Júlia Salander: "Hay momentos que el feminismo avanza, pero también avanza la reacción contra el feminismo. Y eso da miedo"
La activista feminista y divulgadora acaba de estrenar podcast, 'Abro paraguas'.
Juliá Salander tiene 29 años y es politóloga y analista de datos, y desde hace algo más de un año una de las activistas feministas digitales de referencia.
Acumula más de 110.000 seguidores en Instagram y otros tantos en TikTok donde cada semana hace un análisis de los temas que marcan la agenda feminista y que van desde el papel de la mujer en contextos de guerra, el aborto, la brecha salarial hasta las ideas preconcebidas sobre la naturaleza de las mujeres —como que a ellas les gustan los malotes— o salud sexual femenina.
Pero su interés por la comunicación y la divulgación ha ido más allá y, además de haber publicado su primer libro Tu argumentario feminista en datos se ha puesto a los mandos de un podcast de debate, Abro paraguas, en Podimo.
En la presentación de este podcast dices: “Nos hemos acostumbrado a verlos en televisión, con nuestras amigas en un bar o con un desconocido por redes. ¿Pero realmente lo que sucede ahí son debates?" Júlia, ¿qué es un debate? ¿Cómo son los debates en tu espacio?
En este podcast elegimos un tema que realmente suscite debate, que son temas que en redes, como todo lo que pasa en redes, está muy polarizados. Entonces elegimos a cuatro personas con posturas distintas y, además, que sean cuatro está hecho como aposta porque, cuando tenemos un debate, lo normal es ver blanco o negro, o estás a favor o estás en contra, y la polarización no da espacio a matices. Pero quizás hay gente que dice ‘pues mira quizá coincido con esas dos partes’ o ‘quizá no lo tengo claro’, y se hace preguntas o está un poco en el medio. Hay, como todo, una tonalidad de grises que en Twitter no vemos. Entonces la idea del podcast es esto, poner sobre la mesa temas que generan controversia, como pueden ser vientres de alquiler, prostitución, memoria histórica, terapias alternativas...
Son 12 episodios de 12 temas que sabemos que están siendo discutidos por la opinión pública ahora. Y me llegaban reacciones de gente que me decía ‘es que este tema no es debatible’. Yo entiendo que, desde un punto de vista moral, por ejemplo, con vientres de alquiler digas ‘estás comprando un bebé y eso no es debatible’. Y con el tema del aborto, claro, por las dos partes recibía mensajes de ‘esto no es debatible’. Desde una parte, ‘esto es una vida bla bla bla’, y desde otra, ‘la decisión de la mujer’. Entonces, podemos marcar esa línea moral, pero esa línea moral de lo que es debatible o no es muy subjetiva. Si existe un debate en la sociedad, lo normal es poder abordarlo, y si tú quieres ganar, entiéndeme, ganar el relato, lo que tienes que hacer es ganarlo con argumentos y tener un debate normal sin que esto sea un Sálvame. O sea, para mí el objetivo era traer a cuatro personas, ver matices y juntarlos.
Esto en Twitter sería impensable. O mira lo que pasó con la independencia. Yo, que soy catalana, viví como muy intensamente el momento este de los telediarios de Antena3 en el que te decían ‘esto ha roto familias’ y es como, qué pasa, ¿no podemos pensar diferente, no podemos debatir, no podemos hablar?’.
Entonces esto era un poco el objetivo del podcast y bueno, como formato me encanta, me parece muy enriquecedor.
El de vientres de alquiler es especialmente tenso...
Sí, sí, sí, de todos creo que este ha sido el más, más, más tenso. También depende mucho de los perfiles que vengan, obviamente, pero cuando es un tema emocional... Podemos discutir sobre mil temas y cuando lo haces desde la emoción, desde la entraña, cuando lo has vivido en primera persona, cuando sientes que este tema te define...
Con vientres de alquiler, pues teníamos a un hombre que era padre y esta persona ya se coloca en el debate con una posición muy concreta, muy de la entraña, muy de su identidad. Y no es lo mismo hablar de ideas que hablar de identidades. Entonces yo entendí rápidamente que ese debate iba a ser muy tenso porque, al final, la otra postura da la sensación que niega o pone en cuestión tu identidad y yo ya sabía que eso iba a ser tenso.
Pero bueno, al final tiene que haber debates tensos. Pero nadie se levantó de la mesa y se fue, que eso también es importante. O sea, al final se quedaban sentados, hablando, escuchándose el uno al otro. Para mí eso ya es un triunfo, porque da la sensación de que en redes la tendencia a la que vamos es completamente distinta, es el no quiero saber nada de ti y te bloqueo. Esto es importante porque da un mensaje al mundo de decir ‘oye, aunque te parezca aberrante lo que está diciendo esa persona, aunque te parezca horrible, aunque te de igual, nos podemos sentar y podemos hablar’
Aquí, tu papel es el de moderadora y presentadora. Tú eres activista, ¿cuánto te tienes que morder la lengua para no dar tu opinión?
Muchísimo, lo paso muy mal. Hay un punto que, claro, yo he de performar neutralidad porque yo quiero que eso sea un espacio seguro. La gente ya sabe mis opiniones, no las escondo tampoco. Pero en ese momento mi rol es presentadora. Yo por dentro puedo estar pensando ‘ay, por favor, que den este argumento’ o 'yo respondería esto’, pero me intento ceñir mucho. Hay un puntito de disociación porque estoy haciendo mi trabajo.
Esto era un reto, es decir, no estoy acostumbrada a eso. Yo estoy acostumbrada a hacer mi divulgación o mi activismo, y estructurarlo para que la gente lo entienda. Y verme ahí presentando, que tampoco lo había hecho nunca, era salir mucho de mi zona de confort porque no es lo mismo grabarte en tu casa que ir a un plató para presentar un debate. Debates que, además, son tensos. No es hacer un podcast, que te ponen un micro y estás hablando de tus cosas. Este rol, al principio, me daba un poco de impresión, pero ahora, que ya hemos grabado casi todo, lo he hecho un poco mío, o sea, ya me siento mucho más segura, más confiada y lo disfruto. Y este momento de no poder dar mi opinión, me seguirá costando porque soy así. Hay veces que pienso ‘me encantaría estar en esa silla y decir todo lo que pienso y no puedo’.
Oye, Julia y los invitados, o sea, los debatientes, ¿cómo los elegís?
Bueno, haciendo investigación y analizando qué perfiles necesitamos. Intentamos siempre coger perfiles que estén en contra y a favor, pero con diferentes niveles de intensidad, porque nos interesa mucho buscar ese gris, nos interesa mucho buscar esos matices. Entonces, si cogemos a dos personas muy, muy extremas perdemos toda esa escala de grises.
Intentamos buscar un perfil muy, muy en contra, un perfil un poquito en contra, pero más neutral; y en el otro lado, lo mismo. No hemos tenido problemas con los invitados en casi ninguno, pero el que más nos ha costado ha sido el de prostitución, con mucha diferencia.
Es un tema que me interpela muchísimo, que a nivel de activismo para mí es súper importante. Yo quería un buen debate sobre prostitución, yo quería que se hablase de ideas, no quería que se hiciese desde el estómago, porque así es muy difícil debatir, porque así la gente no habla de ideas, habla de su relato personal y yo no le voy a invalidar el relato personal a nadie. O sea, yo lo que no quería es gente muy vinculada emocionalmente con esto, ni de un lado ni de otro. Quería que fuese un debate de ideas y me gustó mucho. Al final es preparar mucho los debates, tener claro dónde está el debate de verdad, y buscar invitados que den juego y que digan realmente lo que piensan sobre los temas, porque a veces todo el mundo quiere ser políticamente correcto.
Has dicho que son 12 capítulos... ¿Con qué otros temas nos vas a sorprender?
Solo faltan dos por grabar. Uno de BDSM, que puede ser divertido, a ver qué pasa. Habrá dos personas que estén a favor, que imagino que lo practicarán, y dos que estén en contra, desde una posición feminista y el problema de erotizar la violencia.
Y luego debatiremos sobre punitivismo, a raíz de todo lo que ha ocurrido con Dani Alves, con esos cuatro años de prisión, si es mucho, si es poco, donde está ese juicio moral... también va a ser muy interesante.
¿Y tu opinión sobre esa sentencia?
Bueno, hay puntos positivos, puntos negativos. O sea, yo creo que hay puntos que tú la sentencia y cómo argumentan, cómo tratan jurídicamente todo el tema del consentimiento, creo que es impecable. Bueno, seguro que se podrían cambiar cosas, pero en comparación con antes... Yo creo que si este caso hubiese sido hace cinco años, este señor está en la calle. Un tío famoso, futbolista, Dani Alves... Y no te digo hace veinte años, te digo hace cinco.
Creo que hay aspectos positivos, de mejora, pero luego hay aspectos que son incongruentes, como todo lo que ha pasado con el atenuante. Tú te lees la sentencia y hay un punto que dice ‘no puedes reparar el daño con pasta’, o sea, el dinero no repara el daño, y te lo dice tal cual. La lees y dices, ¡hostia, está muy bien, parece que la han escrito feministas! Pero te vas a la resolución y le han puesto un atenuante por haber pagado 150.000 euros, que para ese señor 150.000 euros son como para mí o para ti cinco euros.
Que pagar dinero repare daño conceptualmente es muy extraño. Si ya tenemos la sentencia que te está diciendo que pagar dinero no repara daños por qué que le aplican un atenuante. No lo entiendo. No tiene sentido.
Hacer un juicio de si esos cuatro años son muchos o pocos creo que es difícil, pero viendo que la fiscalía pedía nueve, la defensa pedía doce y al final le aplican cuatro... Es raro. O sea, me parece que, reitero que para hacer un juicio de mucho o poco nos faltaría una escala, pero es que la escala ya la tenemos. O sea, sabiendo que la Fiscalía pedía nueve, me parece una vergüenza, pero una vergüenza que le pongan cuatro, que es como el tipo penal más bajito. El mensaje que das al mundo es bastante pobre y nefasto. Es como una sensación agridulce.
Por si tus vídeos, el podcast, tu trabajo fuese poco también estás inmersa en la promoción de tu primer libro Tu argumentario feminista en datos. ¿Qué es este libro?
El libro me representa mucho. Es un argumentario feminista centrado en datos concretos. Quería huir un poco de lo que es el ensayo porque libros de estos ya tenemos muchos y muy buenos, como Feminismo para principiantes o Morder la manzana, pero todo eso ya está, ya existe.
Yo quería hacer algo como que me representase y que también aportase algún tipo de valor. El libro está estructurado por capítulos de temas que atraviesan el feminismo: maternidad, sexualidad, mercado laboral, violencia estética... y dentro de cada capítulo hay datos concretos.
Entonces es un dato y luego es un análisis y una reflexión sobre eso. Me he sentido muy cómoda haciéndolo, porque también es un poco replicar la estructura de mis vídeos. Para los vídeos en redes, escribo un guion y mido todas las palabras que utilizo y la estructura, y ha sido un poco como trasladar eso en formato libro para que sea muy didáctico y muy ameno.
O sea, si no te interesa un tema, si a ti el mercado laboral absolutamente igual, pues te saltas ese capítulo y te vas a lo que te interese.
Estoy como muy contenta con el resultado. Y para mí, sobre todo, quiero que sea útil. Al final entiendo que habrá cosas que desconozcas o que te sorprendan o que te vayas enfadando, pero al final esto es como la realidad objetiva, no hay debate, son estudios, son datos, son datos del CIS, son datos de organismos internacionales...Bueno, al final los datos se pueden interpretar, o sea, el dato en sí, yo puedo hacer un análisis y tú puedes estar más o menos de acuerdo, pero el dato, la realidad que señalo es lo que es. O sea, si yo te digo la brecha salarial es de un 23%, pues podemos entrar a discutir si es mucho o si es poco, si se puede reducir o no, pero el 23% es el que es.
Me lo he pasado muy bien escribiendo el libro. La parte que más he disfrutado es ir a buscar los datos que me interesaban. Al final hay como un mucho tiempo de investigación. ¿Le quiero hablar de violencia estética o me interesa mucho dar datos? Por ejemplo, retoques estéticos. ¿Cuánto botox se pone la gente? ¿Ha crecido o no ha crecido? Pues en toda esa parte de ir a buscar los datos he acabado en trabajos de fin de máster de Argentina que está estudiando no sé qué.
He leído que el libro reúne tus dos pasiones feminismo y datos. ¡Cuanto te gustan los datos, por favor!
Mucho, mucho, mucho, mucho... Esto es un poco friki, vale, pero lo típico que le preguntas a alguien ‘¿cómo estás?, yo como pregunto, ¿cómo estás del 0 al 10? Al final son métricas para entender el mundo y yo veo el mundo así, me dedico a esto. Soy analista, trabajo analizando datos, aunque siempre intento buscar ese equilibrio entre lo cuantitativo y lo cualitativo. O sea, un dato es un número, y un número sin contexto y sin teoría no significa nada de nada. Necesitas algo humano para interpretarlo, pero ese número te da mucha información.
Y hablando de números y fechas: ¿qué va a ser este 8M? ¿Por qué tenemos que salir a la calle?
A mí me gusta mucho ir a manifestaciones. Es un momento bonito, pero también un momento emocionalmente difícil, porque para mí es como el fin de año en el que haces una recapitulación de cómo ha ido. Llega el 31 de diciembre y piensas: ‘A ver qué he hecho este año. Pues he hecho esto, esto, esto y esto. Estoy orgullosa, más o menos. ¿Y ahora el año que viene? Y te pones nuevos retos’. Yo hago lo mismo, pero con el 8M: este último año, a nivel de feminismo, ¿qué ha pasado? Pues mira, ha pasado esto, este caso o hemos tenido esta nueva ley o hay un nuevo movimiento en internet, como los ínceles o como todo lo que gira alrededor de VOX y la extrema derecha, o ha salido el CIS y nos ha dado datos de que la gente joven, sobre todo los hombres, cada vez está más en contra del feminismo o creen que el feminismo está en contra de los hombres. Este balance yo lo hago siempre en el 8M.
Es un momento que para mí, lo que es salir a la calle e ir a una manifestación es bonito. Cualquier manifestación creo que es bonita porque tú estás en la calle con gente que piensa como tú y te sientes menos sola y eso es súper emocionante. Pero luego también hay un punto de balance. Entonces claro, yo hago un balance de lo que ha sido este año y sí que hay momentos que creo que el feminismo avanza, pero también avanza la reacción contra el feminismo. Y eso da miedo porque lo hemos visto en Estados Unidos prohibiendo otra vez el aborto. Entonces, claro, hay veces que tú crees que ganas derechos y que ya los vas a tener para siempre y no es así.
No quiero infundir miedo, ni muchísimo menos, pero a mi VOX me da miedo y me da miedo lo que pueda llegar a ocurrir en un gobierno PP-VOX, que en algún momento pasará. O sea, no ha sido esta legislatura, pero quizás la siguiente. En algún momento va a ocurrir. Y a Vox, bueno, ya lo tenemos en las instituciones y creo que es que el feminismo no se puede dormir porque es que nos van a quitar derechos.
A ver, que hay cosas que como el sufragio femenino, pues hombre, ahora mismo no hay ningún partido político pidiendo que la mujer deje de votar. Obviamente hay cosas que, bueno, pues sí que nos podemos relajar un poquito, ya no hay nadie que lo esté poniendo en duda, pero hay otras que sí, por ejemplo, el aborto. Es que es algo que lo vemos clarísimo, pero clarísimo.
Por eso es importante ir al 8M. Manifestarse en redes, pues obviamente ayuda y hace cosas, pero lo que es el movimiento en la calle siempre tiene un punto nostálgico. A mí me gusta porque es romper la barrera de estar en tu sofá dando likes, que también está muy bien, que es necesario y que, oye, la gente ahora mismo se informa así. Salir a la calle me parece súper importante, mantener eso y sentir ese momento de ‘no estás sola’.