Estos son los 23 alimentos que jamás deberías dar a tu gato
Olvídate de las latas de atún y de las sardinas frescas.
Suele pensarse que los gatos son animales callejeros y que, por ello, comen todo lo que se encuentran por el camino. Sobre todo, pescado. En esto han hecho mucho daño los protagonistas de dibujos animados como Isidoro, Félix o Garfield, al que le encantaba la lasaña.
Por esta regla de tres, muchos dueños de felinos no se lo piensan dos veces a la hora de darles sobras de comida, latas de atún e incluso alguna que otra sardina fresca al volver del mercado. Los veterinarios no están del todo de acuerdo con esta práctica y recomiendan no abusar. Igual que ocurre con los perros, los expertos señalan que no es bueno acostumbrar al animal a comer la misma comida que sus dueños. Se puede hacer pero con control y moderación.
“No debería suponer un problema siempre que controlemos la cantidad, frecuencia y el alimento en cuestión”, señala Emily Badaraco Auxiliar Técnica Veterinaria especializada en Nutrición del Hospital Gattos.
Alimentos que sí y alimentos que no
A pesar de lo que se puede pensar, el pescado no siempre es bueno para los gatos. Por mucho que les guste, para que lo coman sin ningún tipo de consecuencia tiene que ser presentarse sin espinas, estar cocinado y no llevar sal. Nada de sardinas crudas.
El pescado crudo “contiene una enzima que provoca que haya una deficiencia de vitamina B en el organismo del animal”, lo que les puede provocar desde “convulsiones” hasta el “coma”, señalan en Experto Animal. Además, puede contener bacterias responsables de una “intoxicación alimentaria”.
Tampoco es demasiado conveniente abusar del atún en lata. “A pesar de que el pescado azul es un alimento que aporta muchos beneficios para los gatos, por su alto contenido en ácidos grasos esenciales (Omega 3 y 6), es cierto que el atún enlatado presenta algunos riesgos, entre otros, su gran cantidad de sal y mercurio, un mineral que en exceso puede ser muy tóxico para el sistema nervioso”, apunta Badaraco, quien señala que de forma esporádica no tiene por qué haber ningún problema.
En la lista de alimentos que nunca hay que dar a nuestros felinos destacan también el ajo, la cebolla o el puerro, que según Badaraco, “suelen ingerirse accidentalmente cuando los dueños les dan potitos para bebés”. Hay que añadir otros como los cítricos, los dulces o el chocolate, que pueden llegar a provocar desde vómitos a insuficiencia hepática. Esto solo en el caso del chocolate.
Por otra parte, las uvas dañan el riñón de los gatos aunque sea consuman en poca cantidad, mientras que los alimentos grasos como el foie, el bacon o el aguacate pueden llegar a ser causantes de pancreatitis, ya que no son asimilados por el hígado del animal.
Cuándo es conveniente darle las sobras
Una vez hemos descartado los alimentos más nocivos surgen varias preguntas: ¿puedo alimentar a un gato solo con sobras? ¿qué pasa si las combino concomida para gatos?
La dieta equilibrada de los gatos, según cuenta Badaraco, debe tener como base el alimento propio para felinos. “Si reducimos la ración del alimento en favor de la comida casera, estamos provocando un desequilibrio importante en su dieta. Por ello, nuestra comida debe considerarse un extra y ofrecerse de forma esporádica”, detalla la experta.
Cuidado con las plantas
A diferencia de otros animales, los gatos tienen tendencia a masticar plantas que encuentran en su entorno pero hay que tener cuidado. Algunas de las que se encuentran en casa son muy peligrosas para los felinos.
Por ejemplo, la Flor de Pascua tiene efectos sin necesidad de que la coma, según cuentan en Royal Canin. El simple contacto con la savia produce irritación y ampollas. En el caso de ingerirla, el problema mucho más allá y puede provocar diarreas, vómitos, dolor abdominal y daños en las mucosas.
Otra planta relativamente común tanto en el interior de casa como en jardines y terrazas es la palmera de sagú o Cyca revoluta. Que el gato la ingiera puede provocar desde diarreas y vómitos hasta daños hepáticos o, en casos extremos, la muerte. Lo mismo sucede con las hiedras que, además, pueden provocarles dermatitis y erupciones con un simple roce.
Fuera del entorno del hogar el eucalipto y el tulipán —tanto la planta como el bulbo— y los lirios son dañinos. Provocan desde vómitos y diarreas a exceso de salivación, hipertensión y dolor abdominal.