La cultura de la cancelación vuelve a entrar en escena: análisis de la polémica sobre Itziar Ituño
La actriz ha sido una de las protagonistas de la semana tras el revuelo montado por asistir a una manifestación en la que se pedía el acercamiento de los presos de ETA al País Vasco.
Sin quererlo ni pedirlo, Itziar Ituño ha sido uno de los nombres que ha estado en boca de muchos estos últimos días tras el revuelo producido por asistir, en primera línea, a una manifestación que se celebró el pasado sábado 13 de enero, en Bilbao.
En esa concentración, convocada por Sare, 20.000 personas reclamaron la aplicación de la política penitenciaria ordinaria a los presos de ETA, nada de que les dejaran en libertad, como en más de un medio de comunicación se llegó a asegurar.
Pero el terremoto no empezó a notarse hasta horas más tarde. Una imagen de la actriz, conocida por sus papeles en series como La casa de papel y Berlín, en la concentración provocó numerosas reacciones en redes sociales.
Para entonces la cultura de la cancelación ya había empezado a hacer de las suyas. Sobre todo, cuando, tras explotar la polémica, se hicieron públicos los comunicados de dos compañías que estaban o habían trabajado junto a la intérprete.
La cultura de la cancelación
En esta ocasión, la libertad de expresión parece no ha gustado a todos. La postura personal de Itziar Ituño ha ido ligada a su lado profesional y algunas organizaciones, tras ver las críticas vertidas contra ella, han preferido tirar por el camino del medio y romper sus colaboraciones comerciales.
Por un lado, BMW Lurauto, concesionario de País Vasco y Navarra, anunció el pasado martes que se desvinculaba de la imagen de la actriz en sus campañas tras el revuelo generado.
No fue la única. Iberia también confirmó que había despublicado en su página una entrevista que hizo para su programa de 'Talento a Bordo', aunque un portavoz de la aerolínea aseguró que no tenían prevista "ninguna colaboración más".
Mariola Cubells, periodista, analista audiovisual y experta en comunicación pública, deja bastante claro lo que piensa sobre el asunto. "Con lo del otro día, Itziar Ituño no pretende ni muchísimo menos defender a ETA ni proteger a los asesinos de ETA ni nada similar. Me pasma que nadie diga nada", asegura.
Señala que la intérprete "no ha salido a decir 'Gora ETA'". "En ese caso, habría entendido que salieran las marcas, pero me parece increíble que hayan decidido desvincularse", explica.
Para entonces la cosa ya se había disparado y, como en otra ocasiones, lo que era una decisión individual terminó dando el salto de la escena social y mediática a la política.
El grupo municipal de Vox en el Ayuntamiento de Burgos pidió al alcalde, Daniel de la Rosa, que rechazara la participación de Itziar Ituño en la campaña de promoción, ‘Promueve Burgos’. "Yo no quiero que esta tipo promocione mi ciudad", señaló el presidente provincial de Vox en Burgos, Javier Martínez, que también la llamó "actriz proetarra".
Desde el Gobierno Vasco, su portavoz, Bingen Zupiria, lamentó la "campaña de criminalización". Aseguró el pasado martes que "se están produciendo situaciones inadmisibles desde el punto de vista de la convivencia democrática" que "se manifiestan a través de comentarios anónimos o insultos en las redes sociales que pueden afectar a la convivencia democrática" de la sociedad.
"Cumplía todos los requisitos que impone la legalidad y las personas que participaron en esa manifestación tienen el derecho a la manifestación, y el derecho a la libre expresión de sus ideas y opiniones", defendió.
No es el único ejemplo de los últimos meses. Se han vivido varios casos de intento de cancelación por parte de partidos políticos en el mundo de la cultura, como el que sucedió con la obra Altsasu hace unos días.
Vox se concentró este jueves frente al Teatro de la Abadía de Madrid por el estreno de la representación, a la que tachó de "blanqueamiento del terrorismo", pidiendo que no se celebrara. Aunque las protestas fueron en vano. La obra de María Goiricelaya se estrenó con un lleno en el patio de butacas y con una gran ovación, con el público en pie.
La presión de las marcas
Mario Cubells considera que la reacción que hacen muchas marcas sirven para mandar "un mensaje perverso". "No te posiciones, no digas lo que pienses sobre Gaza… Los actores están en su derecho. Lo que le tienes que pedir es que actúe bien", añade.
La periodista reconoce que las decisiones de algunas empresas por polémicas parecidas invitan a "la opacidad y la equidistancia". "Invita a ponerse de perfil en cualquier otro tema que sea importante. Un actor que tiene una voz autorizada, puede cambiar de idea y decir que 'no, me voy a callar, no voy a decir lo que pienso, porque me la estoy jugando", razona.
Ferran Lalueza Bosch, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, habla de que la marca "tiene que asegurarse que los valores están acorde" con lo que defiende el embajador. "Aquí había un error. La actriz nunca ha ocultado sus ideas. La marca, si cree que puede causar un daño colateral, debería haber elegido con más precisión", expone.
Pese a que la reacción de ambas marcas ha copado titulares, considera que desde el punto de vista legal "es correcta" porque "la actriz ya sabía que se exponía con esto", aunque el ruido posterior le cogiera "por sorpresa". "Lo que no me parece tan bien es que hayan usado a una persona que ya defendía eso antes", recrimina.
Otro experto en comunicación, Pere Bacardit Pujol, profesor de EAE Business School y de la UPF Barcelona Shool of Management, coincide con Ferran Lalueza en que, con las redes sociales como "potente altavoz", es crucial "ser consciente de lo que se comparte, ya que cada mensaje tendrá sus repercusiones".
"Los mensajes que implican tomar posición siempre generarán detractores del otro lado que aprovecharán la oportunidad para hacer campaña en sentido contrario, incluso distorsionando el mensaje si es necesario", apunta, antes de reconocer que es esencial saber "cómo funciona el actual panorama" y "estar preparado para hacer frente a estas reacciones".
La reacción de la actriz
Itziar Ituño no se ha vuelto a pronunciar desde que salió a las calles de Bilbao en la concentración del pasado sábado 13 de enero, pero la presión asfixiante en estos últimos días se ha hecho notar en su actividad.
La intérprete vasca declinó este viernes su participación en el congreso internacional 'Languages lanean (las lenguas en el trabajo)', organizado por el Gobierno Vasco en Bilbao.
Según ha recogido Europa Press, Itziar Ituño comunicó el pasado jueves por la tarde que no iría al Congreso porque prefería no hacer apariciones públicas, de momento, tras la polémica.
La actriz ha recibido también numerosas muestras de apoyo del mundo de la cultura. Entre ellas, actores como Daniel Guzmán, Alba Flores, así como de personalidades como Carlos Bardem o Alberto San Juan, que firmaron un comunicado compartida en el diario Público.
Una reacción similar a la del Festival de San Sebastián, tras adherirse al comunicado de EAB-Unión de Actores y Actrices Vascos en el que mostraban su solidaridad con Ituño y con "cualquier actriz o actor que esté sufriendo boicot por sus ideas".
En el escrito, salieron al paso de la "campaña de ataques" contra su "compañera y afiliada" y defendieron la "libertad de expresión de todas las personas", la cual incluye "disentir públicamente de los posicionamientos ideológicos y políticos de otras personas".
El daño de las redes sociales
Una parte importante de esas presiones que los artistas suelen sufrir se producen desde las redes sociales y, en ocasiones, esos mensajes críticos acaban distorsionando parte de la realidad.
Unos reproches a los que Mariola Cubells no da excesiva importancia. "Me preocupa menos lo que le ha caído en Twitter. No lo podemos controlar y deberíamos empezar a no darle tanta importancia a las redes, en ese sentido", explica.
A la periodista le molesta más que los actores, que "pueden contribuir para bien", con "total libertad", se vean perjudicados. "Confío mucho en esa capacidad de influencia. A mí me parece muy importante y, de no ser así, es perjudicial para todos", explica.
Mariola Cubells también pone como ejemplo lo que ocurre con algunos trabajadores, dependiendo de si caen bien o no. "Cuando son personajes que nos gustan, nos preocupa que se le linche en redes, y cuando nos resultan antipáticos hay una especie de benevolencia al linchamiento. Se trata de un bullying digital que me resulta angustioso", resalta.
La periodista también advierte de lo que suele pasar con el presentador Pablo Motos en X: "Entres cuando entres, es trending topic. Me da igual que haya hecho cosas. Creo que hemos sobrepasado todos los límites. Luego pasan cosas y eso me parece enormemente preocupante".
Pere Bacardit Pujol habla de la "marca personal" que tienen los personajes públicos en sus redes sociales. "Serán un altavoz para maximizar su visibilidad. Cada vez vemos más personajes dejando en manos de profesionales su gestión para evitar crisis reputacionales", indica.
El experto en comunicación considera que muchas de las cancelaciones que se proponen en redes sociales "no logran su objetivo". Cree que la gente tiende a priorizar "el lado artístico o profesional de los afectados por encima de sus ideologías u opiniones sociales".
Algunos expertos consideran que la tensión que se vive a diario en algunas de estas plataformas son el reflejo de la "polarización", palabra del año 2023 según la FundéuRAE, que existe en la actualidad. "Vivimos una sociedad tan polarizada que muchas veces se usan elementos así como arma rojadiza. Las redes sociales tiene gran parte de la culpa. Es muy fácil hacer ver que todo el mundo está escandalizado", explica Ferran Lalueza.
El profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC asegura que, aunque la cultura de la cancelación ha existido a lo largo de la historia, por ejemplo, en Hollywood, el punto de inflexión es que ahora sólo hace falta movilizar a "una minoría ruidosa".
Critica que ese grupo de usuarios provoca un detonante que muchas veces "no justificaría esa actitud por parte de una mayoría social". "Hay miedo a que se hable de ello y se amplifiquen en las redes sociales", avisa.
El caso de Iztiar Ituño ha sido una polémica más y lo que ha quedado meridianamente claro es que no será la última. Todo para acotar, aún más, la libertad de expresión de trabajadores que, pese a dedicarse al mundo de la cultura, también son personas y tienen derecho a defender sus propias ideas.