El gran problema silenciado de los gatos
El propio CSIC emite un comunicado alertando de la amenaza de los gatos silvestres para la fauna canaria
Los adorables gatos domésticos pueden parecer inofensivas mascotas. Sin embargo, detrás de su apariencia tranquila y elegante se esconde un peligroso depredador, una característica de estos felinos que se ha obviado durante mucho tiempo pero que, como ha ocurrido en las Islas Canarias, puede causar verdaderos estragos medioambientales si se les introduce en determinados ecosistemas.
Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han revelado la amenaza que representan los gatos domésticos para la biodiversidad local en cualquier parte del mundo, pero especialmente en las Islas Canarias. Estos felinos, llegaron al archipiélago sobre el siglo XV y han logrado adaptarse a diversos hábitats, desde la costa hasta las zonas de alta montaña a más de 2.000 metros de altitud. Su capacidad de supervivencia en estado salvaje y su instinto cazador siguen intactos, lo que los convierte en una seria amenaza para numerosas especies autóctonas.
Según National Geographic, los gatos domésticos están relacionados con la extinción de 63 especies de vertebrados en todo el mundo. En los ecosistemas insulares, han contribuido al 14 % de las extinciones de aves, mamíferos y reptiles, así como al declive del 8 % de las especies catalogadas en peligro crítico. De hecho, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) incluye a los gatos entre las 100 peores especies invasoras del mundo.
En Canarias, los gatos asilvestrados, aquellos que han vuelto a su estado salvaje y se comportan como cualquier especie silvestre, son una presencia constante. Sigilosos y activos principalmente durante la noche, depredan sobre una amplia variedad de especies, incluyendo reptiles, aves, mamíferos e invertebrados. Algunas de estas presas son endémicas y se encuentran en grave peligro de extinción.
A pesar de los esfuerzos realizados para controlar la población de gatos asilvestrados en áreas de conservación, la reciente aprobación de la Ley de Bienestar Animal de protección de los derechos y el bienestar de los animales ha dificultado aún más estas acciones. La ley no distingue entre gatos domésticos y gatos asilvestrados, lo que dificulta el control de la población asilvestrada y pone en peligro a las especies autóctonas.
Pero la amenaza de los gatos domésticos sobre su entorno natural no solo se circunscribe a las islas si no que también representan un desafío para la fauna en los entornos urbanos y rurales. El método de captura, esterilización y suelta utilizado para controlar las colonias de gatos callejeros no resuelve el problema y puede incluso agravarlo. Además, plantea riesgos para la salud pública. Es necesario establecer recintos cerrados para albergar estas colonias y garantizar un control adecuado de los gatos asilvestrados.