Aldi y Alcampo dan un paso más en la maniobra que más enfada a sus clientes
La apuesta tecnológica de ambas cadenas amenaza miles de puestos de trabajo.

Las cajas de autopago fueron solo el principio. Ahora, Aldi y Alcampo avanzan hacia un modelo de supermercado donde la tecnología sustituye al factor humano, dejando en el aire el futuro de más de 74.000 empleados en toda Europa. Ambas cadenas, líderes en la gran distribución, están poniendo en marcha sistemas que no solo automatizan el pago, sino que también reemplazan tareas clave que antes realizaban los trabajadores.
Alcampo, la cadena francesa de distribución, ya ha introducido en sus supermercados un almacén inteligente, cajas de autocobro y hasta un chatbot con inteligencia artificial para la atención al cliente. Estas innovaciones, aunque eficientes, ponen en riesgo los puestos de trabajo de sus 24.000 empleados. Por su parte, Aldi, con más de 50.000 trabajadores en todo el mundo, está probando un tipo de tienda completamente automatizada, como los supermercados de Amazon: cámaras de última generación, escáneres inteligentes y la posibilidad de pagar desde cualquier punto de la tienda con el móvil son algunas de las novedades con las que pretenden eliminar la necesidad de dependientes.
Aunque desde Aldi explican a la web Merca2 que "quienes contribuyen decisivamente al éxito de la compañía son nuestros colaboradores", como llaman a sus clientes. Pero sus acciones apuntan en la dirección contraria. La cadena alemana ya ha empezado a reducir la presencia de empleados en las cajas de autocobro, y ahora busca prescindir incluso del personal que supervisa estas áreas. Un movimiento que no solo preocupa a los sindicatos sino que también ha dado pie a críticas entre los clientes.
Los clientes responden con su elección de compra
La estrategia de automatización de Aldi y Alcampo ha llevado a muchos consumidores a optar por otras cadenas que mantienen una mayor presencia de personal en tienda. Este cambio de hábitos puede afectar las cuentas de ambas compañías, que dependen de la fidelidad del cliente para sostener sus ventas.
"Hacen que la gente termine eligiendo otro supermercado para comprar. Estas filas son una vergüenza", comentan algunos clientes. La falta de personal y la imposición del uso de la tecnología para completar la compra han convertido la experiencia en un motivo de frustración.
Sin empleados que actúen como anfitriones, la relación con el cliente se debilita. La interacción humana sigue siendo determinante para muchos compradores, y la automatización podría convertirse en un problema para Aldi y Alcampo.