Cans, la aldea gallega que organiza su propio festival de cine para "contraprogramar" a Cannes
En Cans (O Porriño), un municipio de menos de 400 habitantes, tienen su propio certamen donde la alfombra roja se cambia por tractores y los vecinos son protagonistas.
En Cannes ya está todo listo para dar el pistoletazo de salida a su festival, en el que se reúne lo más granado del cine de autor a nivel internacional, grandes estrellas desfilando por la alfombra roja y un derroche de lujo y glamour. Al mismo tiempo, en la aldea gallega de Cans (O Porriño, Pontevedra) sus menos de 400 habitantes inaugurarán su propio festival de cine, que este año celebra su 20º aniversario.
“Nace casi como una broma, sin grandes intenciones, haciendo la broma con la fonética con el Cannes francés”, explica a El HuffPost el director del festival, Alfonso Pato. “Una tarde de sábado, decidimos hacer como una broma de contraprogramar a Cannes en un sitio donde no hubiese limusinas, ni hubiese digamos ese brillo, sino en un entorno rural en el que no hubiese ni alfombra roja sino más bien caca de gallina o de vaca en aquel momento, tractores, sin ningún espacio sino todo en casas particulares de vecinos”, cuenta sobre cómo surgió el festival, que este 16 de mayo arranca su nueva edición.
Dos décadas después de aquella broma, el certamen ha conseguido ser una plataforma para cineastas gallegos y que los vecinos de la zona se vuelquen con el festival. “Funcionó bien desde la primera edición, yo siempre digo que caímos simpáticos a la gente. Y hasta aquí llegamos, cosa que seguramente no habríamos pensado en aquella tarde del año 2004 cuando empezó todo”, reconoce Pato.
El certamen acoge principalmente cortometrajes, pero su programación ha ido creciendo a medida que los cineastas que participaron en las primeras ediciones han ido desarrollando sus carreras. “La competición central es de cortometrajes, esa fue la idea original, sobre todo para promover a los cineastas jóvenes de Galicia, pero después el festival se ha abierto a muchas cosas porque muchos de aquellos cortometrajistas han dado el paso al largometraje y creímos que formaba parte del proceso natural acabar visionando esas obras de esos creadores que habían nacido en Cans”, reflexiona el presidente del festival, que apunta que este año la programación incluye varios largos.
Desde que el festival dio sus primeros pasos en 2004 los largometrajes no son lo único que se ha ido añadiendo al programa del certamen. “Entraron coloquios con directores conocidos, música —mucha de ella partiendo de la relación con las películas, de gente que había hecho bandas sonoras o que está en un documental por algo—, y después tenemos una parte educativa para los niños, otra parte con los vecinos, y el festival ha ido creciendo hasta donde estamos ahora mismo”, cuenta Pato.
Dos décadas de historias
“En 20 años pues han pasado muchísimas cosas”, rememora el presidente, que reconoce que a veces le cuesta acordarse de todo lo que ha vivido el festival. Entre sus mejores recuerdos está la primera edición, donde estuvieron Luis Tosar y “casi de casualidad” Javier Krahe, o la presencia de Emma Suárez o José Sacristán, que estuvo en la segunda edición del certamen. “Eso nos situó en el mapa”, relata Pato.
A pesar de que el Festival de Cans ha logrado un buen puñado de hitos, el presidente rememora una anécdota que, aunque parece absurda, marcó un “punto de inflexión” en la repercusión del certamen. “Un momento en el que la CNN de Estados Unidos, la central no el canal que tenían en España, va a dar una noticia sobre la cumbre del G-20 que se iba a celebrar en Cannes y en el mapa ponen Cannes en Galicia”, rememora Pato, que cuenta que el periodista que estaba dando la noticia era un comentarista político conocido y respetado.
“De repente empezaron a llamar periódicos para decirnos que la CNN había confundido Cannes con Cans, entonces nosotros, cuando Twitter estaba un poco más verde en aquellos años, hicimos una campaña que era #CometoCans, en la que invitábamos al comentarista a venir al festival. El tipo debía estar alucinado de que lo etiquetaran tantas veces”, bromea Pato, que insiste en que fue un antes y un después porque la prensa explicaba lo que era al festival al recoger la noticia.
La implicación de los vecinos y el futuro del certamen
Siendo una aldea de menos de 400 habitantes, los vecinos de Cans se vuelcan con el festival, que acogen literalmente en sus casas. “Esta semana hablaba con Juan, que es un señor que tiene 92 años, y se emociona mucho cada vez que llega el festival. Nos deja su invernadero y su cobertizo, que aquí llamamos jalpón, porque él era carpintero y ahí tenía todo su material”, cuenta Pato sobre el impacto del certamen.
“A mí la frase más bonita me la dijo un vecino hace unos años y me djo ‘estuve pensando el otro día viendo una noticia del festival en la tele, que ahora cuando pronunciamos Cans no tiene el mismo sentido que cuando pronunciábamos Cans antes de que naciera el festival, ahora esto contiene toda una serie de cosas que es increíble el significado que hay ahí dentro’. Y bueno, a su manera el hombre me explicó eso, que es increíble y es muy real”, rememora el presidente.
A falta de horas para que arranque esta nueva edición, la aldea está completamente volcada y engalada para la ocasión. “Si vas ahora mismo están todos los balcones y las casas con el perro amarillo —cans en gallego significa perros—, que es el emblema del festival”, cuenta Pato, que revela que el certamen empieza a sentirse nada más empezar mayo.
“Cada año el 1 de mayo se coloca un perro gigante, de unos siete u ocho metros, en una casa que es la casa do Carreira, y ese es el pistoletazo de salida. Ese perro anuncia a los demás que ha acabado digamos la hibernación y tienen que salir los perros al balcón”, explica Pato.
Sobre los planes de futuro del festival, el presidente reconoce que no le gustaría seguir al frente demasiados años más por “el desgaste emocional” que supone. “Lo que más me obsesiona es hacer una correa de transmisión generacional para que el festival pueda seguir sobreviviendo, que en parte la hemos hecho, pero en otra parte no”, reconoce Pato.
“Encontrar gente que pueda estar preparada para coger las riendas y que cuando no estemos, no sólo yo sino otro grupo de personas que lleva el peso del festival, pues que esto no desaparezca porque si no sí que habrá sido un fracaso absoluto, estar aquí 20 años para eso”, cuenta el presidente, que explica que están en pleno proceso de renovación generacional.
La gestión para encontrar al grupo idóneo que tome el relevo no es fácil ya que, como explica Pato, el de Cans no es un festival “al uso”. “Es muy orgánico, muy conectado con la aldea, con el territorio... No es una franquicia de un festival de pop, esto no es el Primavera Sound que se puede coger y llevar para otro lado”, explica. El presidente lo tiene claro: “Esto o será en Cans o no será en ningún lado”.