'A complete unkown': Timothée Chalamet calca a Bob Dylan en un biopic distinto con la música en el centro
La película dirigida por James Mangold, que cuenta con ocho nominaciones a los Oscar, se estrena en cines este 28 de febrero.

Un completo desconocido tras sus Wayfarer, su armónica, su guitarra y su motocicleta Triumph, pero que hace al público conectar con los mensajes sociales con sus composiciones. Bajo esa idea misteriosa, un tanto arrogante y de genio que ha sabido narrar con sus letras el retrato de la sociedad que le rodeaba y cómo, parafraseando su canción, los tiempos iban cambiando, Bob Dylan se convirtió en todo un icono.
De su vida se sabe poco y tras el biopic A complete unkown no se espera saber mucho más. Precisamente con esa premisa la cinta basada en el libro Dylan Goes Electric! de Elijah Wald se distingue de otras tantas biografías musicales que se han estilado en los últimos años y que tratan de ahondar en la personalidad y la vida personal del artista. Esta tiene más del sello de James Mangold en En la cuerda floja con Joaquin Phoenix como Johnny Cash y retrata un periodo concreto de la vida de Dylan, siempre con algunas licencias ficticias.
Como gran estrella está un Timothée Chalamet completamente mimetizado en voz, habla y aspecto desgarbado con el artista, algo que le ha valido —además de la nominación al Oscar— las alabanzas del propio Dylan en X.
El artista le calificó como “un actor brillante” y aseguró: “Será completamente creíble como yo. O como un yo más joven. O como otro yo”. Pero entre líneas, la verdadera protagonista de la cinta es la música, una playlist desde A song to Woody a Like a Rolling Stone.
Para Chalamet, ponerse en la piel de esos inicios de Dylan fue todo un reto en el que se mimetizó desde el primer día, aunque aseguró sentirse abrumado en un primer momento. "Sentí que era capaz de dar vida a las canciones y en última instancia, esto es música folk. Esto no es ópera, se trata de las imperfecciones, de las grietas en la voz, cosas que no se pueden encontrar en un estudio de música en Los Ángeles", señaló en un encuentro con los medios.
La cinta aborda la evolución de Dylan desde su apadrinamiento a manos de Pet Seeger (Edward Norton), su crítica social y el reflejo de la evolución del folk estadounidense y su enfrentamiento con el rock and roll, especialmente patente en su accidentada y polémica actuación en el Festival de Newport de 1965 que, aunque exagerada en la ficción, plasma una división clara en el panorama musical de la época.
El reflejo musical —a cargo de éxitos como Blowin’ in the wind, Mr. Tambourine, A Hard’s Rain A-Gonna Fall, The Times They Are A-Changing o Masters of war cantadas y salvadas con mucha dignidad por Chalamet— no solo está en el propio Dylan. Todo un elenco encabezado por una Mónica Barbaro en la piel de Joan Baez, el más paternal Edward Norton en el papel de Pet Seegers o Boyd Holbrook en el de Jhonny Cash. Una presencia musical que cobra aún más potencia en las puestas en escena de los recitales y conciertos en bares como el Gaslight o en los Festivales de Newport y Monterrey.

La vida personal del cantante pasa a un segundo plano en el que su romance con Sylvie Russo (Elle Fanning) el nombre ficticio que ha recibido Suze Rotolo, con la que protagonizó la portada de su álbum The Freewheelin, se plasma como un continuo vaivén sentimental entre ella y Joan Baez, sin capacidad de compromiso ni vinculación emocional con ninguna.
A pesar de esto, fue decisión del propio Dylan cambiar su nombre. "Fue el propio Bob Dylan quien quiso que se cambiara su nombre, lo que me pareció un sentimiento muy bonito y que dice mucho sobre lo mucho que le sigue importando y lo mucho que quería protegerla de la fama y la vida pública", aseguró Fanning en el encuentro con los medios.

Tampoco se refleja en las dos horas y media de metraje ni rastro de sus orígenes, más allá de esa “leyenda” inventada y que él mismo de que se escapó de un orfanato y se fue a un circo. Nacido como Robert Zimmerman, su vida privada sigue siendo como él quiere: privada.
De ahí que ni se mencionen sus orígenes judíos, su ascendencia de inmigrantes ucranianos y bielorrusos ni tampoco de sus relaciones personales más allá de la música. De hecho, se le plasma como un joven solitario que llega al Greenwich Village buscando a Woody Guthrie cuando en realidad no fue del todo así, sino que esa primera semana en Nueva York estaba acompañado por su amigo Fred Underhill.
Una "fábula" con mucha ficción
Esta no es la única licencia ficticia que ha tomado Mangold para reflejar estos cinco años de la vida artística de Dylan. Incluso el propio Chalamet calificaba la cinta como una "fábula" sobre el artista. Tal y como recogen en la revista Rolling Stone ni conoció a Woody Guthrie ni a Pet Seegers en el hospital. "Fue en el Greenwich Village", recordó el cantautor folk en una entrevista en 2007 con la mencionada revista. “Conocía a mucha gente por allí. Me dijeron: ‘Tienes que escuchar a este tipo”, añadió.
De hecho, el emotivo momento en el que Guthrie que lucha contra la enfermedad de Huntington pide en su primer en cuento que le cante una canción y él interpreta A song to Woody tampoco fue así, sino que el propio Dylan ha contado en más de una ocasión que la compuso tras pasar un tiempo con él en Nueva Jersey a principios de 1961.
Tampoco fue exactamente como se plasma en la película el primer encuentro entre Dyaln y Baez, que se muestra de manera fortuita como participantes de una noche de conciertos en el Gerde’s Folk City. De hecho, ella fue por una recomendación a verlo junto al que era entonces su novio. "Alguien me dijo: ‘Oh, tienes que bajar y escuchar a este chico, es increíble", le dijo Baez a Rolling Stone en 1983.

Además de varias licencias en las programaciones de los Festivales de NewPort de 1964 y 1965 como que por ejemplo Johnny Cash actuase en el de 1965. También atrasan la grabación de Blowin’ in the wind que en la cinta introducen tras el encuentro, también ficticio, de Baez con Dylan la noche de la crisis de los misiles cubanos. Sin embargo, la canción, tal y como recuerda Rolling Stone, fue publicada en un número de mayo de 1962 de Broadside, y en un número de junio de 1962 de Sing Out! Y Dylan la grabó en julio de 1962. Es decir, tres meses antes del incidente entre EEUU y la URSS.
El colofón de la evolución artística de Dylan se plasma en el set eléctrico que preparó para el Festival de Newport de 1965 en el que se produjo una clara división tanto entre el público como los organizadores por el giro hacia el rock and roll y el supuesto abandono del folk del artista. Sin embargo, el momento en el que un asistente al concierto le grita "Judas", se recogen en realidad en las crónicas de un concierto el 17 de mayo de 1966, en el Free Trade Hall de Manchester (Inglaterra).
Ese cisma y la "decepción" que muchos vivieron con la evolución de Dylan puede parecer hoy en día exagerado. Pero se trata de un episodio recurrente dentro de la industria musical a nivel global: sucedió en los 70 y 80 con el punk y sigue dándose entre los que que siguen hablando de la pureza de géneros como el flamenco o para aquellos que siguen pensando que la música urbana no es música. Como él mismo decía, Times are A-Changin.