Del homoerotismo de Grecia y Roma a las "amistades románticas" de Goya: un repaso a la historia LGTBI de España

Del homoerotismo de Grecia y Roma a las "amistades románticas" de Goya: un repaso a la historia LGTBI de España

El arqueólogo, artista drag, escritor y youtuber conocido en redes como PutoMikel presenta su libro 'Sodomitas, vagas y maleantes' (Planeta).

Beso entre parejas del mismo sexo en el 'Codex Vindobonensis'.Wikimedia Commons

Al pensar en la historia del colectivo LGTBI en España, se suele pensar en la historia reciente. La represión franquista, la Ley de peligrosidad social o los más recientes avances como el matrimonio igualitario o la Ley Trans. Sin embargo, el colectivo ha estado presente incluso siglos atrás. 

Eso sí, no existían ni las siglas ni los términos bisexualidad, asexualidad, homosexualidad ni intersexualidad, por ejemplo. Pero sí otros como sodomitas o los erastés. Sobre ellos y, precisamente, sobre la connotación negativa y la persecución que les ha acompañado durante buena parte de los siglos habla en su libro Sodomitas, vagas y maleantes (Planeta) el arqueólogo, artista drag, escritor y youtuber conocido en redes como PutoMikel. 

"Quería ir en esa línea de dejar claro desde el título que estoy hablando del desviado, de la persona que ha sido denigrada. Porque al final si hablamos de términos que a lo mejor sí que se han apropiado más y son más, entre comillas, respetables o más científicos que nacen como de la medicalización como podría ser homosexualidad o transexualidad, estamos aplicando categorías muy actuales", señala a El HuffPost. 

En su repaso histórico, el autor no ha querido poner etiquetas concretas ni tampoco hacer una recopilación de nombres ilustres pertenecientes al colectivo, como se ha hecho anteriormente. 

Precisamente quería dejar claro que "la norma siempre se ha movido y precisamente los que van en contra de ella también, no ha sido algo fijo en el tiempo". "Utilizar esos distintos términos, pues sodomita para cuando existía, cuando el castigo era por el acto sexual, cuando hemos pensado en la moderna, y luego obviamente vagos y maleantes, creo que es la norma más conocida de la represión franquista. Me parecía que daba pie a pensar precisamente y a reclamar y demostrar las distintas excusas que se han utilizado, para castigar y para perseguir la disidencia sexual y de género", añade.

"Al final si hablamos de términos que a lo mejor sí que se han apropiado más y son más, entre comillas, respetables o más científicos que nacen como de la medicalización como podría ser homosexualidad o transexualidad, estamos aplicando categorías muy actuales"

Lo de huir de los grandes nombres, pese a que en su libro incluye algunos como el emperador Adriano, Safo de Lesbos, la conocida como la 'monja alférez' e incluso Francisco de Goya, lo ha hecho por no "equiparar identidades y constructos actuales con el pasado" o "caer sin darnos cuenta en el sobreanálisis de lo que era esta persona", por ejemplo, en cuestiones de identidad de género. 

"No sabemos si esta persona se travestía por un tema identitario, si se travestía simplemente porque le gustaba, por seguridad, por ejemplo. Tenemos ejemplos como la 'monja alférez', que desde la Academia han dado lugar a lecturas muy interesantes, pero que nunca se han centrado en 'vamos a categorizar a esta persona como una lesbiana butch o como un hombre trans', sino en lo académico, que es entender cómo se construye el género y la masculinidad", señala.

Precisamente en estas historias de particulares desde el Paleolítico y los enterramientos de las culturas prerromanas en España, donde se hallaron enterramientos con atributos masculinos y/o femeninos con restos de personas con el sexo opuesto o personas del mismo sexo enterradas juntas, es donde Herrán ha encontrado la "resistencia" a los sistemas establecidos.

La romantización y el homoerotismo de la cultura clásica

Si hay algo que se ha asociado al estudio de la historia del colectivo LGTBI es la idea de que la homosexualidad, especialmente masculina, era una práctica extendida en Grecia y Roma. Pero esto no es especialmente así y buena parte de la responsabilidad viene de las figuras poéticas y literarias de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX.

"Si nos fijamos, por ejemplo, en Oscar Wilde y esa erotización que hace de las estatuas griegas, de ciertas figuras históricas... Sí que ha jugado un peso en el imaginario de hombres gais y bisexuales. Especialmente a principios del siglo XX, en el momento en el que ya se empieza a estudiar historia y a estudiar sexualidad, es verdad que se convirtieron en el máximo referente, partiendo un poco desde ese paradigma literario, poético", señala Herrán y explica que coincide con la categorización social de la homosexualidad como enfermedad.

"De ahí la idea de reivindicar ese pasado, para precisamente situarnos y decir que hemos existido, que siempre hemos estado ahí, etc. Era una parte necesaria de un montón de reivindicaciones sociales. Por eso las primeras publicaciones, están enfocadas al público gay, retoman un poco eso y siguen romantizando la antigua Grecia y Roma", explica. 

Sin embargo, como bien explica en su libro, los modelos relacionales de la cultura clásica no eran estrictamente como pensamos hoy en día al hablar de una relación homosexual, realmente "no importaba el cuerpo con el que te acostabas, sino la posición que cumplías en el acto sexual". 

"El sexo con el esclavo daba igual si era un hombre o una mujer, lo que importaba era que fuera un esclavo y que tú fueras el activo", enfatiza.

Uno de los casos que se ha romantizado hasta el punto de tomarse como referencia para espacios del colectivo y como icono gay digno de carroza del Orgullo es el del emperador Adriano y su joven amante Antínoo, con el que mantenía una relación un tanto tóxica y que acabó supuestamente quitándose la vida por el control que ejercía el emperador sobre él. 

Sobre ellos, Herrán no sabe si su relato "le va a generar algunos enemigos", pero recalca que no era una forma de relacionarse única entre homosexuales o bisexuales. "Antínoo no tiene culpa de nada, tampoco es nada extraordinario. Era lo que hacían los emperadores. Adriano y la relación, la diferencia de poder que tiene Adriano con Antínoo, es la misma que tiene Claudio con Mesalina", recuerda y añade que no había entonces demasiadas "relaciones románticas encomiables que reivindicar".

Estatua de Antinoo de Rafael en el Quirinale en 2020.Mondadori Portfolio via Getty Im

"No vamos a saber nunca ciencia cierta porque realmente por estas cosas hay muchas versiones, pero desde luego era una relación en la que había unas dinámicas de poder difíciles de manejar para Antínoo, tanto por su juventud como por la mayor posición social que tenía el emperador", explica.

Con ejemplos como esta historia, en la que estaba más presente un amor tóxico y de control que una forma idílica de relacionarse, Herrán quiere poner más aún el foco en las historias anónimas: "A lo mejor son personas con menos lustre, que no son un emperador romano, pero que desde luego son historias dignas de reivindicar y sobre todo porque nos hablan de posiciones en contra de la norma y de la diferencia".

Necesidad de reivindicación de esta historia desconocida ante los discursos de odio

En los últimos años, el auge de la ultraderecha ha vuelto a poner sobre la mesa la educación en materias LGTBI, especialmente en comunidades autónomas donde gobierna el PP de la mano de Vox. De ahí que hayan surgido iniciativas por parte de esta ultraderecha como implementar el llamado "pin parental" entre los padres de alumnos para filtrar este tipo de contenido. 

Para Herrán, este auge de intolerancia y odio hacia las personas del colectivo no es nueva y es precisamente motivo de más para reivindicar la historia de estas personas. "Parte de los ataques que hay a día de hoy parten precisamente de esa idea de la invención moderna, la moda, el miedo al contagio social... Si echamos una mirada histórica, precisamente no son nuevos, los encontramos en el siglo XVI, a principios del XX, en muchos periodos históricos", señala. 

"Parte de los ataques que hay a día de hoy parten precisamente de esa idea de la invención moderna, la moda, el miedo al contagio social..."

"Demostrar que ese mensaje del miedo a la diferencia ha estado siempre pone sobre la mesa lo vacíos y faltos de razón que están estos discursos transodiantes, con el tema de las personas trans y de la realidad trans hay un verdadero problema de demonización. Por eso me parece que es importante también por integrar esta historia como parte de la historia en general", recuerda y apunta que dentro de los procesos históricos que se enseñan en los colegios, la perspectiva sexual y de género podría ayudar a luchar contra esa demonización.

El homonacionalismo no es nuevo o cuando la homofobia se usaba contra el musulmán

En los últimos meses, con el conflicto en Gaza, se han visto ciertos discursos especialmente proisraelíes en el que se acusaba a la población palestina musulmana de homofobia y se defendía que Israel sí promulgaba los derechos del colectivo. Sin embargo, el ataque a las personas musulmanas no ha sido siempre de esta forma, pero sí se ha criminalizado la orientación sexual como forma de ridiculización.

"En la Edad Media, cuando queríamos enemistarnos o demonizar al musulmán, precisamente lo que se hacía era la acusación contraria, que era decirle que eran unos viciosos, unos pervertidos y unos sodomitas. Entonces me parece interesante, precisamente, ver cómo la sexualidad sigue jugando un papel a la hora de marcar al otro y de señalarlo y criminalizarlo", explica, aunque matiza que la sexualidad tanto en Oriente y las culturas asociadas al Islam como en Occidente y el cristianismo, han ido evolucionando.

"Justificar la violencia contra ellos, pero desde puntos de vista diametralmente opuestos. Ahora contamos con el homonacionalismo, esta idea de que la cultura islámica es de por sí homófoba y, por tanto, hay que dejarla que entre en Europa, etc. Pero hace unos 500 años la posición era la contraria, era decir que precisamente hay que echarlos de Europa porque nos van a pervertir a todos, porque son unos sodomitas", recuerda.

Precisamente, este es un ejemplo que para Herrán resume el concepto de "otredad", esa distinción por la que separamos al que no es como nosotros para que no esté cerca. 

La plumofobia ya existía en Roma y en la Edad Media

Si hay algo que está presente en todo el libro, además de que la sexualidad ha ido variando hasta llegar al conocimiento y la reivindicación consciente que se tiene hoy, es que en muchos casos no era tan importante con quién te acostaras si no la expresión de género que se tenía y, por supuesto, la clase social.

De hecho, se puede comprobar que la plumofobia, es decir, la burla y/o odio al hombre con expresión de género femenina es algo patente a lo largo de la historia, precisamente, tal y como recuerda Herrán por la misoginia. 

"El hombre al que se le hacía mofa por su sexualidad era sobre todo un hombre que se había negado a cumplir con el mandato de la, ya no de la heterosexualidad, sino de la masculinidad. Por ejemplo, en la antigua Roma, la mofa era contra el hombre que se estaba acostando con otro haciendo el pasivo porque se estaba afeminando", explica. 

De otra forma, pero con el mismo objetivo, se daba en las Cantigas de escarnio de la Edad Media, composiciones que se usaban a modo de burla y donde la homofobia y la plumofobia estaban muy presentes. 

"Las cantigas de escarnio es un poco parecida a esta idea de que alguien era un buen caballero hasta que de repente ha perdido el norte o se ha ido a las cruzadas, se ha juntado con los musulmanes y ha venido afeminado y se ha querido acostar con otros hombres", explica. "Es esa idea de que el mariquita es digno de escarnio, precisamente nace de esa idea de que lo masculino es superior y un hombre que renuncia a su masculinidad es un hombre ridículo", añade.

"Las cantigas de escarnio es un poco parecida a esta idea de que alguien era un buen caballero hasta que de repente ha perdido el norte o se ha ido a las cruzadas, se ha juntado con los musulmanes y ha venido afeminado y se ha querido acostar con otros hombres"

Para él, la sexualidad y el género y la expresión del mismo están tan ligados como que "ser maricón ha sido también una forma de no cumplir y no adecuarse a la masculinidad que mandaba la norma de turno".

"Había plumofobia, ya podemos encontrarla hasta en la antigua Grecia. Es decir, hay discursos que se acusan básicamente a otro hombre no de acostarse con muchachos o no de acostarse con esclavos extranjeros, cosas que se veían normales, sino de afeminarse, amanerarse, vestir de formas un poco femeninas", señala y recuerda que esta separación entre géneros y la superioridad masculina ha sido una constante hasta hoy en día. 

Hombre besando a su amante en una vasija griega.Wikimedia Commons

Lo que no se ha contado de cuando llevamos la LGTBIfobia a América

Uno de los episodios que más se repite en las escuelas y que más controvertido y criticado es, tanto por elementos como llamarlo "conquista" o "descubrimiento" es la llegada de Colón a América. Pero más allá de los elementos que se han denunciado durante años por la población de América Latina, Herrán pone de manifiesto otro tipo de represión con las identidades y orientaciones sexuales disidentes que existían en las culturas precolombinas.  

Tal y como recuerda, se hablaba en los diarios de viaje tanto de Elcano como de Colón o Núñez de Balboa como que estas tribus tenían prácticas "inhumanas" que, tal y como apunta Herrán por la doctrina católica medieval, situaba en el mismo nivel el canibalismo y la sodomía: "Ambos actos atentaban contra un orden divino y contra la creación divina en el sentido de la carne, el cuerpo, etc. En ese sentido se convirtió en una de las formas más fáciles de justificar la violencia contra las poblaciones nativas".

"Hay muchos casos que no sabemos si realmente tenían este tipo de actitudes en torno al sexo o si simplemente el conquistador de turno que llegó lo utilizaba como excusa. Una de las primeras crónicas generales de Indias, que nos habla de Núñez de Balboa, que llegó a derrotar a un cacique y, una vez en su aldea, se encuentra que su hermano, travestido y a punto de empezar una orgía con otros hombres", recuerda y añade cómo el explorador les detuvo y los "lanzó a los perros". 

"A día de hoy, en América Latina, por suerte sí que han sobrevivido muchos grupos que encontramos que tienen unos espectros de género distinto, gente que ha sobrevivido y que por tanto nos hablan de que el panorama previo a la conquista en el que esa diversidad sí existía, que se persiguió en muchos casos porque también tenía mucho que ver con terceros géneros, formas de entender el género distintos...", explica, por ejemplo, las muxes en la cultura zapoteca. "Además, se utilizaron para marcar esa diferencia y justificar sobre todo la persecución y la evangelización", añade.

La "amistad romántica" entre Goya y Martín Zapater

Francisco de Goya y Lucientes es uno de los pintores más reputados de la historia del arte nacional. Sin embargo, era prácticamente desconocido que mantuviera lo que en la época se conocía como una "amistad romántica" con su amigo Martín Zapater. Algo muy común en la época, tal y como recuerda en su libro Herrán, pero que en el caso de Goya trasciende la mera admiración la camaradería llegando a hacerse dibujos de índole sexual o mandarse dedicatorias en las que acababa firmando como "Tuyo y retuyo, Paco". 

"En el caso de Martín Zapater y Goya, esas muestras de afecto como que sí que pasan unos ciertos límites, no el límite de lo sexual, pero sí que desde luego que se muestran exceso. Como que es la persona que más quiere, que le escribe y le dibuja vulvas en las cartas diciendo toma lo que no puedo darte... O sea, que sí que apela a un sentimiento de que hay un cierto deseo erótico. Pero que nunca parece que nunca se llega a cumplir porque no se debe y eso también aparece reflejado en las cartas", detalla el historiador.

"Al decirse que el homosexual es algo que se nace y que se es y que es intrínseco a ti, hay mucha más cautela en cómo expresar, incluso las personas heterosexuales, sus sentimientos o emociones hacia otros hombres"

Precisamente ese momento histórico permitía este tipo de comentarios excesivos sin que fueran del todo mal vistos, algo que cambiará apenas 30 años después, tal y como cuenta Herrán: "Conforme se empieza a configurar la idea del homosexual como algo que se es, afecta a cómo se pueden expresar los sentimientos incluso entre personas que consideraríamos heterosexuales". 

"Entonces al mostrarse cómo debe ser y al decirse que el homosexual es algo que se nace y que se es y que es intrínseco a ti, hay mucha más cautela en cómo expresar, incluso las personas heterosexuales, sus sentimientos o emociones hacia otros hombres, su compañerismo, amistad, etc. por miedo a que se les tome como algo que se es, digamos", añade y recuerda que ya el miedo no es tanto llegar a la "práctica sexual" como que se te tome como algo que "eres". 

Sin embargo, sí se siguió permitiendo ese cariño velado en el caso femenino, donde las cartas de Martín Zapater y Goya pueden recordar a las que se enviaba la británica Anne Lister con sus amantes. Esto se debe a la emotividad que se permitía al género femenino, algo que ha invisibilizado el lesbianismo y la bisexualidad femenina a lo largo de toda la historia. 

"Precisamente esas cartas entre mujeres siempre llevan la sospecha de ser amigas, el peligro no era el lesbianismo. El mayor riesgo a nivel histórico es que hemos invisibilizado porque consideramos que el emocional siempre ha sido femenino y por tanto simplemente son amistades muy intensas", recuerda.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es

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