Juan José Ballesta: "Yo no soy ningún juguete roto"
Entrevista con el actor, que publica 'La vida mejor', memorias en las que cuenta sus inicios en el cine, por qué lo dejó y sus últimas polémicas.
Han pasado 24 años desde el estreno de El Bola, pero son muchos los que así siguen llamando al actor Juan José Ballesta. Por aquel papel en la película de Achero Mañas ganó el Premio Goya a Mejor actor revelación cuando apenas tenía 10 años. Poco después, en 2005, se llevó la Concha de Plata del Festival de San Sebastián por 7 Vírgenes. Y ahí, en lo más alto, dejó el cine.
La fama para él no era sinónimo de felicidad y ser tan conocido le dificultaba hacer vida normal con sus amigos. Decidió por tanto, a sus 17 años, estudiar la ESO y meterse a marmolista, oficio con el que cobraba entre 700 y 800 euros al mes. Aquello sorprendió mucho a los espectadores de su entrevista con Jordi Évole en la que lo contó, y de ahí surgió la idea de plasmar su historia en un libro, La vida mejor (Destino). Vida que para el de Parla incluye a los suyos, contacto con la naturaleza y mucha pesca.
Cómo fueron sus primeros casting, a los que fue de casualidad como acompañante de su hermana, son el punto de partida de libro. En él va desgranando sus inicios ante la cámara, el bullying que sufrió, su decisión de parar y cómo más adelante regresó a su vocación y a la vida pública con más rodajes o programas como MasterChef. Y termina contando cómo ha vivido algunos episodios por los que ha copado titulares, como las críticas que recibió por ir de copiloto en un coche a 180 km/h o las dos denuncias que recibió el año pasado: una por supuesto robo que quedó archivada y otra por una presunta agresión sexual, aún en manos de la justicia.
De todo esto charla con El HuffPost unos días después de la presentación, en la que estuvo arropado por muchos rostros conocidos.
¿Te gusta o no que te llamen El Bola?
No me disgusta, a El Bola tengo mucho que agradecerle. Fue por lo que me dieron el Goya, lo que me llevó a la fama y siempre voy a estar agradecido a la peli.
Cuentas en el libro que tras la Concha de Plata dejaste el cine. ¿En ese momento lo sentiste como una decisión definitiva o era una parada?
Es un poco de lo que trata el libro, el tema de la salud mental. Cuando uno está ahí tan arriba y todo se te viene grande, saber parar, bajarte al suelo, poner los pies en la tierra y retirarte un tiempo. Eso lo he hecho varias veces, el quitarme de redes y tener mi espacio y, sobre todo, estar tranquilo conmigo mismo y estar contento. No te sirve de nada ser muy famoso si no eres feliz contigo mismo. De vez en cuando, yo creo que cuando tienes mucha fama, un parón y poner los pies en la tierra es necesario. Y apoyarte en la familia, los amigos, todas esas cosas.
¿Te viste comprendido cuando tomaste aquella decisión?
Me vi contento y feliz. Era una decisión que tomé yo, que tenía claro y que yo creo que era necesaria.
¿Cuál sería entonces tu definición de éxito? Porque muchos dirían 'la fama'.
¿Mi definición de éxito? Sí, la fama, lo que pasa es que el éxito es un arma de doble filo muchas veces también. Ahora mismo voy por la calle y voy tan tranquilo, mañana estoy haciendo una serie que estoy en emisión todo el día y ya no, porque ya todo el mundo "mira, mira, el de la serie"... Te sientes un poco todo el día observado. Pero bueno, es algo que aprendes a vivir con ello. Yo me llevo muy bien con la gente de la calle, todo el que me pregunta o me para, soy muy simpático con todo el mundo, porque soy así, y lo tengo asimilado desde niño.
Hay una idea que trasciende de lo que cuentas, que es que no te gusta eso de 'juguete roto'.
Hombre, claro, yo no soy ningún juguete roto. No, no, no, para nada. Nunca me lo he considerado. Creo que siempre he mantenido la línea, siempre he seguido trabajando, siempre he estado ahí y aquí me tienes.
La fama, aunque te hace conectar con muchas personas, ¿dirías que aísla?
Bueno, según la clase de persona que seas. Tengo amigos, compañeros de la industria, que son más tímidos que yo y sí que es verdad que entras a un centro comercial con ellos, la gente les conoce y les empieza "¡Hola, una foto!" y hay gente que se siente un poco increpada. Yo soy más dicharachero. Cada uno es como es.
Tienes la Concha de Plata, tienes también el Goya. ¿Qué has hecho con los trofeos? ¿Los tienes expuestos, te gusta verlos o no?
Los tengo en casa guardados. El Goya se lo regalé a un amigo.
¿Lo regalaste?
Sí, se lo regalé a un amigo, que siempre me está llamando y me está diciendo "a ver cuándo vienes a por él". Y tengo pendiente ir a por él. Le hacía mucha ilusión tenerlo, enseñárselo a su gente y dije "pues toma, te lo regalo". Son trofeos y tampoco es que me vaya a morir por no tener el Goya. Pero sí, volverá a mis manos.
Ese momento de alcanzar la fama tan pequeño, ¿es difícil?
Los primeros papeles, como por ejemplo El Bola, los viví como un juego. Era muy niño, tengo los recuerdos de que entre toma y toma estábamos jugando. Nos regañaban: "¡Que tenéis que grabar!". Y nosotros estábamos en la otra punta jugando al fútbol, o tirando piedras al río desde el puente, haciendo rana con las piedras... Creo que empecé a tener constancia de lo que es trabajo y a lo que me estaba dedicando de verdad cuando hice Planta 4ª. Porque El viaje de Carol también me pilló bastante pequeño y lo veía más un juego que un trabajo.
También cuentas tu experiencia como marmolista u otros oficios. ¿Qué te han enseñado en la vida?
A tener los pies en la tierra, sobre todo, y saber lo que es doblar el lomo. Y valorar luego la profesión, valorar el dinero y valorar mi trabajo, que muchas veces no se valora.
Te dicen eso de que eres actor natural. ¿Crees que hay dos tipos de actores, los que tienen ese talento que les sale y luego los que a base de cursos y practicar?
Bueno, ahí... mi padre nació para la obra. Mi padre pone el clavo, ¡plas! Le pega el golpe y lo mete de una. Yo pongo el clavo y me doy en el dedo. Cada uno tiene su don y el mío es la interpretación. Pero no quiere decir que un actor no se pueda formar, evidentemente, muchos se forman y llegan a ser grandes actores, pero lo mío es algo de intuición y siempre me ha ido bien así. Yo me creo un personaje en mi cabeza, me lo desarrollo y lo pongo en funcionamiento.
Cuentas que te diagnosticaron TDAH. ¿A qué edad te llegó el diagnóstico y qué supuso para ti?
A mi madre ya se lo decían desde pequeño, que era hiperactivo. Luego ya me lo diagnosticaron un poco más mayor. ¿Qué supuso para mí? Pues nada, que lo único que tienes que hacer es levantarte muy pronto, aprovechar muy bien el día y hacer mucho deporte, para llegar por la noche cansado a la cama, para no estar por la noche moviendo el pie y pensando en veinte mil cosas. Eso lo que tiene es que la cabeza te va a mil por hora, estás haciendo una cosa y estás pensando en la siguiente; estás hablando de algo y ya estás pensando en lo que vas a decir después, pero no creo que sea un problema. Te pueden medicar; yo estuve un tiempo tomando unas pastillas, pero me daban efecto adverso, me sentaban mal. Descubrí que a base de hacer deporte, aprovechar bien el día y llegar rendido a la cama pues ya está, ese es mi método.
¿Cómo se conjuga el ser tan culo inquieto, por una parte, y que luego te encante la pesca?
Porque hay dos tipos de pesca: está la pesca que tú lanzas y esperas que pique y luego está en la que lanzas y recoges, lanzas y recoges. Yo dejo a mi padre o a mi hijo pescando en un punto y yo me recorro el pantano entero: voy lanzando aquí, lanzando allí, lanzando allí... Veo uno que ha pescado y me voy corriendo a ver si pesco ahí. Soy un nervioso...
Sobre los personajes que has hecho a lo largo de tu carrera, dices que el más quieres es el de Entrelobos. ¿Por qué?
Es una peli en la que no tengo texto. Parece que es muy fácil actuar sin tener texto y luego es bastante difícil, porque tienes que expresar todo con la cara, con gestos. Fue una cosa que la viví con mucho cariño, el proceso de estar con los lobos, meterte dentro de la manada para poder trabajar con ellos... El lobo es un animal muy desconfiado: como hagas un movimiento raro, brusco o algo que no debas, el lobo sale corriendo y ese día ya no grabas. Fue muy especial y luego Gerardo Olivares también es muy campechano, como yo, y lo vivimos con mucho cariño, estábamos ahí en un pueblo. Fue muy especial y, sobre todo, en la naturaleza, con animales que es lo que a mí me gusta.
Y encima, una historia real, que es la de Marcos Rodríguez Pantoja, el niño salvaje de Sierra Morena. También, a la hora del estreno, el ver a Marcos llorar y decir "es que soy yo, me estoy viendo a mí" es una satisfacción personal como actor... El que la persona que estás haciendo de él, que se sienta identificada con tu papel... porque ese también es un miedo, tú haces una película basada en una persona que está en vida, que la va a ver y va a dar su opinión, si dice "es que yo no era así", imagínate. Me lo pasé muy bien, creo que ha sido de las pelis que más he disfrutado haciendo.
¿Quiénes son tus referentes?
Por ejemplo, Roberto Enríquez. Me parece un actor de los pies a la cabeza. Hice la serie Hispania con él, aprendí mucho de él tanto como en lo personal como a la hora de actuar. Es un referente, aparte de un gran amigo.
Muchos te han seguido en MasterChef, donde te hiciste amigo de Jesús Castro, que en alguna ocasión ha criticado el programa. Por lo que dices en el libro, tú le das las gracias al formato. ¿Cómo fue tu experiencia?
Mi experiencia fue muy buena, a mí me trataron muy bien, no tuve ningún problema. Me fui de allí llorando, porque me sentí superquerido en el equipo y repetiría, yo me lo pasé muy bien. Sí que es verdad que MasterChef es un programa en el que juegan con el estrés, con los tiempos y con la presión. Te ponen en un punto de presión que si una paella se hace en 20 minutos, ellos te dan 20 minutos para hacer tres. Llegas ahí y ya tienes los nervios, pero claro, yo soy hiperactivo. En lo que ellos me dan tiempo para hacer tres paellas, yo hago seis. Me lo pasaba pipa. No tengo ninguna pega a MasterChef. Yo estoy muy agradecido al programa, a Shine, a Macarena Rey, a todos los jueces y me he sentido muy querido. Ha sido un programa de los que más he disfrutado.
En cambio, dices que hay realities en los que nunca te veremos.
No, evidentemente. Hay realities que se meten en tu vida y no tan blancos que no, que no haría.
Entras en todos los temas y cierras el libro hablando de polémicas, como aquella de los 180 km/h, que dejas ver que un poco entonas el mea culpa.
Hay veces que uno comete errores y lo importante es saber reconocerlo y reconducir la situación. Todo el mundo tiene derecho a cometer algún error en su vida y lo importante es eso, reconocerlo, pedir disculpas y que no vuelva a suceder, que es lo que yo le digo a mi hijo cuando hace algo mal. Le digo "esto no se hace, pide disculpas y reconduce la situación".
¿Cómo te cambió la paternidad?
Me cambió un montón. Es que empecé muy joven, básicamente yo no tuve relación con Vero [su expareja] antes de tener al niño porque empecé con ella y se quedó embarazada al muy poco. A mí me ha encantado siempre, me cambió completamente, era de ir yo solo a los sitios a ir con mi familia, con mi mujer, con mi hijo bebé. Era un poco estresante, por ejemplo, a la hora de hacer la película Bruc, en Barcelona, estaba con los ensayos, luego estábamos 10 horas rodando, tienes que tener tiempo para llegar a casa y atender a tu familia, lleva a tu hijo al parque, haz la compra... Se hace todo como un poco más difícil, pero con ganas, buena actitud y cariño todo se lleva. Y la verdad es que ha sido muy bonito. Ahora a Juanjito lo tengo con 17 años, trabajando y hecho un hombre.
2023 no fue un año bueno por las denuncias que recibiste. Una se archivó, ¿la otra en qué punto está?
Una está ahí, hemos pedido el sobreseimiento del caso porque creemos que ya es hora de que tomen una decisión. Es un poco de lo que hablo en el libro, el precio de la fama, que tiene lo bueno y tiene lo malo. Yo me sigo considerando inocente y espero que se solucione lo antes posible, la verdad. Sí que es verdad que lo he pasado bastante mal, he tenido una temporada de no sentirme bien, de decir "¿qué culpa tengo yo, por qué me he visto involucrado en esto si yo no he hecho nada?". Mi madre dice "lo raro es que no te ha pasado esto antes, con lo abierto y lo buena gente, que pareces tonto de lo bueno que eres".
¿Ahora cómo estás?
Muy bien, muy contento. Con el libro, todo el mundo escribiéndome que le está gustando bastante. De momento no me han dicho ninguna crítica mala la gente de Instagram, que yo soy mucho de contestar y estoy en un momento de mi vida bastante contento. Se están solucionando las cosas estas judiciales y bastante bien para la época que he pasado, que he pasado una un poco jodida para como soy yo y pienso que no me lo merezco, pero bueno. Son cosas que pasan y se están solucionando, que es lo importante. Y p'alante, siempre positivos.
No te gusta nada eso de 'qué fue de', así que te pregunto: ¿qué será de Juan José Ballesta?
Ahora estreno la serie Asalto al banco central, de Netflix, de Calparsoro. Hago de atracador número 2, es una miniserie de cinco capítulos basada en un hecho real. Luego acabo de terminar un cortometraje con Néstor López, que es un plano secuencia que se llama Polígono X, que por lo que he grabado y a ojo de actor, creo que va a estar muy bien y que va a tener muchas opciones a ganar muchos premios. Y lo que me depare el futuro, pues estoy expectante por ver qué va pasando, qué va saliendo, cómo va el libro... Lo que tenga que ser, será.
Pero hay cine por delante.
Hay cine por delante, sí.