El sargento de España que logró acabar con decenas de rifeños tras quedarse ciego en una gran emboscada
"Todo sea por la Patria, mi capitán, qué vamos a hacerle".

En la madrugada del 5 de junio de 1923, un convoy español que abastecía la posición de Tizzi Aza, en el Rif, fue emboscado por cientos de guerrilleros rifeños. En la primera línea de fuego avanzaban varios tanques Renault FT-17, una de las pocas armas modernas con las que España contaba para enfrentarse a las tácticas de guerrilla de las harcas rifeñas lideradas por Abd el-Krim .
A su vez, el blindado número 9, comandado por el sargento Mariano García Esteban, se abrió paso por el difícil terreno hasta que un disparo enemigo atravesó la mirilla de la torreta, despedazando cristales y acero, y dejando al sargento completamente ciego.
Lo que podía haber sido su último instante de vida se convirtió en una de las acciones más heroicas de la Guerra del Rif. A ciegas, sangrando y sin poder ver, Mariano García se vendó los ojos con su propio pañuelo, localizó la ametralladora Hotchkiss y abrió fuego contra el enemigo, abatiendo a decenas de atacantes y evitando que su tanque fuera capturado o destruido.
Una guerra desigual
La presencia de tanques en la guerra de Marruecos era una novedad para el ejército español. Los Renault FT-17, importados de Francia tras la Primera Guerra Mundial, eran ágiles, pero frágiles en terrenos montañosos como el del Rif. No obstante, ante la escasez de artillería pesada, el mando español decidió usarlos para escoltar convoyes y reforzar posiciones en una guerra que, desde el desastre de Annual (1921), se había convertido en una pesadilla para España.
El sargento español García Esteban, se había entrenado apenas un mes en Carabanchel antes de ser enviado al frente, donde combatió en las batallas de Buhafora y Tafersit, protegiendo a la infantería y cubriendo retiradas. Pero la emboscada del 5 de junio lo puso a prueba como nunca antes.
Un ciego en la batalla
Cuando el disparo enemigo reventó la mirilla de su tanque e hirió de gravedad al sargento en el rostro. Con la cara cubierta de sangre y sin poder ver, escuchó los gritos de los rifeños que se acercaban, creyendo que el blindado había quedado fuera de combate. Pero Mariano García no estaba dispuesto a rendirse.
Conservando en su memoria la posición del enemigo antes de quedar ciego, disparó ráfagas certeras con la ametralladora hasta agotar la última cinta de munición. Luego, para evitar que los rifeños notaran que estaba indefenso, siguió moviendo la torreta y la ametralladora, simulando que seguía en combate hasta que el conductor del blindado logró retroceder y poner a salva el vehículo.
Cuando finalmente fue evacuado, su rostro estaba irreconocible, desfigurado por el impacto. En el hospital de campaña, sus superiores le informaron de que había perdido la visión para siempre. Su respuesta fue un simplemente: "Todo sea por la Patria, mi capitán, qué vamos a hacerle".
Un héroe condecorado por el Rey
Por su valentía en combate, Mariano García Esteban recibió en 1928 la Medalla Militar Individual y la Cruz Laureada de San Fernando. Ambas fueron impuestas por el mismo Alfonso XIII y la ceremonia tuvo lugar en el Parque del Retiro de Madrid.
A pesar de quedar ciego, el sargento pasó a la historia como uno de los héroes más destacados del conflicto, un símbolo de resistencia y sacrificio en una guerra que desgarró a España y que todavía hoy sigue siendo recordada por la brutalidad con la que se combatió en las montañas del Rif.