Pablo Berger: "Hay un prejuicio respecto a la animación, parece que solamente puede contar historias para el público infantil"
El cineasta bilbaíno está nominado al Oscar a Mejor película de animación por Robot Dreams, cinta que le ha hecho ganar dos premios Goya.
Dog es un perro que vive en Manhattan y un día decide construirse un amigo robot con el que comparte aventuras por la ciudad, plagada de animales antropomorfos neoyorkinos, aunque finalmente se ve obligado a abandonarlo en una playa.
Esta historia, que narra la novela gráfica de Sara Varon, fue la que cautivó al cineasta Pablo Berger para lanzarse al mundo de la animación con su cinta homónima Robot Dreams. "Nunca pensé en mi vida que iba a hacer una película de animación, pensaba que iba a seguir haciendo películas de imagen real, con mi director de foto, con mis actores...", señala el director a El HuffPost.
Este salto al vacío se localiza en la ciudad de Nueva York, aunque en la novela original no se hacía así explícitamente. De este modo admite que es una carta de amor tanto de él como de su pareja y compañera de proyecto Yuko Harami a la gran ciudad estadounidense donde el bilbaíno ha vivido más de 10 años.
Aunque el guion de la acción real por un storyboard de animación no fuera su plan establecido, el resultado no ha podido ser mejor: una nominación a Mejor película de animación en los Oscar, dos premios Goya (a Mejor película de animación y a Mejor guion adaptado) y tres premios Feroz (Mejor película de comedia, Mejor música original y Mejor cartel).
Además de una defensa al cine de animación de la que asegura que en España ha demostrado ser "la más importante de Europa junto a Francia", Berger recalca que es todo un orgullo ser parte de la representación española en Hollywood el próximo 10 de marzo, junto a J.A Bayona y La sociedad de la nieve.
A pesar de esto, sigue habiendo cierta reticencia y prejuicio de infantilización a lo que se ha llamado durante años "dibujos animados" que se va rompiendo a golpe de premios de la Academia fuera de las categorías estríctamente dedicadas a la animación.
¿Cuesta más llenar las salas con una película de animación?
Hay un prejuicio respecto a la animación, que parece que solamente puede contar historias para el público infantil, aunque poco a poco se está cambiando esto. También es verdad que no hay grandes estrellas o actores que sirvan también para llamar la atención del público, por lo que cuesta llegar al público con este género para adultos.
Nosotros estamos viendo que afortunadamente es posible, nuestra película se ha vendido a todo el mundo, después de España, Francia... En estos momentos llevamos casi dos meses en cartel y eso ya es una buena noticia.
El panorama español de animación, después también del Oscar de Alberto Mielgo por El limpiaparabrisas, goza de buena salud, ¿no se valora tanto el potencial que tenemos en España?
Te voy a dar un dato así, contundente: los últimos 15 años hemos tenido tres películas nominadas al Oscar a la Mejor película de animación españolas. Tres. No estamos hablando de Mejor película internacional, sino una categoría nivel mundial, Chico y Rita, Klaus y nosotros. Además, como tú bien has dicho, Alberto Mielgo ganó el Oscar a Mejor corto de animación, donde ha habido varias nominaciones.
Es una industria sin duda una de las más importantes de Europa junto con Francia. Hay talento, hay animadores, hay creadores, hay artistas... Creo que esta nominación en concreto lo que hace es confirmar esto. Sin duda yo voy, o Robot Dreams va a los Oscar a representar la industria de la animación española, en su totalidad.
Y este año fíjate que hemos tenido Fernando Trueba, con Dispararon al pianista, que estuvo en el Festival Telluride, o El sueño de la sultana de Isabel Herguera, que compitió en San Sebastián. Aún así, hemos ganado la Mejor película europea, o sea que se puede decir que ha sido una buena cosecha el cine de animación para adultos en España.
En el cine infantil también, porque Momias ha sido un gran éxito internacional, es una película muy taquillera. Hemos tenido de todo un poco, premios y también taquilla.
¿Y qué es lo que tenemos para dar el salto a la animación, para cambiar después de Abracadabra a hacer este proyecto?
Nunca pensé en mi vida que iba a hacer una película de animación, pensaba que iba a seguir haciendo películas de imagen real, con mi director de foto, con mis actores... Pero resulta que se cruzó en mi camino la novela gráfica del mismo título, Robot Dreams, de Sara Varon, y me enamoré de la historia.
Me conmovió, me emocionó, me divirtió... Tenía todos los ingredientes que a mí me interesan a la hora de contar una historia, y esa es la razón. Porque si quería contar la historia de amistad entre un perro atropomórfico y un robot en un Nueva York poblado de una fauna de lo más variada —los ‘newyorkers’ que son animales que se comportan como humanos— o la hacía en animación o no hubiera podido contar esta historia.
¿Te has encontrado con muchas dificultades técnicas en ese cambio de la acción real a la animación? ¿Te ha costado adaptarte?
Antes de empezar la producción del proyecto tenía miedo, muchísimo miedo, pero enseguida me di cuenta de que entre la animación y la imagen real había más similitudes que diferencias.
En realidad era una cuestión de hacer sustituciones. Donde en una película de imagen real tienes un equipo de cámara, tienes un director de arte o tienes maquilladores, vestuario, etc. Aquí lo que tienes es un gran equipo de arte, con docenas de artistas, que lo que tienen que hacer es lo mismo que se hace en imagen real, pero hay que dibujarlo.
Pero sí hay una gran diferencia en ese sentido. En una película de imagen real trabajas con actores y en una película de imagen de animación trabajas con animadores, que en realidad de alguna manera sustituyen a los actores.
Los animadores son los que tienen que dibujar, dar vida a los personajes, y tienen que interpretarlos en dibujo. Como director lo que tengo que conseguir es exactamente lo mismo: interpretaciones llenas de emoción, de verdad, que lleguen al espectador.
Ahí es donde yo he trabajado posiblemente en mayor profundidad, porque creía que eso era lo que yo podía aportar al mundo de la animación, buenas interpretaciones a los dibujos animados.
¿Crees que llegaremos al día de que esté nominada Mejor película, no a Mejor película de animación? Igual que pasó con el género documental estos últimos años con El año del descubrimiento.
Yo creo que sí que va a ocurrir, sin duda. Creo que estamos haciendo grietas en el techo de cristal que existe, que son los prejuicios, no solamente de los espectadores, sino también por parte de la industria cinematográfica.
Por ejemplo, este año Robot Dreams no solamente estaba nominada en los Goya a Mejor película de animación, también a Mejor guion adaptado, Mejor montaje y Mejor música. Obviamente nos hubiera encantado estar nominadas a Mejor película, porque hubiera sido posible estar nominada a la Mejor película de animación y a Mejor película.
Por ejemplo, los premios Feroz no crearon una categoría para la Mejor película de animación. Tenían dos categorías: Mejor película dramática y Mejor película de comedia. Nosotros estábamos nominados y afortunadamente ganamos Mejor película de comedia.
Eso es una buena señal, que los medios cinematográficos de este país hayan considerado a Robot Dreams la Mejor película de comedia.
Hablando de la nominación en música, esta es muy importante en tus películas. La vimos en Blancanieves, la hemos visto aquí, de la ausencia de diálogo y que la historia nace con la música. ¿Qué inspiraciones has tenido para Robot Dreams?
Te diré, incluso cuando estoy escribiendo todas mis películas, siempre estoy con la música puesta. Incluso en mi vida, mi familia viene del mundo de la música. Quería dedicarme a la música cuando era niño. Blancanieves es un musical, sin duda. Y Robot Dreams es una película musical.
No tiene diálogos, la música se convierte en la voz de los personajes. En el caso de Robot Dreams, la música está presente, ya sea música pop, obviamente, en la cinta hay música que refleja la variedad de etnias que conviven y barrios que hay en Nueva York. Hay música de hip hop, hay música latina, hay música callejera.
Hay un gran tema que es September, de Earth, Wind & Fire, que es el tema principal de la película, pero luego está la música de jazz de Alfonso de Villayonga, que es el músico con el que llevo ya tres películas trabajando desde Blancanieves que ha creado una banda sonora llena de emoción, de sentimiento, que es maravillosa y muy, muy emotiva. La música es fundamental en Robot Dreams.
Y estamos felices de que justo acaba de ganar también a Alfonso de Villayonga la Mejor música en los premios Feroz, estuvo nominado a los Goya. Se le está valorando mucho a la música de Robot Dreams y eso me hace muy feliz.
¿Y te has quitado un poco la espinita de ese corte que no pasó Blancanieves en su momento para Mejor película de habla no inglesa? ¿O lo enfrentas como otro proyecto diferente?
Bueno, yo no soy nada rencoroso. No se me quedan sentimientos negativos. Mi memoria es muy selectiva y afortunadamente se queda con lo bueno. Es verdad que el viaje de Blancanieves fue maravilloso. La Academia Española nos eligió para representar a España en los Oscar. Fui de campaña a Los Ángeles para intentar colarnos entre las cinco nominadas. No fue así.
Conozco la industria americana. O sea que eso es lo que me viene bien. Lo que me viene bien es ahora para enfrentarme a la campaña, que esta vez sí estamos entre las cinco.
Me hace muy feliz. La realidad es que representar a la industria del cine español, no solamente la animación en los Oscar, junto mi amigo y compañero J. A Bayona con La sociedad de la nieve, es una muy buena noticia para nuestra industria y para España. Creo que es una ocasión única, que dos películas españolas estén entre las películas nominadas a los Oscar.
De tu tiempo que has vivido en Nueva York, que has sido profesor allí y has tenido trayectoria en Estados Unidos y que, como dices, conoces bien el mercado americano. ¿Qué te sirvió para recrear ese Nueva York de la cinta, ya que no estaba tan ubicada allí en la novela de Varon?
Es la carta de amor de mi colaboradora más cercana y mi compañera de vida, que es Yuko Harami, a la ciudad de Nueva York. Nosotros llevamos trabajando juntos desde mi primera película, desde nuestra primera película, desde Torremolinos 73.
Esta película es esa película que cuando vivíamos diez años en Nueva York, soñábamos algún día hacer una película que se desarrollase allí. Pero no pensábamos que la íbamos a dibujar, pensábamos que la íbamos a rodar.
Al desarrollarse en los años 80 era muy importante que el Nueva York que íbamos a dibujar fuese fiel a la época. Todas mis películas son de época y me encanta hacer películas de época porque para mí el cine es como una máquina del tiempo. Quiero que el espectador viaje en el tiempo y en este caso quería que el espectador viajase al Nueva York de los 80. Y para hacerlo había que hacerlo con mucho cuidado, muy documentado y ahí es donde Yuko fue fundamental para documentar.
Sin duda nos hacía falta un equipo de arte impresionante. Nuestra película está liderada por el gran artista José Luis Ágreda, que con su equipo ha recreado Nueva York al mínimo detalle. Ha creado también unos personajes, lo que nosotros llamamos unos neoyorquinos o unos ‘newyorkers’, que también son fascinantes. Porque Nueva York no se entiende sin sus neoyorquinos.
¿Cómo valoras y cómo recibiste la noticia de las acusaciones de violencia sexual hacia Carlos Vermut?
Bueno, yo creo que son acusaciones muy serias. Sin duda estoy en contra del abuso y del abuso de poder en cualquier ámbito. Y, por supuesto, de la violencia y de la violencia sexual. Creo que en cualquier caso lo que es importante es que la sociedad y yo, personalmente, siempre estemos del lado de las víctimas.
¿Y crees que sigue dándose esa actitud, que se siga produciendo en la industria, por mucho que haya protocolos, por mucho que cada vez la sociedad sea un poco más consciente?
En mi ser no he sido testigo personal de esa situación, pero está claro que la sociedad tiene que cambiar. Y, afortunadamente, está cambiando. Espero que no sucedan este tipo de cosas y que se busquen maneras para que no ocurra.