Roma copió las armas a los mercenarios de Hispania: el origen de la espada más icónica
España también destacó por su innovación en el campo de las armas de fuego.
A lo largo de la historia, las armas desarrolladas en la Península Ibérica dejaron una profunda huella en las tácticas militares de civilizaciones antiguas. Un ejemplo notable es el gladius hispaniensis, la espada corta de doble filo que Roma adoptó de los mercenarios hispanos al servicio de Aníbal durante las Guerras Púnicas.
Esta espada, diseñada para ataques rápidos y precisos, impresionó tanto a los romanos que se convirtió en el arma básica de sus soldados, pasando a la historia como uno de los iconos militares de la Antigua Roma. Lo más destacable del gladius era su tamaño reducido y su hoja ancha y recta, ideal para el combate cuerpo a cuerpo. Forjada en hierro de alta calidad, se beneficiaba de técnicas de tratamiento del metal únicas de Hispania que aseguraban su resistencia y flexibilidad.
Estos rasgos fueron reconocidos por los cronistas romanos, quienes aplaudieron la capacidad de corte de las espadas ibéricas. Posteriormente, el gladius fue sustituido por la spath, de origen germánico, a medida que evolucionaron las tácticas de combate.
España pionera
España también destacó por su innovación en el campo de las armas de fuego. Aunque el origen del arcabuz, una de las más populares de la época, es debatido entre España, Italia y Alemania, una mejora introducida por un ingeniero español en su mecanismo hizo de los arcabuces españoles los más valorados en Europa.
En el caso de la espada ropera, conocida por su estilizada hoja, España también contribuyó a popularizar este tipo de arma que dominó la esgrima europea de los siglos XV y XVI. Aunque su diseño tuvo influencia en toda Europa, la espada ropera es recordada como un icono de la tradición española debido a su uso extendido entre los hidalgos y nobles.
Además de las armas blancas y de fuego, España fue pionera en otros dispositivos militares. En 1831, en la costa de Calahonda, Granada, se documentó el uso del cóctel Domínguez, un precursor del conocido cóctel molotov, empleado en la Guerra de Invierno entre Finlandia y la Unión Soviética. Este explosivo improvisado, hecho con frascos llenos de material inflamable, fue empleado en España para repeler contrabandistas mucho antes de su popularización en conflictos del siglo XX.