Carmen Romero: "Hablemos sobre estos temas sin que sea tabú, hablemos de la muerte, del duelo y del suicidio"

Carmen Romero: "Hablemos sobre estos temas sin que sea tabú, hablemos de la muerte, del duelo y del suicidio"

La cómica, creadora junto a Bianca Kovacs del podcast 'Odio a la gente', ha escrito 'Esto no está pasando', un libro en el que comparte el suicidio de su hermano y su duelo.

Carmen Romero, autora de 'Esto no está pasando'.Javier Ocana

Carmen Romero es cómica, tiene en cártel el monólogo Chochito; es presentadora del podcast Odio a la gente, junto a Bianca Kovacs; y es Padre Carmen en Malas personas, de Victoria Martín. Ahora se acaba de estrenar como escritora con un libro que tiene muy poca gracia aunque, por momentos, la risa interrumpa las ganas de llorar ante lo desgarrador del relato.

Todo comenzó una noche del mes de junio de 2016. Su hermano Miguel, con 26 años, saltó por la ventana de su casa, en presencia de Carmen y su hermana mayor, María. Esto no está pasando  (Editorial Planeta) es un libro sobre el suicidio, el duelo, la culpabilidad, la salud mental y la muerte contado en primera persona.

Pero en esa atmósfera de inmenso dolor, Carmen salpica la historia de los chistes que llegaban a su cerebro de forma espontánea. Ella no lloraba, las lágrimas no le salían, y era capaz de bromear en su interior con algunas de las escenas de la 'película' que estaba viviendo: "Me reía yo sola... Me pasaba todo el rato y pensaba ¡al menos me entretengo yo sola".

Después llegaron los ataques de pánico, los episodios de despersonalización, las crisis de ansiedad, el miedo, las fobias, el aislamiento y la terapia. Fueron años de reconstruirse, de aprender a gestionar los síntomas de un trastorno por estrés postraumático y de asimilar la marcha de su querido hermano. Hasta que "empiezan a pesar más los recuerdos bonitos" y te das cuenta de que ya puedes vivir, con dolor, pero vivir.

Si te soy sincera, me da como pudor esta entrevista. Es tu dolor, es tu sufrimiento y no soy quien para profundizar en él.

Pero me ayudas a que más gente lo conozca y que más gente sepa la historia y así podamos cambiar algo.

¿Lo escribes como terapia o, lo que tu dices, los escribes para cambiar algo?

Mi objetivo es que esto se sepa, que si puede ayudar a alguien, que ayude, que hablemos sobre estos temas sin que sea tabú, que hablemos de la muerte, del duelo y del suicidio. Y lo de la terapia, para nada pensé en eso, pero he descubierto que me ha servido.

Han pasado ocho años desde que tu hermano se quitó la vida tirándose por la ventana. ¿Los recuerdos permanecen intactos?

Hombre, muchas cosas se me habrán olvidado, pero los que tengo, los tengo grabados.

Carmen Romero es cómica y actualmente presenta junto a Bianca Kovacs el podcast 'Odio a la gente', además de representar el monólogo 'Chochito'.Javier Ocana

¿Y las emociones cómo han evolucionado?

Han evolucionado, sobre todo se han calmado. Son las mismas, pero como si fuesen más pequeñitas, más llevaderas. El dolor sigue siendo el mismo, aunque no es desbordante, no se me hace imposible de abarcar. Ya es como que lo he domado de alguna manera y he aprendido a vivir con él, pero sigue estando. El estrés postraumático ya no es el mismo, ya hay poco de eso, pero el dolor por la pérdida y la ausencia sigue estando ahí aunque más calmado.

Cuando uno empieza a leer el libro, una de las primeras emociones que se despiertan es la del enfado, es el ‘¿por qué eso no se evitó?' ¿Has perdonado eso?

No sé si lo he perdonado. Si me pongo a pensarlo, me enfado otra vez. Pero para mí pesa más la desesperanza y la tristeza, para mí pesa más lo que él pasó y que nadie le ayudara... Claro que hay muchísimo enfado, muchísimas ganas de pegar y muchísima violencia, pero me rompe más el corazón que tuviese que pasar por eso, que le tocasen esas cosas a él y lo que sufrió.

Pero si es injusta la enfermedad, también fue injusto el trato médico que se le dio y el pensar que se pudo evitar.

El psiquiatra que le trató, el que le dio el alta, cuando se enteró nos llamó para que fuésemos a hablar con él. Evidentemente, no fuimos porque también pensamos, ‘si le vemos, le pegamos’, así que decidimos que mejor no ir y dejar las cosas como estaban.

Fueron muchas preguntas y muchas veces insistir. Y cuando le dieron el alta, el médico ya no estaba, había dejado el alta firmada, pero quisimos reunirnos con el resto de médicos del equipo: '¿Ustedes le ven para se vaya?’. Nos hicieron firmar el alta y a ello se agarraron en el juicio.

Si unos médicos han dicho que sí, yo me llevo a mi hermano a casa porque mi hermano me estaba diciendo que si no le quería, que si le quería dejar ahí. Llevaba tres semanas en el hospital y le dijeron que no pasaba nada, que no pasaba nada y, evidentemente, más no iban a hacer. Es un momento muy muy muy complicado, del que nos hemos arrepentido muchísimo porque a toro pasado es fácil pensar 'teníamos que haber hecho esto o lo otro'. Al final, los responsables tenemos que ser los familiares, a los que no han escuchado en ningún momento y de los que su opinión no ha importado, y nos hacen responsables al firmar el alta.

Has escrito este libro también para poner sobre la mesa la realidad de la salud mental, que en tu historia tiene dos variables: la enfermedad mental de tu hermano que se manifestaba con brotes psicóticos y, por otro lado, el estrés postraumático derivado de lo que viviste. El otro día en El País, la psiquiatra Mercede Navío advertía de que “corremos el riesgo de que cuando todo es salud mental nada lo acabe siendo”. ¿Crees que estamos en ese punto en el que hay veces que se frivoliza con la salud mental?

Creo que sí, que se puede llegar a frivolizar, pero que se frivolice es señal de que al menos se está hablando de ello. Puede ser un daño colateral, pero por lo menos se está hablando. Yo no soy psiquiatra ni tengo idea de medicina, pero me parece que a la gente le falta conocer. Se dice, ‘estoy deprimida’, pero la depresión es otra cosa; o 'tengo ansiedad’, bueno, puede que estés nervioso. Creo que eso es falta de conocimiento de la gente e igual necesitamos todavía hablar más para que se sepa más, para conocer más y para que se frivolice menos. Pero claro que se frivoliza, igual que se hace con el feminismo porque se ha puesto delante y llevamos unos años removiendo y cambiando las cosas. Entonces parece un daño colateral que se frivolice porque eso quiere decir que está en la palestra.

Creo que habrá una forma mejor de hacer las cosas y decir 'vamos a hablar, vamos a escuchar a la gente que sabe, pero vamos a escuchar también a la gente que lo está pasando'. Es como el ginecólogo hombre que habla del embarazo de una mujer y sí, la teoría te la sabes, pero es la embarazada la que sabe lo que ha vivido y lo que está pasando

Si lo que pasó hubiese pasado ahora, ¿crees que habrías identificado que tus síntomas físicos eran consecuencia del estrés postraumático?

Sí, claro. Yo fui descubriendo lo que me ocurría porque lo estaba pasando, y tuve que buscar, tuve que investigar, preguntar y pedir ayuda. Desde que me traté en terapia creo que no me ha vuelto a dar un ataque de pánico y si he tenido ataques de ansiedad los he podido parar. El 90% es identificarlo y decirte 'sé lo que es, no me voy a morir y puedo controlarlo'.

En un principio, cuando tu hermano decidió tirarse por la ventana, te negaste a asumir la realidad...

Es que fue una disociación tan fuerte... Estuve unos meses sin poder llorar, en shock, sin poder procesar nada, sin sentir nada... Era como estar en una nube, yo estaba muy mal pero no sentía soledad, ni tristeza... Era todo totalmente ajeno. Estar tan disociada con lo que pasó, que el trauma quedará ahí, imagino que desencadenó todo eso.

¿Tu duelo fue más más complicado que el de tu madre o el de tu hermana?

No creo que sea más... Era mi hermano y para mí ha sido horrible, pero para mi madre era su hijo. Lo que sí creo es que cada persona es distinta y que, a lo mejor, me pilló en un momento en el que yo no estaba bien laboralmente ni conmigo misma, y por eso me pudo golpear de otra manera.

¿Se recupera la ilusión después de un golpe así?

A ver, sí, hay destellos... Hay cosas que te ilusionan. Mi trabajo me encanta, me hace muy feliz. Hacer planes con mi familia me hace muy feliz, irme de vacaciones con mi madre me hace muy feliz. Pero es distinto, yo era joven y ahora soy otra persona. Se vive todo más relajadamente y no te aferras tanto a las cosas.

¿Y aferrarte a las personas?

Bueno, ese ha sido otro tema a tratar en terapia porque incoscientemente me decía ‘cuida los vínculos que hagas porque desaparecen, se van’. Por suerte tengo muchos amigos y mi familia que me quieren un montón y me he sentido muy acompañada.

Has hablado de tu trabajo como una de las cosas que te hacen feliz. Decidiste dedicarte al humor mientras te recuperabas. ¿Cuándo te das cuenta de que eso te ilusiona?

Infiltrados
Un proyecto de Ikea

Desde el momento en el que empiezo a hacer vídeos y chistes, los expongo y se reciben bien y alguien se ríe. Entonces eso me gusta. Para mí es como un juego y me hace muchísima ilusión porque pienso que aporto algo a alguien, me siento útil. Me ilusiona mucho porque también es vocación, desde pequeña me gustaba hacer reír y me gustaba hacer el tonto y hacer chistes.

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Mila Fernández es redactora de LIFE en 'El HuffPost' y editora de branded content.