Iván Ferreiro: "Creo en la democracia para gobernar un país, pero no para grabar un disco o una canción"
El gallego presenta su disco en directo 'Puede que Madrid sea una trinchera pop', grabado en su último concierto en el WiZink Center.
Aunque sea de Vigo y no deje de reivindicar su casa y sus raíces gallegas, los últimos dos lanzamientos de Iván Ferreiro han ido dedicados a la capital. El primero, un villancico el 27 de noviembre titulado Cuento de hadas en Madrid que versiona el Fairytale in New York de The Pogues, para el que ha colaborado con cantidad de artistas; y el segundo, el disco en directo Puede que Madrid sea una trinchera pop, publicado el 6 de diciembre y en el que se recoge su concierto del pasado mes de enero en el WiZink Center.
Ferreiro asegura haber tenido durante años una "doble nacionalidad" ya que Madrid ha sido su casa, pero nunca ha abandonado su hogar en Galicia. Sobre la situación en la capital, el artista asegura "quedarse con las cosas buenas", pero señala que "ha conocido mejores épocas de Madrid".
Entre lo que más lamenta está la dinámica que están teniendo que seguir las salas de conciertos, la homogenización de las grandes ciudades, pero sobre todo la pérdida de lo underground. "La contracultura va a desaparecer o está desapareciendo de las ciudades", lamenta en su entrevista con El HuffPost.
A pesar de esto, no mira con la nostalgia manida de muchos los años pasados ni afirma tajantemente que hubiese más libertad. De hecho, no comparte el pensamiento de que antes hubiera mejor música: "Me gustaría saber quién es la persona que escucha toda la música que sale todos los días. Deberíamos informarnos primero antes de decir si las cosas son mejores o no que antes".
Tampoco cree que la industria tenga que ser demonizada. "Creo que se ha mitificado también a la industria como esos señores horribles que dirigen con hilos invisibles las vidas de las personas y para nada. Es gente que les llega una canción, apuestan por ella y si funciona, funciona", enfatiza.
A pesar de haber sacado este villancico siendo casi el Grinch, como bromeaban artistas como Leiva o Santi Balmes en la promoción de la canción, Ferreiro defiende esta comunión entre artistas, en el ámbito navideño como en el musical. "Me alegraré toda la vida cuando lo escuche", recuerda.
Puede que Madrid sea una trinchera pop (concierto Wizink), ¿contra qué se tiene que defender la capital?
En Madrid hay cosas de las que defenderse (risas), pero me quedo con las cosas buenas de Madrid. Creo que todas las cosas que nos rodean a día de hoy tienen algo bueno y algo malo. Vivimos en una época de tal crispación y tal polaridad que me doy cuenta de que cuando hablo de las cosas buenas parece que solo lo hago de las buenas y cuando lo hago de las malas, solo hablo de las malas. A mí ahora mismo Madrid hay muchas cosas que no me gustan y he conocido mejores épocas de Madrid y muchas épocas distintas.
Pero tanto en el villancico como en el disco, hablo de las cosas que son mías y no me puede quitar nadie. Madrid ha sido mi casa mucho tiempo, a nivel de vivir aquí, aunque realmente nunca he dejado mi casa en Galicia, he tenido como doble nacionalidad como dos sitios. Para mí Madrid es una ciudad que me ha adoptado y me ha cuidado mucho y tengo mucho que agradecerle y en la que me siento en mi casa.
Madrid ha tenido muchas épocas muy distintas y diferentes, unas mejores que otras. Igual el Madrid de ahora no es el que más me gusta, pero tampoco es la Barcelona que más me gusta ni el Vigo. Está todo mucho más masificado. Había un momento en el que Madrid era mucho más viable como ciudad en la que vivir, por la que pasear... Pero todo lo negativo que le veo luego pasa como el jueves pasado que toco en La Riviera y se me pasa automáticamente y me acuerdo que es la ciudad que me abraza y que me adopta cada vez que vengo.
¿Y a nivel de salas, crees que sigue manteniendo esa efervescencia cultural?
Bueno, no están funcionando igual que antes. Antes una sala valía 0 euros, ahora para un grupo nuevo es una putada. Igual ahora para un grupo que está empezando las salas no son tan fáciles como lo eran en mi época. Entonces, por lo menos podías ir con 0 y volverte con 0, pero no perdías dinero. Pero creo que hace muchos años, antes del Madrid Arena, en 2010 empezaron a hacer una política con las salas que no es beneficiosa para ellas.
A mi hermano [Amaro Ferreiro] y a Leiva les gusta mucho una frase que es “La normativa mata al rock”. En toda España ha pasado que la normativa ha hecho que las salas hayan dejado de ser lo que tienen que ser, que es el punto de nacimiento de todos los movimientos culturales. No solo en la música, también servían como galería de exposiciones de fotografías o donde la gente exponía sus cuadros, sitios donde convivíamos. Creo que la pérdida de identidad y la gentrificación que están teniendo las ciudades hacen que las salas solo sean un reflejo de lo que se han convertido.
Como comentabas ese fenómeno ha hecho que ir a Vigo, a Barcelona o a Málaga sea lo mismo.
Exacto, son las mismas calles, las mismas tiendas y bueno, me da un poco de pena eso de Madrid porque tenía un tejido cultural que además de ser un tejido que podía ver el turista que venía, existía en la convivencia por las noches. Tú llegabas de Vigo y tocabas en la sala Sol, en la Galileo o en el Siroco o donde fuera y me ponía a hablar y conocía a un sevillano que hacía fotografías, a un asturiano que quiere hacer audiovisual y acabas en el piso de uno que hacía nosequé. Había un tejido invisible cultural, que ahora con los precios no le da a la gente para vivir en el underground. La contracultura va a desaparecer o está desapareciendo de las ciudades. Está apareciendo en los pueblos, puede que ahora en ciertos pueblos estén pasando más cosas culturales que en las ciudades. Pero no solo en Madrid, en todas las ciudades.
El otro día leí que Ajo, la micropoetisa, se estaba yendo de su piso, el hecho de que Ajo no esté en su piso y que en ese piso pasan cosas me hace ver que la ciudad está perdiendo un valor muy importante que para mí lo es más que un musical de El rey león. Que también está bien, eh. Pero hay una parte de la vida cultural que se ve en los carteles y otra parte de la vida cultural que se vive dentro de las casas. Es una pena que se pierda porque el Madrid de los 80 lo creó ese tejido cultural que no se ve, luego nos lo contaron años más tarde.
Hay cierto sector que idealiza los 80 y la supuesta libertad que había entonces.
Pueden decir que había más libertades, pero ahora hay otras que antes no había. Pero sí es cierto que había una forma de vivir la ciudad que también existía en Vigo, que ha desaparecido.
En Cuento de hadas en Madrid, esta versión junto a Guadi Galego de Fairytale of New York de The Pogues, has rodeado de amigos para ese villancico como Rozalén, Pablo López, Leiva, Vega o Santi Balmes, aunque no te declaras especialmente fan de la Navidad, ¿es para ti rodearte de amigos la esencia navideña?
Para mí es la esencia navideña y de la música también. Es decir, creo que para mí la música tiene un sentido que es poliédrico, que unas cosas se relacionan con las otras. Hacer un villancico Amaro y yo solos no habría sido tan divertido como hacerlo con los demás. Además, en la forma en la que se construye el villancico es la forma en la que se construye una buena reunión en casa, que no se planea demasiado. Es un plan en el que dices “vamos a hacer esto” y yo hacer lo menos posible y que los demás hagan lo que tengan que hacer. Creo que tiene que ver con cómo se hace la música o con cómo la entiendo yo. La Navidad tiene cosas que no me gustan y cosas que sí me gustan, una de ellas es que cuando estás con tus amigos celebrando con cosas que están inventadas ya, hay una excusa que es solo para juntarse. En el caso de hacer la canción era un poco eso: busquemos una excusa para juntarnos.
En mi caso, lo veo como la típica fiesta en la que juntas a gente que no se conoce y sabes que se van a llevar bien. En el villancico había gente que no se conocían entre ellos y cuando les puse a todos la lista, me decían “yo no conozco a Pablo, yo no conozco a Leiva, yo no conozco a nosequién”. Era parte de lo que me gustaba, que el espíritu de la Navidad era realmente eso: gente que viene de sitios muy distintos, yo he coincidido con todos, los quiero a todos y son buenísimos tocando lo que saben tocar y les estoy pidiendo menos que lo que se les suele pedir cuando se les invita que es tocar y cantar. Yo les invitaba solo a tocar.
Cuando llamé a María, a Rozalén, fue preciosa la llamada. Se llevó tal alegría de no tener que cantar, que no es que no le guste, pero decía que nunca la habían llamado para tocar solo la bandurria. Todos hicieron un ejercicio de generosidad y de hermandad precioso. Lo grabamos en dos días en directo, el primero con unas tomas en el estudio que pensábamos que era tan bonita que en el vídeo íbamos a hacer playback y el segundo día estaba sonando ya más bonito que el anterior. A cada toma nos reíamos, bebíamos un poco de vino. Fue muy guay y cada año cuando ponga la canción me voy a alegrar toda mi vida.
Muchos artistas y, sobre todo, bandas comentan que es cada vez más difícil formar un grupo y se opta más por las carreras en solitario, como artista que ha tenido carrera en una formación y en solitario, ¿a qué crees que se debe este fenómeno?
Una banda es muy complicado de llevar, hay que poner de acuerdo a muchas personas. Muchas las bandas nacen porque la gente es muy joven. A veces, cuando nace la banda ni siquiera estás tú hecho como persona, pero otras como León Benavente, que son bandas ya creadas de adultos que funciona como un reloj y donde hay mucho amor, mucho respeto, mucha ayuda de unos a otros. Las bandas muchas veces hacen aguas porque son muy jóvenes. En los grupos, los roles están muy diferenciados. A veces se busca una democracia. Yo creo en la democracia para gobernar un país, pero no para grabar un disco o una canción.
Cuando veo discos en los que toda la banda firma, sé que todos firman, pero es uno el que escribe. Otra cosa es que sean generosos y porque ayudan a tocar y tal, pero la letra es uno o dos como mucho los que lo hacen. No lo digo en plan mal, es que no funciona que seis tíos escriban una letra.
A veces las bandas son complicadas porque no todo el mundo tiene el mismo papel y a veces cuando eres muy joven y no entiendes que tu función es una y no otra, pues se crean conflictos.
Después de Casa y Trinchera pop, ¿cuál es para ti tu refugio?
Vivir la vida, con Noa y estar juntos y hacer cosas. Creo que mis trincheras siempre han sido bastante normalitas. Si llueve me quedo en casa, si hace sol salgo a dar una vuelta y creo que cada vez más.
¿Desmitificas la vida de estrella entonces?
Nunca la he mitificado. Adoro hacer canciones, meterme en el estudio, ir de gira, pero creo que pensar que lo que hago es más interesante o intenso que lo que hacen otros... Para mí lo es, pero entiendo que para un arquitecto hacer planos y edificios será lo más intenso del mundo y en la vida hay cosas muy increíbles que dan subidones muy grandes que no tienen por qué ser hacer música. Puede ser ir a un concierto a escuchar a otro, eso puede ser muy intenso también. El proceso creativo me parece una cosa muy heavy y muy intensa, pero es muy íntima. No me parece algo con lo que hablar con los demás, de hecho, me parece incluso un poco ridículo. Llevo toda la vida tratando de explicarle a la gente que tengo un trabajo como el de los demás. No creo en esto de que “tiene que haber un punto de locura para nosequé”, mis psiquiatras en general están mucho más locos que yo.
¿Ha cambiado el ritmo de la industria? ¿Notas eso de tener que producir continuamente?
Noto que es una industria totalmente distinta a lo que había. Yo como estoy un poco fuera de eso, sigo haciendo las cosas a mi manera. Esta oficina ya es una prueba de que las cosas no son como hace 10 años, ya no hay despachos ni hay muchas cosas. Creo que al final, en esencia es alguien que hace una canción que la canta, que es bonita, que la hace con uno y la lleva a producir. Siempre ha sido eso y la industria que ayuda a venderla. La industria no ha creado puto nada nunca, puede que nos ayude a llevarlo a cabo pero siempre ha sido alguien que tiene ideas. De hecho, creo que los que tienen ideas siempre han ido a contrapelo de lo que quiere la industria. Cuando la industria se acomoda a una manera, llega alguien y las hace de una forma diferente. Eso ha sido así siempre.
Creo que se ha mitificado también a la industria como esos señores horribles que dirigen con hilos invisibles las vidas de las personas y para nada. Es gente que les llega una canción, apuestan por ella y si funciona, funciona. Tampoco creo que haya nadie en la industria que sea capaz de vender algo que al público no le gusta. Que la industria maneja los hilos le encanta decirlo a los grupos que no venden nada. Los hilos los maneja el público de siempre. Mucha gente habla del producto, pero no conozco a nadie que haga música que no le gusta porque piense que con eso vende. Nunca he conocido a nadie que me diga “mira, me parece una mierda lo que hago, pero como pienso que va a vender lo hago”. No lo he visto en mi vida, he visto gente que hace lo suyo y eso le gusta a muchísima gente, les envidio muchísimo. No creo que nadie pueda adivinar lo que va a vender.
Es uno de los años en los que más ha subido la facturación de grandes conciertos, según APM unos 578 millones de euros en España. ¿Vive el mejor momento la música en directo o se ha convertido en un bien de consumo más?
Creo que estamos en un momento muy bueno, que a la gente le gusta ir a conciertos y eso es bueno. Aunque a veces crea que no los vivimos de la forma adecuada, como cuando veo a gente ahí grabando todo el concierto con el móvil, pero tampoco voy a criticar cómo disfruta cada uno de los conciertos. Lo que sí está claro es que se están vendiendo más entradas que nunca. Todo estos que dicen que se hacía mejor música antes, que la juventud tal... Una cosa es que a ti no te guste no significa que no les tenga que gustar a ellos. No sé desde cuándo alguien tiene la verdad sobre lo que está bien y lo que está mal.
El otro día me decían en una entrevista que en un día hoy hay tantos discos como en 1989. Cada vez que alguien me dice que la música de ahora es una mierda le digo “¿oíste toda la música que sale?”. Me gustaría saber quién es la persona que escucha toda la música que sale todos los días. Deberíamos informarnos primero antes de decir si las cosas son mejores o no que antes.
No conozco toda la música que sale, cuando salen los datos del artista más escuchado en Spotify en España me doy cuenta de que no sé quién es. No me atrevería a decir que es una mierda, lo contrario. Desde luego lo hace mejor que yo porque le escucha todo el mundo y a mí no.
¿Cómo llevas que tu hijo se suba al escenario con su grupo Querido y las comparaciones contigo?
Pues bien, creo que las comparaciones son resultado de que es una putada tenerme de padre. Es una cosa que te puede ayudar el primer día para que te escuchen, pero luego te comes un sambenito mucho rato y después toca conseguir público. Por su padre no puede conseguir que le guste a la gente. No tengo ninguna capacidad sobre ello.
Para mí ha sido tanta sorpresa como para la mayoría. Mi hijo tenía dos singles grabados y yo no me había enterado. Lo que veo es que por lo menos es una persona buena, con cabeza, que tiene respeto por el trabajo, es trabajador. A Andrés no le importan los flashes ni los focos, le importa la canción, que es lo único razonable que puedo transmitirle.
Este verano dijiste en una entrevista en Icon “los que organizan los festivales son los mismos que los de los pisos turísticos, se quedan con todo poco a poco”, ¿hay algo más además de fondos de inversión o fondos buitre tras los festivales?
Por supuesto. Lo malo de los titulares es que a veces nos quedamos con una parte. Cuando hacemos una información nos olvidamos de decir todo lo que hay detrás. Dentro de los festivales hay de todo. Como bien decías, al ser un año en el que se venden más entradas, entra mucha más gente en los negocios, pero aquí lo que importa es la música y es lo que llena los recintos. Son las canciones. Hay festivales que manejan fondos de inversión y hay festivales que siguen siendo una o dos personas que se han empeñado en hacer un festival todos los años desde hace 20 y lo siguen consiguiendo.
El capitalismo va a hacer que en cualquier negocio entren fondos de inversión, pero no nos olvidemos que hay un montón de festivales que lo organizan una o tres personas. Luego ves que hay 700 festivales en toda España de muchísimos tamaños y muchísimas formas, los que son pequeños cuesta mucho más levantarlos frente a los grandes que tienen mucho poderío. De la misma manera que ha pasado siempre en la música, el que tiene un aparato de promoción más gordo con más economía le resulta más fácil ser visible, pero eso ha pasado siempre.
Muchas compañeras siguen denunciando que no haya mujeres en los festivales o que no sean paritarios, ¿crees que sigue sucediendo?
Creo que pasa, mucho menos que antes pero queda mucho camino por hacer. Sí es cierto que veo a muchas más compañeras trabajando y haciendo cosas muy interesantes, que siempre ha habido mujeres haciendo cosas interesantes en la música. Queda por hacer en la música, en el cine, en la aeronáutica, en el cine, en el periodismo... Pero me gustaría pensar que hemos avanzado un poco al menos.
Con este tema tengo la sensación de que a veces vamos hacia delante y a veces hacia atrás y que hay una parte de la sociedad a la que le interesa que vaya hacia atrás de vez en cuando e intoxicar las ideas para que cosas razonables que se dicen parezca que no lo son. En los últimos meses más aún, solo hay que ver lo que le ha pasado a Ana Peleteiro, Lalachus o Cristina Pedroche, que nadie habla de sus compañeros masculinos. Damos cinco pasos adelante y parece que retrocedemos 10, pero espero que estemos mejor que en el siglo XVII.
Sin embargo, siento entre mis compañeros y compañeras que la entrada del mundo femenino en las canciones ahora es mucho más natural que hace 10 o 15 años. Sigue habiendo mucho machismo, pero también hay un montón de hombres que se han dado cuenta de que eso existía y solo el mero hecho de plantear que existe y no lo neguemos como hace 10 años que decíamos “qué me estás contando si no funcionan es que las chicas no funcionan”. Lo ignorábamos. Ya, al menos, sabemos que existe un problema. Es un avance, pequeñito pero lo es.
De cara a año nuevo, ¿algún propósito o plan a futuro a 2025?
Pocos planes, irnos de vacaciones si podemos (risas). No he escrito ni una frase, así que no tengo ni idea de qué quiero hacer en el disco y mi problema es que si no sé de qué quiero hacerlo no hago nada. Llevamos tanto tiempo de gira que no he tenido mucho tiempo para trabajar, tampoco me agobia eh (risas).