Alauda Ruiz de Azúa: "Nos ha resultado difícil contar con la posibilidad de que el agresor sexual pudiera ser tu novio"
La directora, ganadora del Goya a Mejor dirección novel por 'Cinco Lobitos' estrena la serie 'Querer' en Movistar +.
"La moqueta de 'esto es una pareja o esto es una familia' tapa muchas cosas". Con esta frase, la directora Alauda Ruiz de Azúa plasma lo que ha querido transmitir con Querer, la primera serie de la ganadora del Goya a Mejor dirección novel en 2023 por Cinco Lobitos, que se estrena este 18 de octubre en Movistar +.
En sus cuatro episodios Querer narra la historia de Miren (Nagore Aranburu), una mujer que, con la ayuda de su abogada (Loreto Mauleón) denuncia a su marido (Pedro Casablanc) por violación continuada dentro del matrimonio durante los 30 años de vida en pareja. La protagonista se enfrenta tanto al juicio social como al de dentro de su propia familia, especialmente por sus hijos ya adultos, Aitor (Miguel Bernardeau) y Ion (Iván Pellicer).
Ruiz de Azúa comenta que este caso no es único y que poco a poco se irán haciendo públicos más situaciones de abusos dentro de la relación. "Cada vez van a salir más casos como este en los próximos años. Hay algo que de hace un tiempo se ha destapado y, seguramente, la sociedad esté ya más preparada para que se den este tipo de denuncias", sentencia a El HuffPost.
La serie llega apenas un mes después de que saliese a la luz el caso de Gisèle Pelicot, la mujer francesa que había sido violada durante más de 25 años por su marido Dominique y por 50 hombres bajo sumisión química.
"El caso Pellicot es muy paradigmático y, aunque es un caso muy distinto, sí que es verdad que hay alguna conexión con Querer. La veo cuando Gisèle Pelicot habla incluso en su caso, con pruebas abrumadoras, que se ha sentido humillada o cuestionada de una manera innecesaria", detalla.
"Para mí, la pregunta esa de cómo tratamos a las víctimas de violencia sexual y a su relato creo que todavía está muy vigente. Para Querer tenía muchas preguntas y quería responderlas, pero eran complejas", añade.
Ruiz de Azúa explica que en casos como este se da "un proceso judicial con una defensa justa", pero que durante él la víctima sufre. "No sé hasta qué punto esa defensa la víctima paga un daño al cuestionarla hasta el punto de dañarla, como en este caso [Pelicot] que incluso con pruebas abrumadoras y tiene que pasar por este tipo de humillación o cuestionamiento", apunta.
En la serie se plasman discursos que se dan en la vida cotidiana (y con ello muchos mitos) de la vida cotidiana. Palabras como que "en un matrimonio siempre hay roces", "ella no dijo que no explícitamente" o que "una violación es lo que le hacen un grupo de jóvenes extranjeros a una chica en un portal" revuelan sobre el guion. De hecho, este último ejemplo lo pone en la boca de la hermana del marido de Miren.
"Explica muchas cosas porque habla de la imagen por definición o por defecto que tiene que ver con alguien desconocido y con mucha violencia física, pero la realidad es que mucha de la violencia sexual se ejerce desde otro sitio", detalla la cineasta. "Eso hace que el hecho que tengamos esa imagen tan en la cabeza, durante este tiempo nos ha impedido identificar esa otra manera de ejercer la violencia sexual", añade.
Para ella, ese diálogo en la cocina aborda precisamente cómo se tratan estos temas en la intimidad, en el espacio privado. "Me parecía interesante explorar cómo hablamos de eso desde la intimidad, de la manera más visceral, donde aparecen los prejuicios, lo heredado, lo que entendemos por violación. De alguna manera, la serie intenta desmontar eso, que puede que eso sea una violación, pero hay otras formas de violencia sexual quizás mucho más presentes de lo que creemos", sentencia.
Ruiz de Azúa recuerda que hablar de consentimiento es algo relativamente reciente, más aún cuando este se da en una relación. "Creo que hasta ahora nos ha resultado difícil contar con esta posibilidad de que igual el agresor sexual pudiera ser tu novio o tu marido. Ahí parecía que había más niebla, más zona gris, pero luego estadísticamente es donde se producen la mayoría de las agresiones", recalca.
El miedo o la violencia de género sin necesidad de mostrar una agresión física
Querer muestra una relación de violencia de género sin necesidad de mostrar una paliza, una agresión física ni siquiera reproducir en pantalla ninguna de las violaciones sistemáticas a las que se sometía el personaje de Miren. La tensión y la incomodidad llegan al espectador a través del miedo, una sensación que, tal y como cuenta la directora, se muestra como eje central de la producción.
"Era muy importante hablar del miedo, si íbamos a contar una historia que tenía que ver con el abuso sexual y las violencias de alguna manera, invisibles", explica y detalla que este "no solo aparece el día que alguien te va a agredir porque tú no sabes nunca cuándo se va a producir eso".
"El miedo tiene algo como de estado de ánimo, de estado mental del personaje de Miren Torres que la va minando y algo también a lo que tiene que volver a enfrentarse cuando denuncia", explica y detalla que el miedo no es solo a las agresiones.
"Ahí está el miedo a que la llamen mentirosa, a que sus hijos se alejen, al rechazo de su entorno, a enfrentarse a un juicio. Para mí, la forma de plasmar el miedo era trabajando esa tensión con los actores a través de la puesta en escena, en cómo ellos ocupaban el espacio, generando situaciones que pareciera que pudieran romper en violencia, aunque no lo hicieran, y acompañarlas con la cámara", recuerda y recalca que quería "de alguna manera quería que el espectador también viviese ese estado mental".
El rol del padre de familia y las masculinidades
El miedo que transmite el personaje de Casablanc no solo se dirige a Miren, también lo hace a sus hijos, quienes, especialmente el personaje de Bernardeu, repiten dinámicas aprendidas por su padre.
Por ejemplo, durante el juicio del caso se plasma mediante una pregunta del abogado de la defensa el miedo que tiene Ion a que su padre pueda tener comportamientos homófobos al enterarse que tiene una pareja de su mismo sexo. "El miedo que se le puede tener a un padre y nos condiciona a no decir algo. Aunque no haya una conversación homófoba, puedes tener miedo de que alguien lo sea", explica Ruiz de Azúa.
"Para mí lo interesante de representar dos masculinidades distintas, como con dos formas de ver la vida y dos sistemas de valores, tenía que ver con que los dos hijos, aunque sean masculinidades distintas, son conscientes de que han heredado muchas cosas de su padre", recuerda y apunta que el personaje de Casablanc encarna un "modelo de cómo se entendía el padre, la autoridad, de cómo se podían tolerar determinadas agresividades o abusos de poder en torno a esa figura".
Al igual que se aborda el rol del tradicional padre que provee a la familia, pero que no se responsabiliza de los cuidados, también lo hace la de la maternidad. Como ya hizo en Cinco Lobitos, la cineasta retrata una madre cuidadora tanto en el hogar como fuera de él y cuestionada por el entorno y por una presión autoimpuesta.
"El personaje de Miren tiene esa lucha en muchos momentos de que la madre no se coma a la persona que está intentando sobrevivir", explica Ruiz de Azúa, que enfatiza que "era importante plasmarlo o entenderlo porque juega muy fuerte en una mujer, que tiene que salir de una relación de maltrato".
Por ejemplo, apunta a las dificultades o los retrasos que pueden darse a la hora de denunciar por miedo a descuidar esa labora: "Atreverte a hacerlo y buscar la reparación a través de esa denuncia, sea judicial o a través de la propia familia es sin duda de los pesos más pesados o los obstáculos más pesados que tiene el personaje de Miren o muchas mujeres".
"Cuando la gente se pregunta por qué ha tardado tanto tiempo en denunciar alguien, por ejemplo, se puede entender cuando hay unos hijos en un caso como este", añade.
Querer, que fue presentada en el Festival de San Sebastián, es el último proyecto de la cineasta, que en 2023 estrenó su segundo largometraje, en este caso una comedia romántica, Eres tú, pero no descarta que haya más pese a que la miniserie se ciña a estos cuatro capítulos.
"La experiencia se ha sentido un lujo en el sentido de que por parte de Movistar y de los productores, esto nació con una vocación muy cinematográfica en cuanto al diseño de producción, el lenguaje, etc. Que también es importante que el diseño de producción tienda a lo artístico. Hemos tenido el tiempo de poder ensayar, de jugar con los actores, de poder cuidar lo todo...", revela. "No me planteo las cosas en términos de si serie o película, hasta ahora las historias han ido surgiendo y las historias piden un formato u otro, voy a intentar seguir escuchándolas", matiza.