La 'engañística' o la práctica del agorero
Tenemos tantos agoreros. Engañistas vestidos de científicos, políticos, medios de comunicación, cuenta-cuentos, vende-humos y hasta intelectuales. Nos hacen creer que el camino está ya trazado, determinado, y que es gris, problemático y triste.
Nunca se me había ocurrido que mi coche pudiese incendiarse en medio de un Safari. Me acabo de dar cuenta de esta posibilidad al ver este artículo y ahora me preocupo. Míralo con tus propios ojos si no me crees. Es perfectamente posible. Preocupante, ¿verdad?
La seguridad y el riesgo percibido, depende de muchísimos factores; pero siempre lo determina nuestra preocupación por el porvenir, el por-venir, el por venir. Pero también depende de a quién oímos o leemos. No es lo mismo un sepulturero que una matrona hablando de la vida.
Por cierto, en realidad nunca he ido ni tengo pensado ir a un Safari y jamás llevaría mi coche. Posiblemente tú tampoco. Así que dejemos a un lado este improbable riesgo y volvamos a la engañística que nos ocupa como título.
Engañística es un palabro - como diría mi apreciada @fanigrande. Una palabra rara (Ver definicion de palabro en El País) . Palabros, que no por raros y por por no existir oficialmente en la RAE quiere decir que no existan. Me explico, lo que se dice significado tenerlo tienen, o se lo damos si hace falta. Tampoco existen realmente los arquetipos, los derechos humanos ni el subsconciente colectivo y sin embargo, paradójicamente, existen, y nadie los denuncia como inexistentes.
La engañística propone que el porvenir tiene siempre un sentido agorero. Como palabro su etimología posible se derivaría de engañar y estadística.
Los políticos la utilizan para asegurar su elección. Con ella, las aseguradoras aseguran el riesgo percibido. Pero también los futurólogos y cartomantes aseguran sus euros con números telefónicos de pago en la oscuridad de la noche televisiva.
La práctica de la engañística, de día o de noche, asegura ya demasiadas cosas a demasiada gente, como una especie de conseguidor infalible que crea cultura pequeñita, con minúscula.
El practicante se presenta con una personalidad agorera; siempre actuando de forma profesional, persuasiva y seria, con la seguridad que solo la infalible bola de cristal puede dar.
Explican el futuro con pelos y señales. Utilizan números o símbolos siempre relacionados con hechos pasados, pues obviamente el pasado siempre es demostrable y suficientemente serio.
Investida de lógica matemática y soportes multimedia, la emoción al presentar el porvenir ha de ser directamente proporcional a la ansiedad que los oyentes pudiesen tener sobre el mismo.
Miro a mi alrededor y tenemos tantos agoreros. Engañistas vestidos de científicos, políticos, medios de comunicación, cuenta-cuentos, vende-humos y hasta intelectuales. Nos hacen creer que el camino está ya trazado, determinado, y que es gris, problemático y triste.
Nos venden ya demasiadas veces un futuro catastrófico, con riesgos difíciles de asumir. Y esto pasa a diario, ya demasiados días; cansa ya.
Sin embargo, la realidad, por más que nos esforcemos en tratar de entender la engañística, nos muestra que nunca podremos ver el porvenir.
Que lo que pasará el siguiente segundo; por no decir ya días, meses o años vista, es algo que sólo conoceremos cuando esté ocurriendo. Algo que sólo recordaremos cuando haya ocurrido. De Perogrullo, ¿verdad? El que tenga oídos que oiga.
Por eso, ya que a veces cuesta articular la realidad, debemos crear nuevas palabras, y mientras tanto, al menos juguemos con los palabros. Y en eso estamos.
Amigo, puedes olvidar la engañística, palabro que posiblemente nunca sea palabra, pero no olvides su significado cuando hoy leas la prensa, veas el Telediario, escuches al político de turno o vayas a renovar tu seguro de vida.
Ten por seguro que la vida seguirá su curso, independientemente de lo que creamos o nos hagan creer que pasará.
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
- Don Antonio Machado