David Otero: "Volver a un sitio en el que igual me hace daño estar me supondría algo que no quiero volver a vivir"

David Otero: "Volver a un sitio en el que igual me hace daño estar me supondría algo que no quiero volver a vivir"

El excomponente de El Canto del Loco presenta su disco 'Inteligencia Natural'.

Foto promocional de David Otero.anyta madrazo

Para toda una generación, David Otero fue el eterno guitarrista de El Canto del Loco. Para otra, El Pescao. El músico asegura haber superado ambas etapas, la última bajo ese seudónimo que usó como "escudo" tras salir del grupo liderado por Dani Martín en 2010. En estos 14 años ha publicado siete álbumes de estudio, el último Inteligencia Natural, que vio la luz el 27 de septiembre, y con el que el artista quiere volver a la esencia de la grabación tradicional con un sonido que junto a Tato LaTorre tiene como base "los amplis y los locales de grabación de toda la vida" lejos de las bases prefabricadas y los previos generados por la tecnología.

Aunque haya querido volver a esto, Otero asegura no estar anclado a la nostalgia ni cree que haya que ver a los avances tecnológicos como una amenaza. Ahora, asegura, llena salas como el próximo 16 de noviembre cuando estará en LaSala del Wizink Center y no estadios como en El Canto del Loco, pero no volvería con un reencuentro multitudinario como el de los hermanos Gallagher.

"Para mí cambiar mi vida ahora mismo y volver a un sitio en el que igual me hace daño estar me supondría algo que no quiero volver a vivir. Sin embargo, quedan las canciones. Eso es algo precioso, las canciones son algo que vivimos de manera tan intensa y tan bonita para toda la vida, quedan ahí", asegura. Su paso por el grupo ha sido una etapa de su vida a la que mira "con alegría" y, de hecho, toca varias de sus canciones en sus directos e incluyó algunas como Una foto en blanco y negro, Peter Pan o Tal como eres. 

Ahora que Spotify está retirando canciones realizadas por la IA, has titulado a tu disco Inteligencia Natural, ¿es esto una respuesta al dominio de la Inteligencia Artificial?

IA, IA oh cantábamos el otro día en mi casa (risas). No, la uso mucho, no para escribir canciones ni para hacer música, pero en mi día a día la uso mogollón, la estoy entrenando haciéndome un GPT para echarme una mano cuando tengo mucho barullo o muchas cosas. Tengo el curro, casa nueva que me he mudado hace poco, otras cosas de mi vida personal... Le cuento mi vida y le pido que me ayude a organizarme mejor mi tiempo, mis entrenos, mi forma de comer, etc. Estoy entrenándole con mi vida en general. En eso es maravillosa.

Otra cosa es que se dedique la IA a contarnos cómo es el mundo. Creo que ese es el problema, dejarle la potestad a la Inteligencia Artificial de ser la poeta o el poeta, la compositora o el compositor.

Además este disco lo habéis grabado a la antigua usanza, con amplificador en el local... Sin usar pistas pregrabadas. ¿Por qué habéis querido volver a ello?

Lo hemos hecho como grabábamos siempre, en ProTools, pero con los previos grabados, como hacíamos desde hace un montón de años. Pues Tato LaTorre, que es conmigo el productor del disco, llevaba mucho tiempo grabando en lo que se llama home studio, tiene un estudio precioso, pero no es el “gran estudio de Madrid”. Es increíble, pero para un grupo reducido de personas, etc. Nos hemos ido a Estudio Uno, que es el estudio por excelencia de Madrid, para buscar la mejor sala de Madrid, los mejores músicos, los mejores previos para poder grabar a tutti, sin que faltase un detalle.

Ha sido por darnos un homenaje musical y por poner en valor también a veces que nuestro trabajo es también eso, invertir en los mejores medios, trabajarlos, que luego no sabes si va a salir mejor o peor o si a la gente le va a gustar o no, o si lo va a percibir. Pero nuestra idea es poner lo mejor de nosotros mismos para que sea así.

Un poco la artesanía de la música, en ese sentido.

Sí, creo que va a haber una tendencia grande de hacer las cosas más analógicas y tiene que volver. Creo que después de todo tan digital hay que darle una vuelta.

¿Crees que va a suceder como con el vinilo, que poco tiene que ver su fidelidad con el streaming de Spotify?

Sí, bueno creo que el vinilo es más bien un objeto de colección, que a la gente le gusta un grupo o un artista y le gusta tenerlo.

Precisamente, se habla mucho de esta cultura del consumo, del FOMO en la cultura, de ir a conciertos para estar en el lugar, ¿cómo lo vives como artista?

Creo que hay una parte que sí, que va por no perdérselo, creo que mi proyecto no pertenece a ese mundo de que si me lo pierdo no estoy, a mí la gente creo que me viene a ver porque quiere venir. Si no, llenaría estadios y ahora lleno salas. Pero sí he visto un poco de FOMO y ahora viene el JOMO, el joy of missing out, que me lo dijeron el otro día y me parece maravilloso. Llevo pensándolo muchísimo tiempo que hay que estar orgulloso de perderse cosas y no estar en todo ni enterarse de todo.

¿Y la practicas esa desconexión de no enterarte?

Sí, desde hace un montón de tiempo no me entero de los salseos, de la prensa rosa, nunca me he enterado. Siempre me dicen “este se ha casado con esta, estos están juntos o estos ya no” y yo ni me había enterado de que estaban. No me importa nada, me importa la vida de mis amigos, mi familia, mis hijos, la gente a la que quiero y si me entero de algo que sea divertido, pues me río, pero no me importa nada.

  David Otero en una imagen promocional.Cortesía de Be the One

¿Crees que va a explotar la burbuja de los conciertos y, especialmente, el alto precio de las entradas?

No lo sé, por eso se tienen que venir a los míos, que son 20 euritos, en una sala pequeñita, sin packs VIPs, todo el mundo va al mismo sitio y se escucha fenomenal. Todavía quedamos quienes le damos la importancia que tiene a algo normal.

Y al fan también, ¿no? Porque con estas experiencias se desdemocratiza ese acceso.

Sí, eso me ha pasado siempre con muchos conciertos en salas o festivales así más cool o más cute que ves que han reservado la zona de delante para unos supervips que los ves ahí tomándose una Coca-cola con el dedo meñique para arriba y dices “tío, esto tendría que ser para gente que le gusta más tu música”. Me pone de muy mal humor, he tenido esa experiencia en algunas ocasiones y como que no me gusta.

Me ha pasado también de tocar en un auditorio bonito y tal y reservan los cinco puestos de delante para el alcalde, el concejal... Y luego no vienen y eso me molesta.

¿Te parece una buena criba la opción de Oasis de hacerle unas preguntas sobre el grupo a los fans para acceder a le preventa?

Pues está bien. No sabía que lo habían hecho, pero me parece buena idea, es divertido.

En el tema Deslízame hablas de ese amor en tiempos de Tinder, de ser uno o una más. Como compositor de pop y de esas canciones de amor y desamor tradicional, ¿se ha perdido ese romanticismo por ese consumo de cuerpos?

Ha cambiado por supuesto nuestra manera de expresarnos, de disfrutar, de entender quiénes somos a través de la música. Hay mucho más cuerpo ahora, mucho más baile. Esa presión es increíble. Yo no critico el reguetón, no critico nada, parece que tiene su momento para bailar, para disfrutar... Mi hija tiene 18 años y escucha reguetón y a mí me gusta.

Quién soy yo para decir lo que está bien y lo que está mal, lo que es bueno o lo que es malo, lo que es talento y lo que no. La música tiene muchas facetas y muchas formas de pensarla y de consumirla. Yo estoy en otro lado, no sé si en la parte más intelectual, de pensar o reflexionar de lo que es este mundo. Hago música que tiene que ver con eso ni escucho reguetón, pero porque no me aporta en mi día a día.

¿Cómo te llevas con las redes sociales? Has hecho un vídeo promocional con influencers en el que incluso Arturo Paniagua te anima a meterte en el indie.

De hecho, con Arturo nos reíamos en este vídeo de la etiqueta indie o no indie, urbano o no, que está todo mucho más mezclado.

Intento no estar muy encima ni del hate ni de la gente que se siente ofendida porque hablas de una manera determinada... La gente se ofende cuando ve cosas que no les gusta de los demás y te lo recrimina. Paso más tiempo en la realidad, que leyendo cosas en redes.

"Eso de que nos creamos dueños de las herramientas y prohibamos como si tuviéramos la regla de lo que está bien y mal no tiene sentido"

En este disco no has incluido ni una colaboración después de Otero y yo, ese disco de repaso a tu carrera con otros artistas.

Sí, sí. Bueno, he compartido muchas canciones a nivel créditos con Bely Basarte, Funambulista, con más amigos como Leroy Sánchez, algunas para terminarlas, para darles un barniz, para añadir alguna frase o cambiarla. Me gusta incluir a todo el mundo en los créditos. Tengo un amigo que es Alberto Missis, que era el guitarrista de Dvicio, que me dio la palabra para una de las canciones en una cena de broma. Me dijo “¿por qué no dices no sé qué de un esquimal?” y lo he metido. Me ha aportado parte de una canción, ¿por qué no lo voy a hacer? 

No hace falta poner un porcentaje, me parece bonito que la gente que aporta en tu vida esté ahí, como en las películas cuando aparecen en los créditos “el gruista Paco Pérez”. Es precioso que la gente que forma parte de tu vida y tus canciones aparezca ahí reflejado.

Es acabar un poco con el ego del artista, que dice que todo lo hace él.

Total, acabar con el “yo, yo, yo”. El artista que sale y habla de que ha compuesto una canción, cuando sé perfectamente que no la ha compuesto él, que la ha compuesto otro. Eso lo he visto varias veces y no hace falta.

Hace seis años que no sacabas un disco de canciones nuevas, desde 1980, ese tiempo hoy en día se anunciaría como retirada.

Es el tiempo que me ha apetecido escribir estas canciones. He hecho muchísimas canciones este tiempo, para otros, para mí, para discos que no han salido... También Otero y yo es un disco que captó mucho tiempo, estuvo en medio de la pandemia, toqué mucho en mitad de la pandemia también aunque no lo parezca. Fueron dos años de gira, el año pasado hice con Bely Basarte y Tato LaTorre 30s40s50s, que el año que viene gramos nuevo disco, que es un proyecto muy divertido, muy cachondo y muy diferente a lo que hago. 

Es una parte de nosotros que me encanta, me gusta la parte de autor, de escribir canciones, pero me gusta la parte del grupo que tenemos que hacemos locuras y hablamos de lo que nos dé la gana y decir tonterías. Hay una canción que dice “nada me completa como lo hacen unas croquetas”, eso es algo que nunca pondría en una canción mía ni Bely tampoco. Tiene cabida ahí porque se nos va la olla, ese proyecto me flipa.

¿Lo compaginas bien?

Sí, super. El año pasado hice como diez o 12 conciertos con los 30s y esa fue la gira. Lo pasamos de puta madre y estoy deseando poder hacer otro disco.

¿Sientes la presión de tener que estar sacando singles y estar ahí para que no se olviden de ti?

Ya a mi edad no, me siento un señor mayor ya. Me veo y digo “hasta aquí”, no tengo la necesidad de estar siguiendo la corriente del algoritmo. Que me permitan ser un señor mayor y hacer un poco lo que me dé la gana (risas).

¿Y qué hay de El Pescao en este “señor mayor”?

Era más de joven, más divertido, de pasármelo bien, ponerme también un poco de escudo de un proyecto tan grande como El Canto del Loco y poder decir “esto me da mucho miedo, salir solo, me pongo un pescao delante”. Pero quedan las canciones, como de El Canto, todo eso que vivimos y que nos hizo un día tanta ilusión vivir.

  Cortesía de Be The One.

¿Te pesa la losa de El Canto del Loco o que se te pregunte continuamente por ello?

No, me parece normal. El que no lo sienta normal cuando has vivido algo tan intenso y que ha formado tanto parte de la vida de la gente, no entiende cómo se forma la cultura ni la comunicación. Es normal, lo que no me parecería bien sería decirte “no me puedes hacer preguntas de El Canto del Loco”.

Ahora con tanta nostalgia y con grupos como Oasis que han vuelto, ¿sientes la presión de volver?

No, porque para mí es mucho más importante estar bien conmigo mismo, ser feliz, etc. Me flipó el documental de Simone Biles, cómo ella es capaz de anteponer su salud mental a medallas de oro. Siento un poco eso, algo parecido. Para mí cambiar mi vida ahora mismo y volver a un sitio en el que igual me hace daño estar me supondría algo que no quiero volver a vivir. Sin embargo, quedan las canciones. Eso es algo precioso, las canciones son algo que vivimos de manera tan intensa y tan bonita para toda la vida, quedan ahí. 

Las amigas de mi hija, que tienen 18 años, se las saben. Canto algunas canciones en el concierto, las que siento más mías como Peter Pan, Son sueños, Volverá, Una foto en blanco y negro... Tengo mi pequeña aportación a esa nostalgia, pero no me quedo a vivir ahí.

"En la vida no tiene todo que ser cuestión de éxito, dinero... Hay cosas mucho más importantes en la vida. Cuidarte tú ante las cosas que te pueden hacer daño"

Es un recuerdo que miras con alegría, ¿no?

Sí, con alegría, con agradecimiento con los compañeros de grupo con los que compartimos tantas cosas, con lo que vivimos, pero ahí está y ya está. Tuvo su función, su momento y su vida y no es una cuestión de éxito. En la vida no tiene todo que ser cuestión de éxito, dinero... Hay cosas mucho más importantes en la vida. Cuidarte tú ante las cosas que te pueden hacer daño.

Comentas en este disco que has querido llevar también el aprendizaje de tus sesiones con el psicólogo y el psicoterapeuta. ¿Te ha influido que ahora hablemos tanto de salud mental?

Me parece que tenemos que normalizar el decir "me duele esta emoción" como "hoy me duele la cabeza o la tripa". Eso es un trabajo que deberíamos conseguir como sociedad y que se volviera completamente normal. Como empecé en terapia en 2006, para mí es algo normal. 

Mi mujer es psicóloga, mi suegro es psiquiatra, es algo totalmente habitual y normal, no veo nada extraño. Lo que pasa es que la pandemia ha provocado para bien que esto se vuelva parte de la sociedad, de nuestro entendimiento, lo que somos. Es algo fundamental en nuestra sociedad y que debería estar en el mismo hueco que el resto de la sanidad, de hecho, debería haber unas urgencias mucho más potentes en salud mental. Yo recurro al diálogo muchas veces para saber quién soy, qué quiero hacer, qué no. Es diálogo puro y duro, que cura mucho para entendernos cuando hablamos.

Sacando un disco de pop puro en 2024, ¿cómo ves al género? ¿eres de los que cree que resucita o de los que cree que es minoritario frente al urbano?

Creo que hay cosas que molan muchísimo, creo que hay gente que hace pop y se puede acercar en determinados momentos al urbano a un ritmo más moderno como Marlena, que me flipa lo que hacen y me encanta cómo son y lo que hacen y luego hay gente haciendo cosas increíbles como Carlos Ares, que me encanta lo que ha sacado nuevo. Creo que hay muchas cosas muy interesantes y gente que hace unas cosas brutales. Con la revolución tecnológica que hay, hay gente supercreativa que nos va a volar la cabeza.

¿Con la IA?

Con la IA o sin la IA. No la vamos a poder ni prohibir ni eliminar de nuestras vidas. Si alguien encuentra en la IA la herramienta para hacer algo superpotente por qué no va a poder hacerlo. Eso de que nos creamos dueños de las herramientas y prohibamos como si tuviéramos la regla de lo que está bien y mal no tiene sentido. Es como cuando apareció Photoshop y los fotógrafos se quejaron. Es lo mismo y se ha normalizado. Creo que pasará en un futuro con la IA.

Estás en noviembre en La Sala del Wizink, eres un artista de salas, ¿cómo ves el futuro del sector en un momento en el que se venden muchísimas entradas para estadios o festivales?

Me da un poco de pena, el otro día Sidonie hablaba de esto también, que justo este circuito estaba muy castigado por el FOMO de no perderse un festival y no verlos en la sala. La gente no se da cuenta de que si te gusta un grupo, donde hay que ir a verlo y apoyarles en las salas. Creo que se ha perdido el circuito de salas y cada vez vemos menos. Ojalá pueda resurgir, nunca se sabe, esto es como las modas.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es