Esto no es liberación
Defender que la prostitución es una opción innovadora y liberadora dentro del sistema económico se hace incomprensible, pues a la vez que se ejerce el intercambio económico, convirtiéndolo en un "servicio sexual", la procedencia del dinero que se recibe nace del mismo sistema económico que supuestamente se rechaza.
Una mirada amable, serena, clara y casi brillante de la prostitución. Con rostro de mujer blanca, de clase media, con estudios y formada. Un retrato de mujeres que se definen a si mismas como veganas, anti-taurinas, ateas o bisexuales, cosa normal, teniendo en cuenta que en la prostitución como en el mundo, las mujeres son diversas. Sin tener esto que aportar ninguna de esas categorías un argumento de peso para la defensa de una actividad que legitima y hace prevalecer valores y poderes patriarcales en la sociedad.
El boom de la libre elección se perfila siempre como aliado del patriarcado y su status quo. Partiendo de un pink washing en torno a la prostitución por parte de mujeres jóvenes, que emplean premisas del feminismo relacionadas con la liberación sexual dentro de una industria diseñada y mantenida por el deseo y la economía masculina. Esto es: el patriarcado recoge la influencia y se hace consciente del despertar liberador y sexual de las mujeres modernas, y lo emplea como reclamo para darle la vuelta en su favor y beneficio.
Si como se argumenta "el poder reside en nuestros cuerpos porque son sólo nuestros" ¿qué sentido tiene, tras reapropiarse de él, ponerlo de nuevo al servicio del patriarcado? Alimentar una estructura económica, representativa, y de poderes normativa no supone una ruptura sino una alianza aún más fuerte.
De aquí que no se pueda partir del principio de libertad para defender una libre elección pues no existe una igualdad de oportunidades de base para las mujeres en un sistema discriminatorio. El empoderamiento a través de la prostitución no es posible, dado que mantiene el control a cambio de una pequeña reinversión de la riqueza material, pero no simbólica.
Hemos de entender que esta estrategia pretende presentar la prostitución como una salida laboral normalizada, que de una vez por todas lave el componente de dominación masculina y lo oculte hasta tal punto de pasar tan desapercibido en la sociedad como un anuncio sexista lo hace hoy por hoy a todas horas del día.
Defender que la prostitución es una opción innovadora y liberadora dentro del sistema económico se hace incomprensible, pues a la vez que se ejerce el intercambio económico, la procedencia del dinero que se recibe nace del mismo sistema económico que supuestamente se rechaza. Al aceptarlo como bien de cambio se genera una dependencia del sistema capitalista patriarcal para poder intercambiarlo por un "servicio sexual".
Por no hablar del gran clasismo que rezuma esta corriente, donde encontramos una visión que defiende que la prostitución puede e incluso debe ser aceptada y considerada como opción laboral a temprana edad, con el objetivo de emanciparse antes. Sin embargo, esto suena bastante osado cuando en el mundo existen millones de mujeres y niñas que no tienen opción alguna a escoger si quieren o no ser explotadas sexualmente.
El capital tiende la mano fácil, y muestra la cara amable del dinero rápido y de las pretensiones materiales que acarrea el intercambio sexual. De esta forma, se apoya un modelo accesible sólo para unas pocas que refuerza esta actividad, contrariamente a lo que quieren hacer ver con este planteamiento, sólo se alimenta un sistema que en teoría se quiere cambiar.
Basarse en la prostitución como un espacio para trabajar con la sexualidad es tan inocente y a la vez tan peligroso como decepcionante.
¿Por qué sino entonces el patriarcado iba ahora a emplear a una minoría si no es para su beneficio? Es estratégicamente interesante para el sistema vender esta nueva posibilidad donde el gran beneficiado y el gran lavado de cara se lo lleva el cliente de manera indirecta y muy sútil.
Se idealiza al cliente, puesto que se escoge, y se les presenta como personas "normales", que buscan y compran un servicio. Casi parece que se les realiza un casting previo. Pero esto no lo hace ni más seguro ni más igualitario. Volvemos a no poder partir de esta base en la que el sistema de por si ya sitúa a la mujer en posición inferior y necesidad hacia el capital. En inferioridad de poder y riqueza, donde el paradigma de la necesidad se muestra a la inversa, queriendo hacer ver que se vende un producto de lujo y no de necesidad. Donde si existiera o existiese una explotación laboral, sería equiparable a la de cualquier otro trabajo, pero ignorando siempre que aquí intervienen dos tipos de explotación: sexual / de género y laboral.
Si se dice que ya no se ofrece un cuerpo sino un servicio parece que se le resta importancia, se ignora aquel discurso del cuerpo como campo de batalla, se le aísla y casi desprecia con un fin capitalista. Cuando en realidad ese "servicio" sigue implicando posición, poder y representación.
Esta cara amable de la prostitución es entonces capaz de seducir tanto a la pobre como a la rica.
Un sistema viciado no se reforma, se destruye.