Hay una razón por la que el tatuaje fue una práctica prohibida en el Imperio romano
Era un proceso extremadamente doloroso y sin medidas higiénicas.

El tatuaje ha sido una práctica ancestral en diversas civilizaciones. Sin embargo, en el Imperio Romano, los tatuajes no eran simples expresiones artísticas o espirituales, sino, medidas de control y castigo.
Su asociación con la esclavitud, el crimen y la humillación pública llevó a su prohibición definitiva en el siglo IV dC, bajo el mandato del emperador Constantino. A diferencia de otras culturas, en Roma el tatuaje tenía un uso principalmente punitivo.
Los esclavos, gladiadores y criminales eran marcados para que su estatus fuera reconocible a simple vista. Estas marcas no solo los identificaban, sino que los estigmatizaban socialmente.
El tatuaje como castigo y control
Los tatuajes en Roma no eran decorativos, sino herramientas de vigilancia. Los esclavos llevaban marcas con el nombre de su dueño, lo que dificultaba su huida y facilitaba su recaptura. De manera similar, los soldados y gladiadores eran tatuados para reafirmar su pertenencia a una unidad o escuela de lucha, lo que impedía deserciones.
Para los criminales, la situación era aún más cruel. Se les tatuaban inscripciones como "FUR" (ladrón) o "K" (kalumniator, calumniador), asegurando su marginación incluso después de cumplir su condena.
El proceso de tatuado en Roma era extremadamente doloroso. Se realizaba con agujas o punzones y tintas a base de hollín y, en muchos casos, sin medidas higiénicas lo que podía causar infecciones graves. Además del tatuaje, se empleaba el marcado con hierros al rojo vivo, un método utilizado principalmente con esclavos fugitivos.
El cristianismo y la prohibición del tatuaje
Bajo el mandato de Valeriano (200-260 d.C.), el tatuaje de una cruz se convirtió en una marca de persecución para algunos cristianos, pero también en un símbolo de resistencia y devoción para aquellos que la grabaron en su piel por voluntad propia.
Aunque algunos grupos religiosos practicaban el tatuaje de forma voluntaria, como los devotos de los cultos de Cibeles y Atargatis o algunas sectas militares y mercenarios, la percepción del tatuaje cambió radicalmente con la llegada del cristianismo.
El emperador Constantino, tras la conversión de Roma al cristianismo, demostró que los tatuajes atentaban contra la dignidad humana y en el siglo IV dC prohibió su uso en esclavos y criminales. La medida buscaba eliminar una práctica que perpetuaba la deshumanización y la humillación pública.
Un cambio en la historia del tatuaje
La prohibición de los tatuajes en Roma marcó un punto de inflexión en la historia de esta práctica. Mientras que en otras civilizaciones el tatuaje siguió siendo un símbolo de identidad y estatus, en Occidente su asociación con el crimen y la esclavitud hizo que durante siglos se considerara una marca de marginalidad.
Siglo más tarde, los tatuajes han recuperado su valor cultural y artístico, y son una forma de expresión personal ampliamente aceptada. En la actualidad, los tatuajes han trascendido barreras culturales y sociales, convirtiéndose en una manifestación de individualidad, creatividad y estilo de vida.