipulado del precio de la entrada que a veces supone el precio de lo que podría ser otra entrada para otro evento. Además, incluir este tipo de gastos supone una variación en sus impuestos, tal y como recuerdan los asesores legales especializados en música Sympathy for the lawyer en su página web: "La entrada en sí tributa al 10% de IVA, mientras los gastos de gestión lo hacen al 21%, ya que son 'servicios diferentes'. El concierto está sujeto a una normativa autonómica de espectáculos y de consumidores".

Criado apunta a que estos gastos de gestión constituyen una estrategia de pricing, algo que tiene ventajas legales. "El promotor con los 30 euros de gastos de cada entrada de los Rolling Stones acaba de vender 60.000 entradas que no va a devolver. Es como hacerte un seguro de cancelación. Si al abuelo Mick Jagger le entra una pulmonía, pues ya tienes el dinero ese, ya tienes lo otro y como la gestión de la devolución está hecha, hay muchas posibilidades", explica.

Noel recuerda que los gastos de gestión se pactan entre la promotora y los intermediarios o aquellos que crean el acuerdo del evento. 

"No se entiende que no haya un porcentaje fijo, un gasto de distribución fijo, puesto que estás pagando siempre el mantenimiento de la web. La excusa siempre fue que estás manteniendo el consorcio, el mantenimiento de la web, el crear una plataforma que esté dispuesta para oleadas de tráfico en el momento que se den la venta...", explica el tuitero, que ve excesivos unos gastos de gestión de 40 euros como sucedía con Madonna o los 200 que se encuentran en las entradas más caras de Beyoncé. 

En este punto entra también en juego el promotor y el organizador del evento, así como el propio recinto. Esto hace, por ejemplo, que en el mismo concierto como ocurre con la gira Cornucopia de Björk, las entradas de Madrid oscilen los 200 euros y las de Lisboa se sitúen entre 40 y 90 euros.

"No tengo ni idea de cuál es la razón, porque la gran promotora sigue siendo Live Nation, entonces entiendo que es que dependerá de los costes una vez allí o de que haya apoyos culturales o subvenciones porque son diferencias muy, muy exagerada", señala Noel. 

Las salas de conciertos y los grupos pequeños, los principales afectados

Como apuntan tanto Criado como Noel, los principales damnificados de esta subidas de precios son, además del propio consumidor, los grupos emergentes o salas pequeñas. El presupuesto dedicado a cultura por cada ciudadano es limitado. En 2021, todavía con restricciones por la covid-19, el gasto en cultura por ciudadano fue de 230 euros, según el Anuario de Estadísticas Culturales. 

"Es ‘yo este año he visto a Coldplay, a Madonna y he estado en el Mad Cool o en el Primavera Sound' comparado con ir a ver a 15, 20 o 30 grupos en conciertos individuales. Ahora, ¿qué enriquece más culturalmente estar con los minis 'de lao a lao' y prestar atención a un concierto durante toda la noche y estar en los demás a 100 metros o ir a un concierto en el que estás implicado que estás los días escuchando a ese grupo, descubriendo o redescubriendo canciones?", se cuestiona Criado, que ve esto como un debate cultural y no económico.

Para él, los conciertos individuales o en salas fomentan la difusión de la cultura, ya que se escucha los días previos al artista y se crea un vínculo mayor. "Eso deja más dinero para el artista, liga al artista con las letras de los discos, que casi todos nos la sabemos, más que la multitud, el concepto de sarao, que es como el coleccionismo de momentos, que no enriquece demasiado", señala.

Noel se muestra optimista y cree que no se van a perder los conciertos pequeños ni las salas de conciertos van a cerrar, pero sí que va a afectar a un sector que dice que está "agonizando". "La gente generalmente deja de ir al que menos te apetece o al que puedes ir a descubrir. Digamos, en plan de esto me gusta, pero va a ser la primera vez que vaya y el artista aún es pequeño. Creo que el artista pequeño puede ser el más afectado, el artista emergente", señala. 

"La gente que ha ido a dos conciertos vamos a ponerle 40 euros en los últimos tres meses, igual ya no va más. Y ese precio hablando de un grupo nacional como Sidonie o Viva Suecia", explica.

Desde la Unión Fonográfica Independiente (UFI) indican a El HuffPost que esta subida de los conciertos entre los artistas independientes sirve para obtener un beneficio que no hay en la venta de discos ni con la música en streaming. "La música grabada está muy mal remunerada en comparación con países vecinos porque los servicios de streaming pagan mucho menos aquí por stream, lo cual hace que quizás haya que subir los precios de conciertos para hacer de España un mercado interesante para artistas extranjeros, y por supuesto, hace un daño comparativo agudo a nuestros propios creadores", explican.

Criado denuncia que este problema es algo propio de la cultura de lo exclusivo anteriormente mencionada. "Hay que ver qué pasa cuando un concierto de 10 euros nos parece caro, pero pagamos sin quejarnos uno de 100 a pies juntillas cuando muchos cobramos menos de 1.000. A mí eso no me cuadra", sentencia. 

Sin embargo, cree que también tienen cierta responsabilidad los artistas y sus cuotas de exclusividad, por ejemplo, en ciertos festivales o recintos.

"Negocian cualquier tipo de exclusividad, no hay ningún tipo de mínimo para darle a un artista actuando en un festival realmente igual al convenio que haya. Yo creo que no se tiene que responsabilizar al 100% al público, que es importante ser responsable con los asuntos de su sector y plantarse y ponerse las pilas", señala. 

Esto sucede especialmente a la hora de negociar participaciones en festivales como el Mad Cool o el Primavera Sound, cuyas entradas de día rondan los 100 euros y los abonos los 200 o 300 euros. 

El periodista ve difícil hacer una autolimitación de los precios porque los artistas siguen agotando las entradas. "Si Madonna ha sacado esas entradas y las ha agotado, qué le va a hacer cambiar de opinión a su promotor. Eso empieza por un consumo responsable. Eso yo personalmente no lo voy a pagar ya, lo he pagado por Joaquín Sabina en la que supuestamente iba a ser su última gira. Lo de comprar las entradas a un año vista y pagando 100 o 150 euros, yo me bajo de eso", ejemplifica.

Para él, el estatus económico de los conciertos no es más que una muestra del sistema y de cómo cada vez se va hacia una desigualdad social mayor: "Hay cada vez más millonarios y la gente no llega a final de mes. Ahí es dónde hay que detenerlo desde el ámbito público o lo que sea o que haya una supervisión mayor o exigir determinadas cosas".

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es