Por qué España es una potencia del corto y cómo conseguir que se popularice
Los trabajos de los cineastas españoles reciben año tras año el reconocimiento internacional.
El año pasado los Oscar tuvieron sabor español con la victoria de El limpiaparabrisas de Alberto Mielgo. Aquello no fue un espejismo y, aunque finalmente ninguno alcanzó la nominación esta semana, la Academia seleccionó cuatro cortometrajes españoles en la shortlist de quince. Hace seis años, Juanjo Giménez hizo historia en Cannes al ganar la Palma de Oro con Timecode, convirtiéndose en el primer español en hacerlo desde Luis Buñuel en 1962.
Todos estos reconocimientos internacionales atestiguan el buen momento de la industria del corto en España, que lleva en la vanguardia desde hace dos décadas, aunque a nivel mediático se esté comenzando a valorar en los últimos años. “Llevamos como 15 o 20 años liderando el sector del cortometraje a nivel internacional. Parece que en los últimos dos años con las nominaciones a los Oscar se está escuchando más el nombre del cortometraje español, pero desde hace unos 15 años es raro el festival de prestigio que no tenga un cortometraje español”, revela Beatriz Hernández, presidenta de la asociación Coordinadora del Corto.
La productora destaca que España que está “en la punta del iceberg ahora mismo” junto a Estados Unidos. “Sí que es cierto que hace falta muchísimo más apoyo para la industria del corto, pero está teniendo bastante buen recorrido. Oscar, Cannes, Venecia, Sundance... se están consiguiendo muchísimos logros y el problema quizás es que estos logros no han alcanzado la promoción que merecían”, defiende Hernández.
Mario Madueño, presidente de la Asociación Industria del Cortometraje (AIC), coincide en que todo este reconocimiento internacional “no es flor de un día”. “Este año en el Festival de Berlín volveremos a tener un corto en la sección oficial de cortometrajes, el corto está funcionando muy muy bien a nivel internacional desde hace varios años y lo que prueba es que hay una cantera audiovisual y cinematográfica de creadores y de productores espectacular”, sentencia el productor.
Con todo esto también concuerda Santiago Requejo, director de Votamos, uno de los cuatro cortos seleccionados en la shortlist, que cree que el nivel “es muy alto” y que se está viendo reconocido el trabajo de los últimos 25 años. Para Bea de Silva, también seleccionada y directora de Tula, su primer corto, la clave del boom de los últimos años son los referentes. “Eso hace que la gente vea que es posible el camino. Como en los últimos años ha habido mucha producción y de mucha calidad, pues la gente se lanza a hacer cosas. Referentes, ver que en tu país hay gente que se dedica a la misma industria que tú y está abriendo camino hace que te animes”, valora la cineasta.
“Por ejemplo los que estamos en los Oscar ni siquiera estamos en la carrera de los Goya, no hemos cabido todos. Imagínate la calidad que tiene que haber y los que se habrán quedado fuera de las dos cosas”, destaca de Silva sobre el nivel de los trabajos este año.
Ayudas y recursos
Para Santiago Requejo, “levantar una finaciación” para un corto es complicado y las ayudas, a pesar de que van aumentando, son insuficientes para todo el talento que espera su oportunidad. Según Bea de Silva, es necesario ampliar estos recursos. “Las ayudas están más enfocadas a la gente novel, porque no tiene otro camino muchas veces al principio, porque al no tener experiencia no te dan una oportunidad. Sin embargo luego para acceder a ellas y para puntuarte te piden tener mucha experiencia y reconocimientos”, cuenta la directora, que reconoce que el proceso puede resultar agotador.
A pesar de las dificultades, para Mario Madueño hacer un corto a día de hoy “es mucho más fácil que hace veinte años”. “Ahora mismo rara es la comunidad que no tiene fondos para la producción de cortometrajes porque con menos dinero que para un largometraje puedes ofrecer financiación. Hay catálogos de distribución internacional en casi todas las comunidades, las ayudas estatales del ministerio cada año suben, este año han pasado de un millón a un millón cuatrocientos, e incluso hay ayuntamientos de grandes ciudades que están ayudando al audiovisual y a la producción de cortos que, insisto, siempre es lo más sencillo”, defiende el productor.
Por su parte Beatriz Hernández reconoce que acceder a estas ayudas puede ser complicado para productoras más pequeñas o personas que no están ya dentro de la industria. “El cortometraje es una industria cultural y forma parte del patrimonio cinematográfico de este país, y como cultura debería ser protegida desde las instituciones, que creo que son las que tienen que facilitar y centrarse en la profesionalización del sector ya bien sea aumentando las fuentes de financiación o mejorando las condiciones de producción y exhibición”, destaca la productora, que cree que con la mejora de ayudas debería llegar un acceso más fácil para quien quiera optar a ellas.
Además, Hernández y la Coordinadora del Corto abogan por la creación de una agencia del cortometraje español. "Pensamos que sería una herramienta fundamental para favorecer tanto la difusión, como las ayudas o la producción. Es la manera de crear una industria potente dentro del corto. Un organismo independiente y responsable que gestione las ayudas, el control de la producción, la difusión internacional y demás”, explica.
Santiago Requejo, que revela que todos los que estaban en la shortlist de los Oscar han recibido el apoyo del ICEX “con campañas en medios americanos porque desde hace unos años están apoyando mucho esto como marca España”, pero cree que después de la producción hay una especie de vacío que dificulta la promoción. “Hay un punto intermedio en el que terminas y tienes que entrar en la rueda de los festivales y necesitas inversión y una distribuidora, que no es fácil de conseguir. Siento que falta gasolina”, se lamenta el cineasta.
“Las ayudas al final apoyan a los festivales que son el pulmón de los cortos, pero antes hay que llegar. Si entra en la rueda, pues hay premios, te puedes ir autofinanciando, pero eso es lo menos habitual. A nosotros con este corto nos cogieron ya en el primer festi y ha sido una locura, pero es raro”, añade Requejo.
Algo más que un trampolín para un largometraje
Además de ayudas para la difusión, el director cree que “hay que trabajar un poco el prestigio” del formato. “Parece que la palabra cortometraje está devaluada. Son un fin en sí mismo, no un medio para un largo. Ahí tienes a Almodóvar haciendo un cortometraje este verano, a Sorogoyen con Madre, a Javier Fesser que hace muchos cortos. Es otra forma de contar historias”, defiende Requejo. Es una opinión que comparte Hernández, que cree que el corto “no es el hermano pequeño de nadie. Es cine” y que también nombra a directores como Almodóvar, Coixer o Querejeta, que han vuelto al corto tras hacer largometrajes.
"Ellos ruedan en largo pero van saltando al corto dependiendo la historia que quieren transmitir. Entonces no por ser una duración menor tiene que ser un formato de menor calidad o menor nivel. Debemos acabar ya con esta idea. Sí que es cierto que muchos directores empiezan haciendo un corto, pero no por eso tiene menor valor”, defiende la productora. “Creo que ha quedado bastante demostrado en los últimos años que estamos hablando de una creación artística de primer nivel y que tiene a parte un gran valor a nivel producción”, añade Hernández.
Para Madueño, “es inevitable” que para muchos directores el corto sea un primer paso “porque es más barato que un largo o una serie”, pero también menciona los casos de nombres consagrados que están volviendo al corto. “Creo que aunque siga siendo el primer paso para una carrera cinematográfica es un formato en sí mismo que que tiene y ofrece mucha más libertad, posibilidades de experimentar o arriesgar que el formato largo porque no tiene los condicionantes comerciales del largo y, sobre todo, creo que hay historias que se cuentan mejor en diez minutos que en noventa y que merecen ser contadas”, sentencia.
Cómo atraer al público general
A pesar de la calidad y la amplia variedad de los cortos españoles, el trabajo de los cineastas no está llegando al público general, para el que el cortometraje todavía sigue siendo una cuestión de nicho. "El cortometraje sobrevive a base de festivales. Se me rompe el corazón cuando alguien me pregunta ‘dónde lo puedo ver’ y tengo que mandarle un link o pasarle un Vimeo", se lamenta Bea de Silva.
"Si tienes suerte te lo coge alguna plataforma, pero es muy raro. Movistar sí que está haciendo una labor importante por ejemplo", cuenta la cineasta, que cita la serie de Netflix Love, death and robots como lo que podrían hacer las plataformas para incluir cortometrajes en su catálogo. "Realmente son cortos de animación que tienen en común la tecnología o la ciencia ficción", describe la directora.
"Yo confiaba en que la llegada de las plataformas y ese cajón de sastre donde caben un montón de cosas podrían también entrar en el mercado del corto, pero por ahora no se ha valorado en ninguna, por lo menos aquí, si es que verdad que en otros lugares del mundo se ha hecho. Aquí salvo en Movistar+, no se está haciendo", confiesa Madueño, que recuerda que uno de los contenidos más vistos de RTVE Play en 2022 fue El limpiaparabrisas. El productor cree programar cortometrajes en las televisiones es "cuestión de compromiso e interés", además de que "está todo por hacer" porque no se ha innovado con nada más allá del circuito de festivales.
Para Madueño, sería interesante que volvieran a las salas de cine: "Recuerdo cuando era niño que en España era obligatorio poner un corto antes de un largo en el cine. Luego ya llegó el momento de los spots y de los trailers y claro, ya no había hueco para ello. Es verdad que últimamente los cortos son muy largos, entonces si metes un corto de veinte minutos pues ya pierdes un poco la posibilidades de hacer cuatro sesiones al día".
"A final los festivales de cortos viven de la premiere, de que no sean públicos, entonces ahí se generan unas dinámicas... es como si en el cine hay una peli pero la puedes ver en tu casa también, se diversifica", reflexiona Requejo, que cree que a juzgar por las salas llenas en los festivales, al público le gusta el formato.
Al igual que Madueño, al director también le gustaría ver cortos en las salas: "Esto ya es soñar en alto pero se podría, alguna distribuidora valiente podría hacerlo, montar una programación con cuatro o cinco cortos y llevarlo a salas y ver cómo funciona".
"Cualquiera a día de hoy puede ver una película en su móvil, en una tablet, en la tele de casa... y el formato corto es ideal para esto, vas en el metro o en el autobús y tienes un trayecto de quince minutos, pues tú puedes aprovechar y ver un corto, más que una serie o una peli", defiende por su parte Hernández, que cree todo es ponerse. "Es buscar la manera de encajar en las plataformas pero si se hace una buena promoción yo creo que puede llegar al público y funcionar perfectamente bien", añade.