Los dictadores españoles que pugnaron con Miguel Primo de Rivera para ganar el 'casting' del poder
Su mayor oponente cometió un gran error.

A principios de la década de 1920, España vivía un ambiente de conspiración constante. La inestabilidad política, el descontento del Ejército y el desastre de Annual en 1921 generaron un clima oportuno para un cambio de régimen. Sin embargo, antes de que Miguel Primo de Rivera protagonizara el golpe de Estado de 1923, varios generales competían por ser los elegidos para encabezar una dictadura militar.
La monarquía de Alfonso XIII vivió uno de sus momentos más delicados. El desastre de Annual, donde murieron entre 10.000 y 12.000 soldados españoles a manos de las tropas rifeñas, puso en evidencia la debilidad del gobierno y el desorden en el Ejército. Para muchos sectores del poder, la única salida viable era la instauración de una dictadura.
El propio Alfonso XIII parecía consciente de lo que se avecinaba. En junio de 1923, el ministro liberal Joaquín Salvatella reveló que, durante un viaje a Salamanca, el rey le confesó que España estaba a punto de recibir un "Gobierno militar libre de las trabas" de corte totalitario.
En este contexto, varios generales comenzaron a moverse en las sombras para asegurar el puesto de líder de la futura dictadura. Entre ellos estaban Francisco Aguilera, Valeriano Weyler, el general Luque y, finalmente, Miguel Primo de Rivera.
"Mulolini" casi llegó al poder
Uno de los aspirantes más serios al poder fue Francisco Aguilera, presidente del Consejo de Justicia Militar. Aguilera se presentó como un defensor de la depuración de responsabilidades tras el desastre de Annual, criticando duramente al gobierno y a los políticos de la Restauración. Ganó el apoyo de algunos sectores militares y de la sociedad, y llegó a plantear un golpe de Estado incluso antes de que Primo de Rivera entrara en escena.
La popularidad de Aguilera fue tal que se le llegó a comparar con Benito Mussolini, quien ya había instaurado su régimen fascista en Italia. Sus seguidores incluso lo apodaban "Mulolini". Su figura fue ganando presencia, y muchos lo consideraban el hombre indicado para encabezar un gobierno militar.
Sin embargo, a pesar de sus ambiciones, Aguilera cometió varios errores estratégicos, entre ellos que, en lugar de construir una red de apoyos dentro del Ejército, dedicó su tiempo a atacar abiertamente a la clase política. Por ejemplo, en una carta dirigida a Joaquín Sánchez de Toca, del Partido Conservador, condenó sin matices a todos los políticos de la época. Su actitud irritó tanto al presidente del Consejo de Ministros, José Sánchez Guerra, que le abofeteó en público desacreditándolo por completo.
Primo de Rivera toma la delantera
Mientras Aguilera perdía influencia, Primo de Rivera supo moverse con mayor habilidad. Aunque en un principio su figura no era la más fuerte dentro del Ejército, logró consolidar su posición con la ayuda de un grupo de generales conocido como "El Cuadrilátero". Este grupo estaba compuesto por Federico Berenguer, José Cavalcanti, Antonio Dabán y Leopoldo Saro, quienes le ayudaron a preparar su golpe desde principios de 1923.
Además, Primo de Rivera supo jugar sus cartas con inteligencia. En mayo de 1922, tras ser nombrado capitán general de Cataluña, su estancia en Madrid le permitió crear alianzas clave, incluyendo un contacto directo con Aguilera, quien todavía era visto como un serio candidato a dictador.
El fracaso de Aguilera y el triunfo de Primo de Rivera
Sin embargo, tras conocerlo en persona, Primo de Rivera se dio cuenta de que Aguilera carecía de la determinación necesaria para liderar el golpe. Mientras Aguilera se hundía políticamente, la falta de una oposición organizada hizo que Primo de Rivera tomara ventaja y ejecutó su de golpe de Estado en septiembre de 1923.
Finalmente fue Primo de Rivera quien pasó el 'casting' y se quedó con el papel principal. Su dictadura duró hasta 1930, marcando el final de la Restauración y el inicio de una etapa de profunda inestabilidad en España que desembocaría en la Segunda República y, finalmente, en la Guerra Civil.