¿El algodón sí engaña?: por qué las bolsas de tela no son lo mejor para el planeta
La grandes empresas utilizan el greenwashing para dar una imagen más sostenible.
Las bolsas de tela o tote bags han invadido las casas de todos los españoles. De supermercados, de tiendas de cosmética o de instituciones públicas, no hay quien no tenga al menos una. Son una forma económica de creer que se está contribuyendo a utilizar menos plástico. Pero no es así.
"Para el consumidor, la bolsa de tela es la opción más cómoda, por su durabilidad y resistencia, y porque se puede lavar. Sin embargo, el compromiso que se adopta con el planeta no es como piensa el consumidor", afirma Neus Soler, profesora de la UOC experta en marketing.
En España el 63% de los consumidores usan bolsas reutilizables para ir a la compra, un 13% bolsas de papel y un 15% de plástico. Pero esta falsa creencia de estar "ayudando" al planeta no tiene ninguna base científica. Según la Agencia de Medioambiente británica, para que el rendimiento ecológico de una tote bag sea mayor que el de una bolsa de plástico, debería utilizarse al menos 131 veces.
Además, se estima que cada persona tiene en casa entre 5 y 10 bolsas reutilizables de algodón porque cada vez que va a la compra y se olvida la bolsa tiene que comprar una nueva. Este hecho hace que se desmonte la eterna creencia de que su uso hace que se cumplan los estándares de sostenibilidad y medioambiente.
Greenwashing o "subirse al carro" de la sostenibilidad
Según el IEB School, Greenwashing es "el intento de una empresa de hacer que sus productos parezcan ecológicos cuando en realidad no lo son". Esta práctica se ha potenciado desde el año 2018, cuando los supermercados comenzaron a cobrar por las bolsas de plástico.
"Las empresas han visto en este tipo de bolsas un elemento sencillo y barato para 'sumarse' al carro de la sostenibilidad. Además, se han convertido en una opción para poder obtener unos céntimos de beneficio. Por tanto, son un elemento de creación de imagen y de obtención de rentabilidad", explica Juan Carlos Gázquez-Abad, profesor de la UOC experto en consumo.
Con esta estrategia, las grandes empresas proyectan una imagen de marca sostenible y hacen que el consumidor perciba el producto como de mayor valor. Además, la serigrafía de las propias empresas en las bolsas reutilizables hace que sus propios clientes les den publicidad gratuita.
El engaño del algodón
Una de las grandes dificultades que tiene el hecho de intentar compensar la producción de las tote bags es que solo el 15% de los 30 millones de toneladas de algodón que se producen cada año llega realmente a los depósitos textiles. "La producción de algodón genera un impacto ambiental importante por el consumo de agua. Pocos clientes trasladan estas bolsas a depósitos textiles para su tratamiento, sino que las arrojan con los restos convencionales", explica Cristian Castillo, profesor de la UOC experto en logística.
Además, los expertos recalcan que la parte de la bolsa en la que se encuentra la serigrafía no puede tratarse, por lo que se desperdicia. Por tanto, la opción más sostenible según Castillo son las bolsas reutilizables de plástico, ya que este material requiere menos consumos, menos agua y menos energía.